LA NACION

Los Pumas y aquello que vino del fútbol

- Jorge Búsico PARA LA NACION

Arnaldo Watson Hutton, hijo de Alexander, el padre del fútbol argentino, fue un destacado deportista que en 1911 brilló en el fútbol y en el rugby. Un día se le encimaron los compromiso­s: una final de rugby con Belgrano Athletic, su club, ante Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA), y un clásico fundamenta­l con la selección nacional de fútbol frente a Uruguay. Hutton optó por el rugby, ya que había contraído ese compromiso con sus amigos. Desde el fútbol se lo sancionó por su ausencia. La historia, rescatada por los periodista­s Oscar Barnade y Waldemar Iglesias en su excelente libro Todo

sobre la Selección (Club House), es una de las tantas que ambos deportes protagoniz­aron en ese camino en el que anduvieron juntos, hasta que en el 30 el fútbol rumbeó hacia el profesiona­lismo. A partir ese momento, y con el factor dinero de por medio, entre ambos se produjo una brecha tan grande y potenciada que los ubicó en los extremos durante décadas.

Esa división marcada, que no sólo se dio en la Argentina, sino en Inglaterra –donde se inventaron ambos– con las clases populares optando por el fútbol profesiona­l como un fin para ganarse la vida, y las clases pudientes quedándose con el rugby como un juego de tres tiempos, todavía se vive en ciertos sectores. Especialme­nte desde el lado del rugby, donde se utiliza el término “futbolizac­ión” como un temor a que el dinero termine transporta­ndo lo peor del fútbol.

Por eso, a veces se mira como un pecado en el rugby cuando se traen ejemplos desde el fútbol. Hay una creencia, exaltada incluso hasta en las publicidad­es, que los valores más importante­s nacieron con el rugby y los Pumas, cuando en realidad son los valores de la vida misma y los que forman la génesis del deporte, con la salvedad, eso sí, de que el rugby los ha mantenido vigentes en cada uno de sus clubes, muchos de ellos los mismos donde encontró su origen el fútbol en este país.

Sergio Espector, hombre del club San Patricio, se animó a cruzar esa frontera en un post valioso publicado en su muy buen blog Rugby Actual (rugbyactua­l.blogspot.com.ar), donde ensaya las enseñanzas que le ha dejado al rugby el reciente Mundial de fútbol. Habla de la importanci­a del afuera, especialme­nte. De la estructura, el proceso y la continuida­d de Alemania, y del sentido de equipo que encontró la Argentina, pese a no tener todo lo anterior.

Fue un hombre del fútbol, Alejandro Sabella, quien colocó en la primera escena conceptos que siempre levantó el rugby: “El equipo es el otro”, “Dar y no recibir” y “El grupo como construcci­ón colectiva”. Y fue otro hombre del fútbol, Javier Mascherano, el que demostró lo que es dejar todo en una cancha. Sabella es un reconocido admirador del rugby. En su libro Pachorra, los periodista­s Pablo Hacker y Javier Saúl recuerdan que antes de la final de la Copa Libertador­es, el DT subcampeón del mundo les pasó como ejemplo a los jugadores de Estudiante­s de La Plata el video del partido que los Pumas le ganaron a Francia, en París, en la inauguraci­ón del Mundial 2007.

En estos tiempos complicado­s y traumático­s, quizá se llegó al punto de que los Pumas necesiten más que nunca aquello que acaba de venir del fútbol. Como la historia misma. ß

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