Ángel Baratucci fue un gran jockey, más allá de su récord
Ganó las 8 carreras de una reunión en Rosario, en 1957, y disfrutó de una veneración que se alimentó de su estilo y sus éxitos
La larga vida del Ángel Baratucci de carne y hueso terminó ayer, en Rosario, el lugar donde su nombre se volvió mito y leyenda. Esa longevidad le permitió gozar a pleno de los agasajos que el turf argentino le brindó a repetición y que se ganó con su arte para llevar riendas y fustas, para hacer del 15 de diciembre el Día Nacional del Jockey.
En esa fecha de 1957 nació la inmortalidad de Baratucci: ganó las ocho carreras de la reunión del hipódromo Independencia, en Rosario, lo que se considera un récord mundial. Pero además hubo allí 26 estadísticas ganadas (21 consecutivas) y más de 3500 triunfos en total, en medio siglo montando.
“Nunca hubiera imaginado, cuando empecé, llegar a tanto. Además, mis comienzos fueron muy difíciles. Fíjese que de 1936 a 1940 gané sólo 21 carreras y ahí fue cuando, sin muchas ganas, vine a Rosario”, le contaba a en 1986, cuan
la nacion do aún vestía chaquetilla.
Había nacido el 1° de mayo de 1921 en Azul, provincia de Buenos Aires, pero aquella sensación de derrota de los inicios fue en Santa Fe, el primer desarraigo, anterior a la ciudad gloriosa. “El cuidador Luis Cúcaro le pidió a mi padre que me dejara con él y pronto formamos un binomio de éxito”, completaba Ángel aquel relato.
Tiempos de pelear con Cayetano Sauro y Tomás Mernies, en el Independencia. Y de admirar a Juan P. Artigas, “el mejor que vi en mi vida”. Las victorias siguieron en San Isidro, Palermo, La Plata y también en Mendoza, donde sufrió una rodada dura, en 1972. Hubo otra en Rosario, 14 años después. Estaba por cumplir 69 cuando dejó y nunca quiso ser entrenador. Pero sí maestro, al crear la escuela de Aprendices de Rosario, y dirigente gremial.
Los restos de Ángel Baratucci fueron inhumados en el cementerio El Salvador, de Rosario. ß