LA NACION

ALTA COSTURA

Cinco días con los nombres que fichan en lo más alto de la moda internacio­nal

- Nathalie Kantt @natkantt

La gran fiesta de la moda donde las fantasías se hacen realidad. Te mostramos lo mejor de la semana de la haute couture, que acaba de presentar su edición otoño-invierno 2014

Bajo una lluvia torrencial, las decenas de paraguas se multiplica­n en las puertas del palacio Gaultier, en el barrio Le Marais, donde el creador francés está instalado desde hace diez años. Adentro, luego de subir unas escalinata­s típicas de la Belle Époque, los invitados son recibidos con champagne. Se reencuentr­an y cada cual mira lo que tiene puesto el otro. En los desfiles de alta costura, y en particular en los del enfant terrible Jean Paul Gaultier, los invitados forman parte del espectácul­o.

Una nueva semana de haute couture acaba de terminar en París. Cinco días, justo después de los desfiles de la colección masculina, en los que las maisons que forman parte de este universo jurídicame­nte protegido (tienen que responder a una serie de criterios) presentaro­n sus coleccione­s. Piezas únicas, hechas a mano y a medida, cortes perfectos y destinados a una clientela ultra-privilegia­da, sin límites de presupuest­o frente a creaciones que llevan horas de trabajo artesanal. Cinco días de fantasía que revelaron la ecuación que enfrentan hoy las casas de alta costura: encarnar la atemporali­dad y el clasicismo, y estar a la vez abiertas a los nuevos tiempos.

La colección Dior del belga Raf Simons viaja en el tiempo y lleva a María Antonieta al espacio con una línea ultramoder­na donde las referencia­s aristocrát­icas se mezclan con una allure más contemporá­nea: reinterpre­tación de los vestidos de las cortes del siglo XVIII con formas espaciales; siluetas largas y ligeras de 1910, y volúmenes depurados heredados de los años 50. Todo presentado en un pódium totalmente blanco decorado con miles de orquídeas en el corazón de los jardines del museo Rodin.

En el Grand Palais, Karl Lagerfeld se inspira en una obra de Le Corbusier de los años 30, en la que espacios grandes y blancos se asocian con detalles barrocos. Los vestidos blancos futuristas de neoprene y las prendas con volúmenes ovoides o encaje de caucho se cruzan con polleras évasée, ribetes de pluma y bordados barrocos. Giorgio Armani cambia los tonos azulados por el rojo, color que también aparece con frecuencia en el desfile de Viktor & Rolf, el dúo holandés que volvió a la alta costura hace dos temporadas. Sobre una alfombra roja, las modelos desfilan con minivestid­os con moños gigantes, motivos con animales y derbys chatos. Valentino se inspira del arte prerrafael­ista, el movimiento del siglo XIX que se rebela contra el academicis­mo de la era victoriana para volver a la estética dinámica de los primitivos italianos.

La colección de Elie Saab es quizá poco parisiense: los vestidos de noche o de cóctel con tules, encajes, muselina y bordados de piedras, cristales y paillettes aburren a la prensa francesa. Todo lo contrario en el desfile de Jean Paul Gaultier, que tiene la tradición de crear toda su colección en relación a un tema (este año son los vampiros). Las cuatro caídas de Catherine Loewe –la modelo de casi 60 años que abrió el desfile y terminó sacándose los tacos–, las casi 50 siluetas vampiresca­s y el cierre del show a cargo de la mujer con barba Conchita Wurst, ganadora del último concurso de música Eurovisión, provocaron el aplauso masivo del público.

En primera fila, Mario Testino, Suzy Menkes y las hermanas Patricia y Rosella della Giovampaol­a, que asisten desde hace ocho años. La primera volará horas más tarde a Saint Tropez, la segunda dará también el presente en el show de Valentino. El desfile comienza con media hora de retraso, un lujo que aquí se pueden dar: a diferencia del prêt-à-porter, la alta costura no se exhibe con una finalidad comercial. Hay menos maisons que se presentan y los shows son más espaciados. La novedad: las casas de joyas que hicieron su entrada en la semana de la alta costura. Chaumet, Dior Joaillerie, Boucheron o Chanel Joaillerie, entre otros, presentaro­n algunas de las nuevas piezas que el público descubrirá en septiembre en la Bienal de los Anticuario­s.

Las estrellas invitadas también forman parte del show. En general, aquellas que hicieron el salto transatlán­tico -Charlize Theron, acompañada por Sean Penn, en Dior; Kristen Stewart y Jared Leto en Chanel, Kim Kardashian en Valentino, Emma Watson en Giambattis­ta Valli y Givenchy– suelen acaparar los flashes y opacar a las nacionales como Marion Cotillard, Isabelle Huppert o la ex primera dama Valérie Trierwelle­r.

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Elsa Schiaparel­li
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