Escenas dantescas en la zona de la caída
MOSCÚ (ANSA).– Hierros quemados, trozos de avión, fuego y humo por todas partes y decenas de cuerpos sin vida entre los escombros, muchos de ellos de chicos. Ése era el panorama apocalíptico con el que se encontraron los primeros rebeldes prorrusos en llegar al sitio donde el Boeing 777 de Malaysia Airlines cayó ayer, en Grabove, en la región de Donetsk (Ucrania).
Ninguna de las 298 personas que iban en el vuelo MH17 sobrevivió a la tragedia. Y los cuerpos estaban todos allí, atrapados entre los metales, dispersos en varios metros de distancia, desparramados en la tierra, entre las sillas del avión, pedazos de fuselaje y la cola del Boeing.
Fue un impacto impresionante que cubrió los campos de trigo con cadáveres en una vasta zona que, afortunadamente, no está habitada. Muchos de los cuerpos estaban despedazados y se encontraron restos incluso en un pueblo a diez kilómetros de donde cayó la nave.
“Pobre gente”, dijo Natalia, de 36 años, que vio caer al avión. “¿Acaso [las víctimas] entenderían algo de esta guerra en Ucrania? Si nosotros mismos no entendemos nada”, se lamentó.
Entre los 283 pasajeros había holandeses, australianos, estadounidenses, británicos, belgas y malasios, entre otras nacionalidades. Uno de ellos, antes de partir, había hecho una broma referida a la anterior tragedia de Malaysia Airlines, que luego se reveló premonitoria. Había posteado una foto del avión en Facebook, con la leyenda: “Si llegara a desaparecer [la nave], éste es su aspecto desde afuera”.ß