LA NACION

Para trabajo o placer, los caballos llaman la atención

En la Exposición Rural se pueden apreciar desde los tradiciona­les criollos hasta los Cuarto de Milla de EE.UU.

- Mariano Wullich LA NACION

¿Para qué un Ferrari para andar en el barro o un Unimog para correr por una autopista? No es lo mismo un dóberman que un caniche, ni un galgo que un San Bernardo. Se entiende.

En las razas equinas las comparacio­nes no existen, aunque muchos criadores, por lógica pasión, defiendan a sus elegidos insistiend­o en sus cualidades. ¡Qué manía!, pero todos destacan la mansedumbr­e de sus caballos: mentira, los hay más fáciles y más difíciles. Todos hablan de la versatilid­ad: ¿para qué cosa? Y lo de la fuerza, la docilidad, la salud y hasta la inteligenc­ia. ¡Basta!

Vaya en estas líneas todo lo que es posible ver durante estos días en la Exposición Rural de Palermo de un país que sí se hizo a caballo. No se dude: de una Argentina campera y de excelencia en los deportes ecuestres.

Por eso el repaso y el comienzo con el criollo, la raza que se inició con los 72 yeguarizos que trajo don Pedro de Mendoza y que durante 400 años se hicieron a campo, más bien en el desierto, pasando del frío al calor, de la sequía a la inundación, de los depredador­es a las enfermedad­es. Sin duda que es la raza de fierro, la incansable como lo demostraro­n Mancha y Gato en una travesía insuperabl­e que se inició precisamen­te aquí en Palermo y terminó en Broadway.

Su rusticidad natural lo llevó a ser el caballo de trabajo por excelencia, con una variedad de pelajes únicos y que sirvieron para mucho más, incluso hasta para la más apasionant­e escuela de equitación.

Y si de rodeo hablamos, hace 30 años que llegaron al país los Cuarto de Milla norteameri­canos, llamados así por ser ejemplares de gran violencia en la corrida de distancias cortas. Su fenotipo se divide en los de carrera (la meca es en Los Alamitos, Estados Unidos) y de trabajo y rodeo. Descendien­te del Mustang y mestizado con razas que llevaron los europeos al Norte, el de trabajo es muy musculado, de linda cabeza, buena alzada y fortaleza.

En la Rural se van a ver pocos, pero cerca de allí, en el hipódromo, muchos. Es el gran Sangre Pura de Carrera (SPC), alto, elegante de unos 480 kilos. El que inventaron los ingleses y despertó pasiones. La Argentina cuenta con 8000 nacimiento­s por año del que más corre de verdad: es imbatible.

Verán otra raza, muy fina, de una cabeza espléndida, liviana y en el pasado muy resistente: lo llaman “el padre de todas las razas”, aunque de alguna no lo sea. Pero está bien, es el elegante y refinado caballo Árabe, un gran animal de paseo y de pruebas de largo aliento.

El polo ha dado los mayores logros en el terreno deportivo mundial en donde la Argentina descuella. Hoy su origen de “petizo” mestizo fue quedando atrás y su estampa es la de un SPC chiquito, ya que todos tienen sangre de carrera, velocidad corta, agilidad única y una boca que como un volante lleva al jinete a donde quiere.

Con “chorros” de sangre SPC, están los voladores Silla Argentino (650 kilogramos), esos que están hechos para saltar y que consagraro­n a jinetes como Moratorio, D’Elía o Arrambide. Otros, los percherone­s, tractores del pasado de tiro pesado y que hoy en Francia se han convertido en una raza carnicera.

Los Hackney, de tiro liviano, las razas europeas de equitación y muchos más. No alcanzan las líneas. Eso sí, no los verán en la Exposición Rural, pero el único caballo que se mantiene en su origen natural es el caballo de la Mongolia. Igual, cada uno es cada cual e, insisto, las comparacio­nes no existen.

 ?? aníbal grecco ?? En la pista central, las primeras destrezas con caballos
aníbal grecco En la pista central, las primeras destrezas con caballos

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina