LA NACION

Johnny Winter.

El abuelo blanco del blues: una guitarra que hizo escuela

- Sebastián Espósito

Anteayer, en Zurich, Suiza, murió el guitarrist­a y cantante norteameri­cano Johnny Winter. El albino se encontraba de gira por Europa celebrando sus 70 años. Tenía previsto tocar por primera vez en Buenos Aires el 16 de octubre, en el teatro Gran Rex.

“Estaba en la cocina de mis abuelos cuando oí blues por primera vez en mi vida. Tenía 13 años y la música venía del jardín. Era un muchacho blanco que estaba trabajando en la casa y mientras lo hacía escuchaba en la radio una emisora de música negra. Esa música entró en mi corazón y quise saber enseguida de qué se trataba. Yo tocaba el ukelele desde los 9 años y por esos días empezaba a inclinarme por la guitarra.” Winter solía comentar en las notas el momento en el que su vida cambió para siempre. El guitar-hero vendría después, las adicciones a la heroína y la metadona también, pero ese instante se mantendría fresco en sus recuerdos.

Tras esa revelación, Winter comenzaría a escuchar y acopiar discos de blues. A los 14 años formaría una banda con su hermano Edgard (cantante, tecladista y saxofonist­a), colaboraci­ón que tendría infinidad de capítulos en su dilatada trayec- toria. En la década siguiente, Johnny obtendría cierta repercusió­n a nivel regional y una nueva revelación. “No vi muchos conciertos en mi adolescenc­ia, pero a los 17 vi a B.B. King y me deslumbró. Tuve la arrogancia de pedirle que me dejara tocar con él. ¡Y me dijo que sí! Sólo toqué una canción, pero me llevé una ovación del club”, solía contar el guitarrist­a.

Nacido en la localidad texana de Beaumont, Winter se convertirí­a en uno de los más destacados exponentes del blues blanco de Texas, a la par de Steve Ray Vaughan. En 1969 lanzaría su primer álbum y se presentarí­a en el festival de Woodstock. Second Winter y Johnny Winter And completarí­an la primera trilogía de álbumes de estudio.

A comienzos de los 70, el blusero albino caería en las garras de la heroína, adicción que superaría a manos de otra: la metadona. Still Alive and Well, Together (con su hermano Edgard) y Nothin’ But The Blues serían algunos de los muy buenos discos que editaría en los 70. Hacia fines de la década se asociaría con Muddy Waters, a quien le produciría sus últimos cuatro discos.

Más activo en los 80 que en los 90, en la última década intercaló discos de estudio y en directo con giras por su país y Europa, como esta última en la que lo sorprendió la muerte. El productor local Roberto Menéndez, quien iba a lograr que Winter tocara en Buenos Aires tras varios intentos fallidos, expresó su dolor en un comunicado. “Tengo la misma sensación de vacío que cuando a fines del 92 el manager de Gillespie, entre lágrimas, nos dijo que ese día lo habían internado a Dizzy y que no podría cumplir su contrato con nosotros.”

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REUTERS Estampa de guitarrist­a texano

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