LA NACION

La Bienal de distéfano

Las obras del escultor y pintor se lucen en Venecia

- Alicia de Arteaga

VENECIA.– Emocionado, abrazado a su mujer, la dramaturga Griselda Gambaro, Juan carlos Distéfano agradeció ayer el enorme privilegio de exponer su obra en el Pabellón argentino de la 56a Bienal de Venecia. Eran casi las siete de la tarde, cuando el canciller Timerman y la embajadora Magdalena Faillace dejaron oficialmen­te inaugurado el envío nacional en los arsenales venecianos.

Minutos antes, en teleconfer­encia desde chaco, habló cristina Kirchner y celebró la obra “del gran escultor a quien conozco menos que a su mujer, la querida Griselda Gambaro”, dijo en un mensaje que resultó más breve de lo previsto.

Ya se sabe, la tecnología suele jugar una mala pasada en el momento menos pensado. Justo cuando la Presidenta se disponía a disertar sobre el sentido de la Urpila de Buenos Aires, esa emblemátic­a pieza en la que Distéfano rinde homenaje al gran Gómez cornet, la comunicaci­ón se cortó. Poco duró la teleconfer­encia en un día que había comenzado accidentad­o, con un incendio en el aeropuerto Fiumicino, de Roma, que obligó a suspender los vuelos de la mañana y al canciller a tomar un tren a Venecia.

El pabellón, una antigua sala de armas de los arsenales donde los barcos que iban a oriente guardaban sus atalajes, conserva los muros de ladrillo y un increíble techo con vigas de madera, que, según recordó el presidente de la Fundación Bienal, Paolo Baratta, “es el único que queda intacto”.

Baratta llegó puntual a la cita de la inauguraci­ón, pero no pudo esperar al canciller. Es el hombre más solicitado de toda la Bienal y tiene una inauguraci­ón cada 30 minutos. Fue él quien negoció con el gobierno argentino la posibilida­d de alquilar por 20 años un espacio propio y evitar la condición de “país nómade”.

El edificio se restauró con respeto y quedó inaugurado en 2013 en la anterior Bienal de arte, con la obra de Nicola costantino, eje de una polémica de la que muchos prefieren no hablar. En este caso, la obra de Distéfano concilia voluntades y ha ganado también el favor del público en una edición en la que el lenguaje de la figuración, la escultura y la pintura están casi ausentes y han sido reemplazad­os por prácticas conceptual­es, instalacio­nes, videos y también inéditos cruces de disciplina­s que responden de manera dispar a la propuesta curatorial “Todos los mundos futuros”, lema del nigeriano okwui Enwezor. Una edición anticipada a la que el clima le sienta bien: sol primaveral y la luz tamizada por la bruma de la laguna que el inglés Turner supo pintar como nadie.

La inauguraci­ón del envío argentino demoró un día y una hora más de lo previsto por cuestiones de agenda oficial. ayer, la teleconfer­encia presidenci­al coincidió con el acto de apertura de un hospital en chaco; dos realidades y geografías poco afines y difíciles de conciliar.

además de las autoridade­s, acompañaro­n a Distéfano, Hugo Sigman y Silvia Gold, quizá los mayores coleccioni­stas de su obra; las galeristas orly Benzacar y Teresa anchorena; la presidenta de la Fundación Proa, adriana Rosenberg; oscar Smojlan, director del Museo de Neuquén, y los artistas Marta Minujin, ana Gallardo, Liliana Porter, adriana Lestido, Max Gómez canle, Tomás Espina, Zulema Maza y Martín Di Girolamo.

Entre las 23 obras de Distéfano que se presentan en La rebeldía de la forma, selección curada por María Teresa constantin, con montaje de Patricio López Méndez y Federico Fishbarg, se destaca la última pieza que secretamen­te Distéfano terminó cuando el envío ya estaba anunciado.

inspirada en El secreto de Ema, de Lino Enea Spilimergo, la Ema traviesa, recrea la historia de una joven prostituta que acaba suicidándo­se. Un final más dramático que el de la Ramona Montiel de Berni, a la que el rosarino pinta en su boda, hecho que la redime del pasado marginal. Esta Ema tensa aún más la cuerda por su condición de travesti. Distéfano deja ver a través de la resina transparen­te, modelada magistralm­ente, los clasificad­os de los diarios que le ponen precio al sexo.

La rebeldía de la forma es el último envío de la actual directora de asuntos culturales de la cancillerí­a, Magdalena Faillace, quien cierra un ciclo de cuatro envíos nacionales durante su gestión; Yuyo Noé, adrián Villar Rojas, Nicola costantino y esta selección de esculturas de Juan carlos Distéfano, entre las que se incluye Acción directa, un trabajo imponente (mide 3,25 x3 x 3) que integra la colección del Museo de Bellas artes de Houston. Desde allí llegó la obra custodiada por las manos expertas de Delmiro Méndez, quien podría escribir una historia del ir y venir de las obras de arte en nuestro país y en el mundo.

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Cancillerí­a Faillace y Timerman junto a Distéfano y su esposa, la escritora Griselda Gambaro

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