El FPV es un hervidero pero nadie se hace cargo del mensaje
Crece en el oficialismo la pelea por la Casa Rosada, pero ninguno de los candidatos se quiere bajar
¿Yo, señor? Sí, señor. No, señor. Pues entonces ¿quién lo tiene? Como en el juego del gran bonete, todos los candidatos del oficialismo evitaron hacerse cargo del mensaje presidencial en medio de una interna cada vez más caliente.
Cristina Kirchner echó ayer nafta al fuego en el que se estaba consumiendo la pelea tanto para quienes pujan por la presidencia como para la gobernación bonaerense, y entre interpretaciones varias y acusaciones cruzadas todos los protagonistas miraron para otro lado.
Los dos menos inquietos fueron Daniel Scioli y Florencio Randazzo. El gobernador, porque va a la delantera en los sondeos de opinión. El ministro, porque justo ayer compartió con la Presidenta un acto y el día anterior había estado con su colega de Economía, Axel Kicillof, el preferido de la Casa Rosada. Dispuesto a resistir, Randazzo repite que no se bajará y ayer hasta se presentó delante de Cristina como candidato presidencial. En su entorno creen que si la Presidenta estuviera disconforme con su campaña ya se lo habría hecho saber cortándole directamente la posibilidad de hacer campaña con la política ferroviaria. “Esto era lo que iba a pasar. Van a quedar dos fórmulas”, reflexionan cerca del funcionario.
Randazzo está en el grupo de los cuatro precandidatos que esperan la señal de Cristina. Repite que sólo ella definirá su destino, incluso su candidato a vicepresidente, pero jura que si lo manda a competir por la provincia de Buenos Aires se va a su casa. Habla seguido con Cristina, pero es resistido por La Cámpora y sus colegas de gabinete. Lo ayudan las encuestas, que, aunque lejos de Scioli, reflejan que se despegó del pelotón que menos mide.
El que por ahora parece dispuesto a resistir es Sergio Urribarri. El entrerriano confía en que Cristina lo mantenga en la grilla y se agarró ayer de una frase presidencial para reivindicarse. “Cristina fue muy clara. El próximo presidente no puede ser alguien que gobierne para quedar bien con los poderes concentrados”, se plantó en un comunicado. Aspira a ser la tercera opción en la ingeniería electoral que está en la cabeza de la Presidenta, o bien que en una carambola opositora se arme un polo opositor con Sergio Massa en la provincia y Mauricio Macri en la nacional que haga que Randazzo deba jugar en terreno bonaerense.
Agustín Rossi y Jorge Taiana son los que están cerca de dar un paso al costado, pero estirarán la decisión para tratar de ubicarse mejor en el reparto posterior. Son los dos que se sintieron más aludidos.
En la provincia, lejos de depurarse sola, la interna quema y en la previa del congreso de hoy del PJ lo que abundaron fueron las culpas, pero ajenas.
Tanto desde el sector de Julián Domínguez como del de Diego Bossio miraron a Aníbal Fernández, que estrenó candidatura hace 24 horas. ¿Justo después de eso dice lo que dice la Presidenta?, se preguntaban con ironía. El jefe de Gabinete mostró musculatura peronista en su presentación, pero le faltó La Cámpora. En la organización juvenil explican que no pueden hacer gestos en la previa. Su sostén es Scioli y José Ottavis.
Los más alterados ayer eran los intendentes Fernando Espinoza y Martín Insaurralde, que ya recibieron la orden de Olivos de competir en sus municipios. El hombre de Lomas de Zamora a esta altura ya no lo descarta y se muestra cerca de Aníbal, pero el matancero resiste y ya avisó que él no será el pato de la boda que ponga los votos del distrito más poblado para que el premio mayor se lo lleve otro.
Domínguez se mostró ayer con Patricio Mussi, fórmula que camina con la venia de Julio De Vido (ver aparte). Ninguno de los dos piensa en bajarse, lo mismo que Sergio Berni, en dupla con Bossio. Gabriel Mariotto ya bajó sus aspiraciones y sueña con ser el vice del jefe de Gabinete.
Fernando “Chino” Navarro está en situación similar a Jorge Taiana, impulsado por el Movimiento Evita, hoy en tensión con el Gobierno. Como Carlos Castagnetto, en el Gobierno sostienen que serán de los primeros en bajarse.
Otra situación es la de Martín Sabbatella. Él no quiere ni aparecer, pero sabe que la Casa Rosada necesita un representante del ala progresista. Ayer se mantuvo ajeno a la pelea y sólo hará lo que le diga Cristina. Mariana