LA NACION

El Gobierno busca frenar a la Corte con los ataques a Fayt

En la Casa Rosada evalúan que los podría beneficiar una parálisis del tribunal en el caso de que sólo queden tres magistrado­s

- Mariano Obarrio LA NACION

La feroz embestida que ordenó la presidenta Cristina Kirchner a sus principale­s ministros y operadores para pedir la renuncia del juez de la Corte Suprema Carlos Fayt, de 97 años, tiene un objetivo central: paralizar al máximo tribunal para evitar cualquier posibilida­d de que trate antes de fin de año dos de las causas que más preocupan a la jefa del Estado: la investigac­ión de las cuentas de su empresa Hotesur y la constituci­onalidad del memorándum firmado por el Gobierno con Irán.

“Ésas son las dos causas que podrían llegar a la Corte antes de que termine el mandato de la Presidenta y son las que más le preocupan a ella”, confirmó a la nacion un alto funcionari­o del Poder Ejecutivo.

Con sólo tres miembros la Corte que preside Ricardo Lorenzetti quedaría virtualmen­te paralizada. Los fallos del tribunal requieren una mayoría de al menos tres votos afirmativo­s. Si uno de los tres miembros vota en contra, impediría cualquier resolución, explicaron a la nacion en la Casa Rosada.

“Fayt siempre vota con Lorenzetti. Si no está Fayt, sólo contaría con Juan Carlos Maqueda. Si Elena Higton de Nolasco vota a favor del Gobierno, no hay fallo, porque quedan 2 a 1. Y al no haber tres votos no se avanza”, explicó una fuente oficial.

La máxima pretensión de Cristina Kirchner sería lograr dos nuevas vacantes en el tribunal: la de Fayt y la de Eugenio Zaffaroni, quien renunció en diciembre pasado.

El oficialism­o podría ofrecer así a la UCR un acuerdo en el Senado para repartirse esos dos sillones entre el abogado kirchneris­ta Roberto Carlés, cuyo pliego está trabado por todos los bloques opositores, y un jurista del partido que conduce Ernesto Sanz. Pero en Balcarce 50 descuentan que la UCR no aceptará ese pacto.

El radicalism­o, hoy aliado a Pro, de Mauricio Macri, se propuso no otorgar los dos tercios en el Senado para designar a ningún juez propuesto por el Gobierno.

Es por ello que la Casa Rosada busca ahora la alternativ­a de mínima: dejar a la Corte con tres miembros y forzar a la oposición a tener que completarl­a o dejarla en una virtual parálisis para que durante la campaña no avancen las causas que afectan al Gobierno.

Y para ello Cristina necesita que renuncie Fayt, a quien el Gobierno acusa de no estar en plenas facultades por su avanzada edad.

Sin embargo, la hija del juez, Graciela Fayt, ratificó ayer lo que había dicho su abogado, Jorge Rizzo, en el sentido de que no renunciará. “Está vivo y trabajando, su lucidez no puede ser puesta en duda”, dijo la hija del juez a radio Vorterix.

“Estas cosas que se dicen, que están preocupadí­simos en el Gobierno por resguardar las garantías de la Corte. No deberían preocupars­e porque la Corte tiene una enorme responsabi­lidad con la que ha cumplido siempre, y mi padre tiene una enorme responsabi­lidad y nadie correría ningún riesgo. La lucidez, la brillantez y el trabajo de mi padre no pueden ser puestos en duda”, apuntó.

No obstante, la ofensiva del kirchneris­mo continuó ayer. El diputado ultrakirch­nerista Carlos Kunkel le pidió a Fayt que no hable a través de “terceros” y lo “invitó” a la Comisión de Juicio Político para que los diputados puedan “platicar con él”.

Por su parte, la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, exigió las renuncias de Lorenzetti y Fayt durante un escrache callejero (ver aparte).

Pese a que el kirchneris­mo nombró a la diputada de La Cámpora Anabel Fernández Sagasti al frente de la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados, el enjuiciami­ento en el Congreso es inviable según consideran en el Gobierno: el Frente para la Victoria no cuenta con dos tercios de los votos en Diputados ni en el Senado para destituirl­o.

El Gobierno podría ampliar por ley de cinco a nueve el número de miembros de la Corte, y ello todavía no fue descartado por los máximos operadores de Cristina; el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, y el secretario legal y técnico, Carlos Zannini.

Sin embargo, aquella falta de dos tercios de los votos haría imposible nombrar en el Senado a esos miembros.

Por ello, Cristina Kirchner tomó la decisión de la Corte de declarar la nulidad de una lista de conjueces (para evitar esa ampliación) como un desafío político imperdonab­le.

El Gobierno teme que la Cámara de Casación declare en junio próximo la inconstitu­cionalidad del memorándum con Irán, que desembocó en la denuncia del fiscal Alberto Nisman contra la Presidenta por encubrimie­nto a ese país por el atentado a la AMIA.

Si ello ocurre, la apelación elevaría el caso a la Corte Suprema.

También el caso Hotesur podría ir a la Corte. Existe una disputa de jurisdicci­ones federales entre la Capital Federal y Comodoro Rivadavia y el kirchneris­mo quiere sacarle la causa al juez federal Claudio Bonadio, que avanza en la investigac­ión a la familia Kirchner por la administra­ción de sus hoteles, y llevarla al Sur.

Esa discusión podría recaer tarde o temprano en el máximo tribunal. Con la parálisis el Gobierno se aseguraría al menos seis meses, los de campaña electoral, de tranquilid­ad judicial.

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