Expectativa por la caída del carguero espacial ruso
Progress m-27m. A última hora de ayer, la nave seguía su descenso sin control
Hasta última hora de ayer, al cierre de esta edición, el carguero espacial ruso Progress seguía en caída libre hacia la Tierra, a pesar de que la agencia espacial rusa Roskosmos había anticipado que los restos de la nave desintegrada tocarían suelo minutos antes de las 23 (hora argentina).
La nave no tripulada, con 2,5 toneladas de carga, estuvo orbitando el planeta en caída libre desde el martes de la semana pasada, cuando los operadores rusos perdieron su control mientras viajaba hacia la Estación Espacial Internacional (EEI) para abastecerla con insumos.
“El satélite abandonará su órbita entre la 1.13 y las 4.51 hora de Moscú (19.13 y 22.51 hora argentina de ayer)”, señaló Roskosmos a través de un comunicado. “La nave se desintegrará completamente al atravesar las capas de la atmósfera y sólo algunos pequeños fragmentos llegarán a la Tierra”, adelantó. Hasta ese momento, se desconocía el lugar exacto donde caería la nave, pero casi todas las naves espaciales de ese tipo se desintegran en la atmósfera o caen en los océanos, que ocupan la mayor parte de la superficie terrestre. Según informó la agencia AFP, desde Roskosmos estimaban que el descenso de la nave Progress M-27M hacia la Tierra no mostraba signos de que se diferenciaría del de una nave bajo control.
Ayer, el carguero pasó por el cielo de la Argentina.
Cada año, Rusia lanza entre tres y cuatro cargueros espaciales para enviar suministros a la EEI. Los Progress, que se emplean desde hace 35 años, son uno de los grandes orgullos de la industria aeroespacial rusa, con un historial prácticamente inmaculado: hasta ahora sólo habían sufrido un solo accidente, en agosto de 2011, provocado por un fallo del cohete portador. La pérdida de este carguero costará unos 500 millones de euros, aunque la buena noticia es que no puso en peligro a la tripulación de la EEI, que dispone de reservas para varios meses.
Descontrolado
El martes de la semana pasada, pocas horas después de que despegara, el carguero Progress, sin tripulantes a bordo y que demoraría seis horas en llegar a destino, dejó de responder a los ingenieros rusos del Centro de Control de Vuelos Espaciales de Rusia a cargo de la misión lanzada desde el cosmódromo de Baikonur (Kazakhstán).
La nave quedó en una órbita errónea y dejó de enviar datos a la sala de control porque no se desplegaron todas sus antenas. Varios sitios de Internet que se dedican al seguimiento de la chatarra espacial proyectaron la trayectoria del carguero en su caída casi 8 km por segundo cuando se encontraba a menos de 150 km de altura desde el suelo terrestre.
Ya se formó una comisión investigadora para determinar las circunstancias de este incidente, que parece haberse producido durante la separación entre la nave y el cohete, según precisó el vicepresidente de Roskosmos, Alexandre Ivanov.
De acuerdo con el sitio Space.com, las pequeñas piezas que caerían sobre la Tierra tenían muy pocas probabilidades de caer sobre alguna persona. Las probabilidades eran de 1 en 10.000 y, tomando en cuenta que existen más de 7000 millones de personas en el mundo, la probabilidad era demasiado remota.