LA NACION

River aplicó su plan con empuje y tomó ventaja

En el Monumental, venció a Boca 1 a 0 en una batalla estratégic­a friccionad­a que se definió con un penal a menos de diez minutos del cierre, y le trasladó la preocupaci­ón al equipo xeneize de cara al desquite en la Bombonera

- Christian Leblebidji­an

Una serie tan cargada de nervios como esta trilogía de superclási­cos, y en particular la serie por la Copa Libertador­es, fácilmente se vuelve una batalla de estrategia­s, una lucha en la que los detalles pesan. River asumía la de anoche desde la posición relegada que le dio la derrota del domingo pasado, pero el empuje y el convencimi­ento con que ejecutó la suya le dieron un premio más que valioso. No deja de serlo un 1-0 como local, que le traslada la preocupaci­ón a Boca, ya sin el invicto que conservaba en el año y obligado a torcer en la Bombonera el rumbo de una pulseada compleja por los octavos de final de la Libertador­es.

El impulso anímico que le dio aquella victoria afirmó al equipo de Arruabarre­na en su plan de juego: el 4-3-3 habitual, encarnado anoche por hombres que le dieran buen manejo, como Gago, Lodeiro y Pa-

blo Pérez, y la intención de sostener una presión alta. Una correcta idea y acertados intérprete­s, pero fallaba la ejecución: en lugar de explorar caminos ofensivos por los costados, Boca casi siempre tendió a cargar el juego por el centro. Así le facilitaba el trabajo a su rival, porque en ese sector chocaba con el robusto entramado que le oponía River con el doble 5 que conformaba­n Ponzio y Kranevitte­r.

El problema xeneize no pasaba tanto por la defensa, donde Cata Díaz mantuvo una producción muy buena hasta que salió, lesionado, y donde Marín sufría los problemas lógicos del trabajo a destajo al que lo obligaban por su zona Teo Gutiérrez y Driussi. La debilidad visitante estaba en el medio y en el ataque, donde sufría la presión de River, que cortaba permanente­mentey encimaba siempre a Calleri y a Pavón. Entonces, Boca encontraba enormes dificultad­es para acercarse con peligro al área de Barovero; lo que no alcanzaban a bloquear Ponzio y Kranevitte­r lo

resolvían los centrales, o las buenas intervenci­ones de Mammana.

La problemáti­ca de River era otra. La misión encomedada a sus dos volantes centrales respondía a la necesidad de recuperar la iniciativa y sentirse más sólido. Consiguió eso, pero no que esa superiorid­ad –numérica y de presencia– se tradujera en llegadas profundas, en jugadas de gol claras. Aproximaci­ones no le faltaron, pero ni los 12 córners de que dispuso en ese primer tiempo llegaron a generar la sensación de que orion pasaba grandes riesgos: las amenazas locales se desdibujab­an en las cercanías del área.

igual, River terminó la etapa con una superiorid­ad marcada en un partido que se llenaba de fricciones y le complicaba el trabajo a Germán Delfino, que debió expulsar a Lionel Vangioni por su durísima entrada a Gago y pasó por alto una segunda tarjeta amarilla a Ponzio.

De ese primer tiempo adverso en el desarrollo, a Boca le urgía sacar

conclusion­es y corregir el rumbo. Por momentos lo logró; se instaló algo más atrás y se dio a la misión de controlar el partido, de evitar riesgos. Su trabajo defensivo siguió siendo correcto, pero en el medio campo la presión ininterrum­pida de River lo intranquil­izaba, lo colocaba al filo del error. Este detalle, a la larga, fue el que definió el partido: la falla de Gago en un pase interior, que derivó en el penal –bastante ingenuo, por cierto– de Marín a Pity Martínez, ocurrió en un momento en que River era poco claro.

Después fue tarde para que Boca se reencamina­ra, pero no para que River cayera en errores –la expulsión de Teo Gutiérrez, correcta decisión de Delfino– llamativos en ese momento anímico. Clásicos así, en los que la tensión y la concentrac­ión juegan tanto, pueden quedar marcados por detalles; a River, su tenacidad lo puso en disposició­n de aprovechar uno y tomar una ventaja nada despreciab­le.

 ?? Fabián marelli ?? Agustín Orion queda lejos de la pelota, y el remate de Carlos Sánchez en el penal será la victoria de River, en un partido tenso y friccionad­o
Fabián marelli Agustín Orion queda lejos de la pelota, y el remate de Carlos Sánchez en el penal será la victoria de River, en un partido tenso y friccionad­o

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