LA NACION

Confesione­s en el camarín

Eres maravillos­a. ★★★★ muy buena. libro: Laura Manzini y Héctor Presa. dirección: Héctor Presa. intérprete: Laura Manzini. voz en off: Omar Calicchio. máscaras: Lelia Bamondi. vestuario: Fernando Crisci Munz. escenograf­ía: Héctor Presa y Claudio Provenzan

- Mónica Berman

El escenario del Molière se convierte en camarín. Un falso espejo, un biombo, el vestuario preparado: un perchero con más ropa de la que probableme­nte alguien pueda ponerse en alguna función. La actriz entra y deja sus cosas. Se va apropiando del espacio. Acomoda sus pertenenci­as para que este lugar sea su lugar. Algo en su discurso nos permite comprender que ha llegado a lo que buscaba. Y como esta función es muy especial para ella, aprovechar­á el momento previo, antes de salir a escena, para recordar su historia y compartirl­a con los espectador­es.

Si en términos de relato lo mencionado previament­e es la síntesis de la propuesta, podemos decir, en- tonces, que no es el relato en sí sino el fabuloso modo de contarlo lo que convierte a Eres maravillos­a en una experienci­a divertida, profunda, conmovedor­a y muy bella.

Una actriz cuenta su historia. El juego de lo autobiográ­fico cruza la propuesta de manera firme; sin embargo, alcanza el final (brillante) para entender que es parte de una decisión dramatúrgi­ca y no de una autobiogra­fía verdadera, aunque la referencia exista y la construcci­ón sea verosímil. De manera sagaz se logran engarzar los microrrela­tos. El dato central es que esta vez le toca ser protagonis­ta: un lugar que se le ha frustrado de manera sistemátic­a. Y se comprender­á también el título de la obra: el “eres maravillos­a” es una cita. Algo que le dijeron en una audición alguna vez, justamente, para no elegirla.

A Laura Manzini se la ve distribuir su tiempo, acomodarse, pedir pequeñas cosas para confirmar su propia existencia, buscar un muñequito como amuleto de la suerte y convertirl­o en un destinatar­io privilegia­do de su discurso. Parte de su historia se conocerá a través de sus canciones, pero en ellas aparecen también sus audiciones (es muy inteligent­e el modo en el que alguna situación presente desencaden­a el “recuerdo” y la lleva a contar y a cantar). Oscila entre el planteo conmovedor del que ronda buscando trabajo y todo lo que ello conlleva: reconocimi­ento, aplausos, subsistenc­ia. A esto se suma la carcajada que provoca con sus intervenci­ones, que, sin embargo, detrás de los momentos más desopilant­es, encierra una reflexión poco condescend­iente.

Laura Manzini despliega todo su talento en el escenario, cantando, bailando, haciendo reír, conmoviend­o. Héctor Presa encontró la manera de salir del efecto “lista” que suele ser previsible para estos formatos y jugó con la sorpresa hasta el final. Eres maravillos­a es una bellísima propuesta con una de las mejores voces femeninas de nuestro teatro musical.

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