Al mal tiempo, buenas ideas. O cómo inspirarse en los días de lluvia
El invierno se acerca, pero a no deprimirse: según los expertos, los días nublados y las olas de frío son ideales para la innovación
Pronóstico para hoy: soleado por la mañana, desmejorando hacia la tarde. Tiempo inestable, probabilidad de chaparrones aislados y tormentas de ideas.
Académicos de distintas disciplinas (psicólogos, economistas del comportamiento, antropólogos) que vienen estudiando la relación entre las variables climáticas y las habilidades cognitivas de las personas (entre ellas, la creatividad) aseguran que hay un vínculo causal entre ambas. El contexto meteorológico influye a la hora de inspirarnos. Por ahora, los resultados vienen siendo positivos para las temperaturas templadas y las lluvias, y negativos para el calor y los días soleados. Al mal tiempo, buenas ideas.
¿Cuál es la explicación de este fenómeno? Las hipótesis son variadas. En su reciente libro Drunk Tank Pink (aún no traducido), el economista del comportamiento, profesor de marketing y de Teoría de la Decisión de la Universidad de Nueva York, Adam Alter, argumenta que los días nublados o lluviosos promueven una conducta más introspectiva, que lleva a un pensamiento más profundo y claro. “Los seres humanos estamos biológicamente predispuestos a evitar la tristeza y la melancolía, y respondemos a estos contextos buscando alternativas en nuestra caja de herramientas emocionales. En contraste, la felicidad de un día soleado envía la señal de que todo está bien, de que no hay de qué preocuparse, y por lo tanto no hay necesidad de pensar en profundidad”, explica Alter.
“Yo me imagino un día nublado y me dan ganas de pensar, de leer, de investigar. Me da la sensación de que en esos días no hay nada mejor que hacer. Me brindan paz y el foco para ser más próspero a la hora de imaginar y de pensar”, cuenta a la
el creativo Juan Manuel “Papón”
nacion Ricciarelli, dueño de la agencia Don, que atiende cuentas como la del banco ICBC o parte de la del gobierno de la ciudad. “Pensar que hay un sol tremendo y uno está trabajando en un guión, por ejemplo, me hace sentir un marciano. Los días nublados están llenos de momentos para concentrarse en tareas creativas, simplemente es algo mágico”, agrega.
Cuando llueve, a Ricciarelli le gusta ir a trabajar a bares con una buena vista, como La Biela, Selquet o el bar del museo Malba. “Son un gran refugio ya que la sensación es que podés estar entre la gente, pero sin mojarte”, dice el creativo. En esos contextos se le ocurrieron ideas para la campaña de re-branding del ICBC (que en pocas semanas, cuando se vendió a inversores chinos, debió cambiar toda su identidad desde la anterior del Standard Bank), como la ocurrencia de regalarle un plazo fijo de mil pesos a cada chico que hubiera nacido el mismo día que el nuevo banco: 8 de marzo.
Más allá de la evidencia anecdótica, la novedad, entre los economistas, es la publicación reciente de estudios que miden el impacto de la temperatura sobre el comportamiento de las personas en forma mucho más precisa que lo que se había hecho hasta ahora. A nivel macro, los efectos negativos del calor sobre el crecimiento son mayores a lo que se pensaba, y también los conflictos y la violencia parecen tener una correlación más elevada con el cambio climático –y la suba en la temperatura promedio que conlleva– de lo que se suponía.
“Hay muchas investigaciones que estiman el impacto de las altas temperaturas sobre el crecimiento en forma indirecta, a través de los menores rendimientos agrícolas, del mayor nivel del mar, que provoca inundaciones en algunos países, etcétera. Pero hasta ahora se había hecho muy poco mezclando a la economía con conocimientos recientes de la fisiología y de la psicología sobre el impacto del calor en las personas”, cuentan los economistas Geoffrey Heal y Jisung Park en un trabajo publicado un año atrás por el National Bureau of Economic Research (NBER) de los Estados Unidos. Ambos investigadores son de las universidades de Columbia y de Harvard, respectivamente. La culpa es del calor
“La literatura de la fisiología tiene bien documentados los impactos negativos del calor sobre la performance física y cognitiva de las personas en muy diversos rubros, desde los atletas de alto rendimiento hasta los estudiantes que dan pruebas de matemática, pasando por la creatividad”, explican Heal y Park. Basados en estos estudios, los economistas construyeron un modelo de oferta laboral que muestra que, en años sensiblemente más calurosos que el promedio, el producto per cápita puede crecer hasta un 3% menos que lo habitual. La magnitud del número sorprendió a Heal y Park, que a la hora de buscar explicaciones recurrieron a las neurociencias: nuestro cerebro es responsable de generar un 20% del calor del cuerpo y en determinados climas que se alejan de la temperatura “óptima” para trabajar, se gasta mucha más energía en esta tarea de regulación, que se termina restando de la disponible para las tareas laborales.
Una muestra de 150 países del año 2000 revelaba cómo, en promedio, el PBI de los países decrecía un 8,5% por cada grado Celsius a medida que las naciones en cuestión estaban más cerca del trópico. El economista español Xavier Sala-i Martin mostró de qué manera las tasas de crecimiento bajan con la latitud, que es un buen indicador aproximado de temperatura. Más recientemente, en 2008, economistas europeos descubrieron que para países pobres de África, cada grado Celsius por encima del promedio de temperatura equivale a un punto menos de crecimiento del PBI en ese año caluroso.
El calor no sólo nos hace menos creativos, también más violentos e irritables. Los economistas Marshall Burke, Solomon Hsiang y Edward Miguel publicaron un trabajo revelador al respecto, en el cual se cuantificó la relación causal entre conflictos entre personas y cambios extremos en el clima. Burke, Hsiang y Miguel relevaron 60 de los mejores estudios que comparan niveles de violencia en períodos de temperatura promedio con los niveles de agresión en años de desvíos importantes en el clima. Los trabajos incluidos para este metaanálisis vienen de campos muy diversos, como la arqueología, la criminología, la economía, la geografía, la historia, las ciencias políticas y la psicología. Aquí también la magnitud de los efectos descubiertos sorprendió a los investigadores: por cada desvío estándar hacia temperaturas más cálidas y lluvias menos copiosas, el promedio de conflicto entre grupos se incrementa un 14 por ciento.
Para llegar a esta cifra se tuvieron en cuenta episodios como los aumentos del crimen en los Estados Unidos y Australia en años calurosos, los conflictos étnicos en Asia en períodos de poca lluvia y las invasiones de tierras en Brasil durante temporada de inundaciones. También se tuvo en cuenta el rol del clima en el final de civilizaciones icónicas, como el del imperio acadio en Siria en el año 2000 a. C.; el de los mayas en México, en el siglo IX, o el de Angkor Wat, en el siglo XV.
Ahora bien; si todas estas correlaciones son ciertas, los costos del cambio climático son mayores a lo que se pensaba: trece de los catorce años que se llevan cerrados en este siglo tuvieron las temperaturas récord desde que hay mediciones sistemáticas (desde 1880) y un reporte de Bloomberg de la semana pasada cita a meteorólogos estimando que 2015 será otro período extremo en calor a nivel planetario.
En su libro, Alter menciona un experimento realizado por psicólogos australianos en la ciudad de Sydney, que durante dos meses hicieron pruebas cognitivas (fundamentalmente de memoria) a la salida de un shopping, con consumidores elegidos al azar. Aquellos que tomaron los tests en días nublados respondieron mejor que quienes lo hicieron en jornadas soleadas.
Cuando piensa en días nublados, a Ricciarelli, el creativo de Don, se le vienen a la cabeza “ciudades como Londres o París, que fueron lugar de origen de grandes pensadores como Jean Paul Sartre, Michel Foucault, Charles Dickens y Lewis Carroll. No es casualidad que en estas ciudades llueva un promedio de 120 días al año; uno de cada tres días hay mal tiempo”. La pregunta es obvia: ¿podrá la ola de frío con algunas lluvias que llegó a principios de mayo inspirarnos y ayudarnos a tener mejores ideas?
Estamos biológicamente predispuestos a evitar la tristeza y la melancolía, y respondemos a eso buscando alternativas en nuestra caja de herramientas emocionales