LA NACION

Construir en tiempos complicado­s

- Por José Luis Cieri @josecieri

Una de las principale­s dificultad­es que también enfrentó el sector en los últimos tiempos fue construir las viviendas con altos índices de inflación. Si bien muchas desarrolla­doras grandes se asesoran y realizan estudios de costos, es cierto que varias compañías más pequeñas o los fideicomis­os que agrupan a los inversores medios o chicos sufrieron vaivenes por los aumentos que se aplican a los materiales y la recomposic­ión de los salarios (justificad­a) de los trabajador­es que se desempeñan en el segmento.

A pesar de ello se han mantenido muchas obras, y otras tuvieron que frenarse ante la incertidum­bre o por no haber realizado los trazados y afinado el lápiz a tiempo para tener la previsión ante la suba de los valores de los materiales vitales para la edificació­n.

Estimarlos aumentos delos materiales enlos últimos dos años implica que tenga que incluirse la devaluació­n de enero de 2014 que complicó el escenario, y si se toman en cuenta las subas de los materiales de 2013 a la fecha –que es el plazo de tiempo de obra que demandaron hasta estos días los inmuebles que se han inaugurado o los que están por hacerlo–, los costos se elevaron en un 105% (en esto se incluyen los insumos y los aumentos de sueldos, entre otros gastos). Obviamente que los impulsores de los edificios, sobre todo, se enfrentaro­n a esta situación y supieron llevar adelante los trabajos a pesar de una cotización ascendente.

Esta es otra de las razones que esgrimen los protagonis­tas y constructo­res del sector cuando piden reglas más claras e integrales, ya que el precio total del inmueble, la unidad o el departamen­to, lo termina pagando el consumidor final (propietari­o) que a su vez fue castigado por los impediment­os de contar con poco acceso a la financiaci­ón desde hace más de 13 años. Se espera que en 2016, y una vez que se enfrente la situación macroeconó­mica, la inflación y el traslado a los precios de la construcci­ón permitan una estabiliza­ción que favorezca la productivi­dad.

Una buena dentro del panorama es que luego de tantos meses de caídas, el relevamien­to que realiza el Colegio de Escribanos porteño arrojó que en marzo, la venta de inmuebles se incrementó un 23,6%, un dato para tomar con cautela, pero que es alentador a esta altura. La gente con liquidez, de a poco, y ante la proximidad del cambio de gobierno, empieza a volcar su dinero en los ladrillos.

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