Construir en tiempos complicados
Una de las principales dificultades que también enfrentó el sector en los últimos tiempos fue construir las viviendas con altos índices de inflación. Si bien muchas desarrolladoras grandes se asesoran y realizan estudios de costos, es cierto que varias compañías más pequeñas o los fideicomisos que agrupan a los inversores medios o chicos sufrieron vaivenes por los aumentos que se aplican a los materiales y la recomposición de los salarios (justificada) de los trabajadores que se desempeñan en el segmento.
A pesar de ello se han mantenido muchas obras, y otras tuvieron que frenarse ante la incertidumbre o por no haber realizado los trazados y afinado el lápiz a tiempo para tener la previsión ante la suba de los valores de los materiales vitales para la edificación.
Estimarlos aumentos delos materiales enlos últimos dos años implica que tenga que incluirse la devaluación de enero de 2014 que complicó el escenario, y si se toman en cuenta las subas de los materiales de 2013 a la fecha –que es el plazo de tiempo de obra que demandaron hasta estos días los inmuebles que se han inaugurado o los que están por hacerlo–, los costos se elevaron en un 105% (en esto se incluyen los insumos y los aumentos de sueldos, entre otros gastos). Obviamente que los impulsores de los edificios, sobre todo, se enfrentaron a esta situación y supieron llevar adelante los trabajos a pesar de una cotización ascendente.
Esta es otra de las razones que esgrimen los protagonistas y constructores del sector cuando piden reglas más claras e integrales, ya que el precio total del inmueble, la unidad o el departamento, lo termina pagando el consumidor final (propietario) que a su vez fue castigado por los impedimentos de contar con poco acceso a la financiación desde hace más de 13 años. Se espera que en 2016, y una vez que se enfrente la situación macroeconómica, la inflación y el traslado a los precios de la construcción permitan una estabilización que favorezca la productividad.
Una buena dentro del panorama es que luego de tantos meses de caídas, el relevamiento que realiza el Colegio de Escribanos porteño arrojó que en marzo, la venta de inmuebles se incrementó un 23,6%, un dato para tomar con cautela, pero que es alentador a esta altura. La gente con liquidez, de a poco, y ante la proximidad del cambio de gobierno, empieza a volcar su dinero en los ladrillos.