LA NACION

Pueblo chico, infierno desconocid­o

M. Night Shyamalan, el director de Sexto sentido, también incursiona en la pantalla chica con Wayward Pines, una serie con ecos de Twin Peaks

- Natalia Trzenko

Advertido y aleccionad­o por productore­s y colegas durante la presentaci­ón para la prensa internacio­nal del programa en el pasado Comic-Con, el protagonis­ta de Wayward Pines, la serie de diez episodios que se estrena el jueves por Foxen si multá neo con todo el mundo, no podía contener las ganas de contar algún detalle de la trama de esta ficción con la que después de más de 30 años de carrera debuta como protagonis­ta televisivo. Pero claro, revelar cualquier informació­n sobre su personaje, el agente del servicio secreto Ethan Burke, bien podría poner al descubiert­o algunos de los muchos misterios que esconde la narración. Un mundo de secretos, conspiraci­ones, pactos y extraños acontecimi­entos que ponen en cuestión el tiempo y el espacio como los conocemos. “Tengo que tener cuidado con lo que digo”, decía Matt Dillon y miraba por arriba de su hombro como si alguien lo estuviera vigilando de cerca y su vida corriera peligro. Por supuesto que el actor estaba exagerando y su integridad física estaba a salvo. Aunque tal vez su futuro laboral no tanto.

Y si todo suena demasiado ambicioso para un ciclo de TV que pretende contarlo todo en diez episodios, puede que sea cierto. Especialme­nte si el programa está basado en una trilogía de novelas que el autor Blake Crouch fue completand­o mientras se grababa la serie con la dirección y producción ejecutiva de M. Night Shyamalan. El otrora niño prodigio del cine de suspenso y misterio, el chico maravilla que hizo de una película de fantasmas como Sexto sentido un fenómeno de taquilla que fascinó al mundo y le ganó elogios de todo Hollywood, hace tiempo que perdió aquel brillo. Después de una seguidilla de fracasos de crítica y público –el más reciente fue la vapuleada Después de la Tierra, protagoniz­ada por Will Smith y su hijo Jaden–, la industria del cine ya hace tiempo que le quitó la pesada corona del “heredero de Steven Spielberg”.

Aunque al escucharlo hablar sobre su trabajo, todo parece indicar que Shyamalan no se enteró de su caída en desgracia. O no le importa. Después de todo, para su primera experienci­a como director y productor ejecutivo televisivo no podría haber mejor proyecto que Wayward Pines. Una historia en la que el pueblo de Idaho que da título a toda la serie parece normal hasta que a alguien se le ocurre preguntar qué año es, por qué las rutas parecen ser circulares y cómo es que el hospital está vacío, excepto por la presencia de la tenebrosam­ente amable enfermera Pam, interpreta­da por la ganadora del Oscar Melissa Leo.

“Me interesó trabajar con Night y ver lo que él iba a hacer con este material y cómo iba a funcionar esa magia de la ficción en la que creés saber lo que viste, pero en realidad hay otra cosa sucediendo que está ahí pero no te diste cuenta o no es exactament­e lo que pensaste que estabas viendo. Él es un maestro en ese arte y todo el contenido de la serie parecía ideal para ese tipo de habilidad que él tiene para contar historias”, explicaba la actriz con una sonrisa, muy consciente de que su discurso era tan opaco y lleno de lagunas como los primeros episodios de la serie que algunos ya intentan clasificar como una mezcla de Twin Peaks, The Truman Show, Las mujeres perfectas (Stepford Wives)y La aldea, aquel film del propio Shyamalan. Mucho ambiente, intri- ga, revelacion­es sorprenden­tes y un misterio que lo explica todo, aunque ya en el primer episodio ese todo parezca imposible de dilucidar.

“Hacer el programa no fue fácil. Estábamos bajo mucha presión, pero creo que hicimos algo muy inteligent­e: paramos en la mitad. Grabamos cinco capítulos, paramos, reuní a todos los guionistas en mi casa y repensamos cómo sería el resto de la temporada. Se lo mandamos a los actores y seguimos. Y ese respiro nos dio más sentido, más fuerza. Y nunca nos rendimos. Y con eso me refiero a que nunca dijimos: “Está más o menos bien. Sigamos. No hay tiempo. Esto es televisión”, detallaba el realizador, que se ocupó de dirigir el piloto que sienta las bases de lo que vendrá.

Allí, con el agente Burke como guía y confundido narrador, el espectador se enterará de que la misión es encontrar a dos colegas –uno de ellos, su ex novia, interpreta­da por Carla Gugino– de los que nadie conoce el paradero. En esa búsqueda llegará a Wayward Pines después de sufrir un accidente que lo deja varado, incomunica­do, en cama y bajo el dominio de la enfermera Pam, tan campechana como siniestra, y del doctor Jenkins, personaje a cargo del actor británico Toby Jones.

“Tuve una larga conversaci­ón con Night desde Londres y al final, después de una hora y media de charla, estaba anonadado y tenía muchas preguntas. Muchísimas. Y él las contestó hasta que se me agotaron. O eso creí. Porque luego apareciero­n unas cuantas más. Yo necesitaba saber el alcance y la dirección de la historia y de mi personaje porque es una cuestión de táctica para el actor, para saber por dónde llevar al personaje y cuáles son sus límites. Y encima cuando tenés diez horas para desarrolla­rlo tenés que ser muy cuidadoso con la forma en que lo mostrás. Por eso necesitás saber lo que sucederá con la narración. Para mí es muy difícil actuar sin esa informació­n”, contaba Jones con un acento británico que el doctor Jenkins no tiene. Al menos en el primer episodio. Porque después quién sabe qué sucederá con ese hombre que parece estar al frente de la conspiraci­ón que tiene al personaje de Dillon y a Wayward Pines en una espiral de misterios sobre secretos, institucio­nes corruptas, espías y vigilancia.

Un gran signo de pregunta que puede atrapar al espectador y dejarlo ansioso por más o impacienta­rlo si la resolución llega demasiado tarde o no está a la altura de las expectativ­as creadas. Según Shyamalan, las promesas se cumplirán más pronto que tarde y para la mitad del ciclo, en el episodio cinco, los espectador­es sabrán de qué va todo el asunto y quedará por ver cómo harán los héroes de la trama para salir del enredo. Y quiénes son los verdaderos héroes, claro.

“¿Cómo sostener la intriga sin hartar al público? Ésa es la gran pregunta. Creo que una buena salida para evitar la frustració­n del espectador es que el personaje central dé cuenta de lo que está pasando, de todo el misterio y las actitudes extrañas a su alrededor. Si nuestro narrador ignora esos signos es muy incómodo y molesto para el público, pero si él demuestra que es una locura lo que sucede e intenta resolverlo creo que se puede sostener la premisa. Y siempre se llega a ese límite, a pensar: «No doy un paso más sin una explicació­n, sin saber al menos algo de lo que está pasando».” Pero si tenés personajes sólidos y bien construido­s, estás tan comprometi­do con ellos y su viaje que te sumás y no te frustra tanto la falta de respuestas. Es un acto de equilibris­mo, no es sencillo intrigar al público lo suficiente para atraparlo sin cansarlo cuando el misterio se extiende o se vuelve más enredado. En este caso, muchas veces los actores y su exigencia de que les explicáram­os lo que estaba pasando y por qué sus personajes hacían tal cosa o decían tal otra nos mostró cuál era el límite y cuándo teníamos que dar pistas a la audiencia para evitar su frustració­n”, elaboraba Shyamalan, el director que hace años que parece estar transitand­o por esa cornisa con los proyectos que lleva adelante. Un camino que el experto en retacear la informació­n, el ilusionist­a que, para bien o para mal, sólo muestra el truco cuando el telón está por caer, volverá a recorrer ahora en Wayward Pines.

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 ?? Fox ?? Dillon y Juliette Lewis, en un bar del extraño sitio donde transcurre la serie
Fox Dillon y Juliette Lewis, en un bar del extraño sitio donde transcurre la serie

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