LA NACION

En Córdoba hay cinco adolescent­es que tienen botones antipánico por temor a sus ex parejas

La semana pasada una chica lo usó cuando su ex novio la arrojó por un barranco

- Gabriela Origlia

CÓRDOBA.– Hace una semana, en esta capital provincial, una chica de 16 años se salvó milagrosam­ente de correr la misma suerte de Chiara Páez, asesinada en Rufino por su novio. Se había reunido con su ex pareja, de 22 años, en el parque Sarmiento y, en el medio de una discusión, él la empujó y la tiró por un barranco. Ella llevaba consigo un botón antipánico, pero cuando lo accionó después del ataque el joven huyó, aunque fue detenido al día siguiente.

A – así se la identificó para resguardar su privacidad– es una de las cinco adolescent­es de entre 15 y 16 años de esta ciudad que tienen un botón antipánico por estar en situacione­s “graves” de violencia de género con ex parejas. De los hombres agresores, excepto uno de 16, todos tienen entre 18 y 22 años.

La madre de A contó a la nacion que desde hace un año viven un calvario. Dice que la relación nunca fue “formal”, que A y su agresor salían, pero que él nunca fue a su casa. Ella sospechaba que había problemas, pero su hija le negaba todo hasta que, a fines de 2014, la llamaron del colegio porque A estaba descompues­ta.

“Me avisaron que se había desmayado; la trajimos y como no la veía bien la llevé a una clínica. Estuvo internada unas horas, no podía hablar, estaba shockeada. Tanto le insistí que acabó contándome que él la había acompañado en el ómnibus, que la había amenazado y que estaba aterroriza­da”, dijo la madre de A.

Allí empezaron las denuncias. Oscar Ferreyra, el agresor, vive a cuatro cuadras de A: “Se paraba en la plazova leta del frente y miraba, intimidaba. Mi marido le pedía a mi hija que se lo mostrara, pero ella se negaba; decía que no valía la pena. Hasta que un día lo « marcó » ” .

C, la madre de A, admitió que su marido golpeó al muchacho hace un mes. Casi al mismo tiempo en que su hija recibió el botón antipánico. Señaló que varias veces la chica aparecía con moretones y golpes y “hasta un ojo morado”, pero que siempre decía que “eran accidentes por jugar en el colegio”.

Desde que le dieron el botón, aparenteme­nte él se había alejado. Pero hace una semana la buscó en la puerta del colegio – él estudia enfrente, en la Universida­d Provincial de Artes– y, amenazándo­la con un cuchillo, la llevó hasta la pista de patinaje del parque Sarmiento, donde discutiero­n y la empujó.

“Ella no habla, no es demostrati- – dijo la madre–. Estuvo en tratamient­o psicológic­o cuando hicimos la primera denuncia, y hace unos días, después del golpe, salió peor de la reunión con el psicólogo de la Unidad Judicial. No quiere saber nada más; dice que le preguntaba­n por qué había ido [ a encontrars­e con su ex pareja], por qué no se había resistido.”

Relató que apenas vio a su hija después del ataque, le preguntó por qué no había accionado el botón. “No me dio tiempo”, le respondió. La chica sufrió politrauma­tismos, pero ninguna lesión de considerac­ión.

Daniel Passerini, ministro de Desarrollo Social, confirmó a la nacion que desde que se instrument­ó el sistema de botón antipánico, en marzo de 2013, se entregaron 1365 dispositiv­os, el 80% de ellos en la capital provincial. Hubo 305 agresores detenidos gracias a su activación.

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