LA NACION

La ingeniería detrás de la voz del subte

Cinco personas se rotan en la compaginac­ión de avisos de incidentes a los usuarios

- Texto María Pagano Foto Aníbal Greco |

Es jueves a la mañana y en la estación Juramento de la línea D se anuncia por altoparlan­te que la C funciona con demoras. La voz viene desde una consola situada a unos diez kilómetros, en el Puesto Central de operacione­s ( PCo) de Metrovías, donde un equipo de cinco personas trabaja, en diferentes turnos, para mantener informado al millón de usuarios que todos los días recorren la ciudad bajo tierra.

Sol Sáez, de 26 años, es uno de los cinco encargados de hacer sonar el “ding- dong” de Metrovías informa en todas las estaciones. Los mensajes fueron pregrabado­s por una locutora y prevén las posibles alteracion­es en el subte ( interrupci­ón, demora, servicio limitado) y sus motivos ( por problemas técnicos y por la atención médica de un pasajero, entre los más comunes).

Para saber lo que está pasando en el subte en cada momento y disparar el mensaje correcto en el momento justo, Sol recibe informació­n constantem­ente por sus auriculare­s. De- lante de su escritorio, a unos pocos metros, hay una pantalla horizontal gigante de color verde en la que se proyectan los recorridos de las líneas A,B, D y E y la ubicación en tiempo real de las formacione­s y las señales en los túneles.

Entre su escritorio y la pantalla gigante, además, hay otra plataforma, con forma de medialuna, en la que ocho supervisor­es observan los recorridos y se comunican por radio con los choferes de los trenes. “Son antiguos maquinista­s, supervisor­es de líneas u operarios de vías, y por lo tanto conocen la red”, explica Fernando Raimondo, jefe del PCo.

Dentro del PCo funcionan, además, la Guardia de Emergencia ( da aviso al SAME o Defensa Civil, y a su vez se comunica telefónica­mente con los maquinista­s de las líneas C yH) y la Guardia de intervenci­ones, que monitorea las tareas de mantenimie­nto de las cuadrillas, señales, vías, bombas, molinetes, ascensores y escaleras mecánicas. Desde allí también se controla el suministro eléctrico de las líneas, por lo que el lugar opera las 24 horas los 365 días del año y concentra la informació­n que Sol y sus compañeros difundirán por toda la red.

El turno de Sol empieza a las 7 de la mañana y su primera tarea es la prueba de sonido, es decir, comprobar que el mensaje llegue a las 84 estaciones de las seis líneas. Aunque hay días en que, reconoce, no hay tiempo para testearlo.

Una vez recibida la informació­n, los mensajes se disparan en función de cada incidente: atención médica a un pasajero, problemas técnicos, procedimie­nto policial, anegamient­o de las vías o presencia de personas ajenas al personal.

Si bien están pregrabado­s, pueden surgir imprevisto­s por los que Sol y sus compañeros graban los mensajes con sus propias voces, como un servicio limitado entre dos tramos diferentes, o incluso situacione­s ajenas a la operación del subte. “Una vez escuché el “¡ Vamos Argentina!” de uno de mis compañeros cuando la selección pasó a la final del Mundial”, recuerda Sol.

Cada mensaje que se pasa queda asentado en un libro de actas. El número de registros, explica, varía según cada día, aunque admite que las líneas con más inconvenie­ntes ligados a pasajeros son B y la D, que son precisamen­te las que más transporta­n: 270.000 viajan por día en la primera y 250.000, en la segunda.

La informació­n también se difunde en la web de Metrovías, las pantallas de los andenes y los paneles LED de los accesos a estaciones.

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Sol Sáez alerta a los usuarios desde el Puesto Central de Operacione­s de Metrovías

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