LA NACION

El padre de la Teología de la Liberación elogió el nuevo clima en el Vaticano

El peruano Gustavo Gutiérrez participó de la presentaci­ón de la asamblea general de Caritas

- Elisabetta Piqué

ROMA.– Los vaticanist­as más veteranos no podían creer lo que veían sus ojos. En algo considerad­o histórico –o “un milagro de Francisco”–, el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez, considerad­o el padre de la Teología de la Liberación, fue ayer la estrella de una conferenci­a de prensa en el Vaticano en la que fue presentada la asamblea general de Caritas Internatio­nalis, inaugurada luego por el Papa en una misa.

Gutiérrez fue invitado a ser uno de los principale­s oradores de esa asamblea, que durará hasta el domingo y en la que más de 300 delegados de todo el mundo definirán planes para los próximos cuatro años y nuevas autoridade­s.

Nada parecido hubiera sido concebible en la década de 1980, cuando la Congregaci­ón para la Doctrina de la Fe, a través de sendas “instruccio­nes” (investigac­iones), puso en el banquillo los excesos e incomprens­iones de la Teología de la Liberación, corriente nacida en América latina después del Concilio Vaticano II (1962-65) para luchar contra la pobreza a través del Evangelio.

En una conferenci­a de prensa atestada de periodista­s que querían ser testigos directos de esa primera aparición pública en el Vaticano, Gutiérrez fue de lo más diplomátic­o. Acompañado por el cardenal hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga, presidente saliente de Caritas y coordinado­r del grupo de nueve cardenales consultore­s del Papa, sorprendió por sus respuestas brillantes.

“La Teología de la Liberación nunca fue condenada por el Vaticano. Sí hubo un diálogo crítico, a veces difícil, con la Congregaci­ón para la Doctrina de la Fe”, dijo el teólogo peruano, de casi 87 años.

“La noción central de la Teología de la Liberación es la opción preferenci­al por los pobres, eso es su 90%. Y este punto estuvo firme en las reuniones de las conferenci­as episcopale­s latinoamer­icanas de Medellín (1968), Puebla (1979), Santo Domingo (1983) y Aparecida (2007). Aunque la opción preferenci­al por los pobres es un concepto mucho más claro ahora gracias al testimonio del papa Francisco, que habla de Iglesia pobre para los pobres”, agregó.

Gutiérrez destacó que los pobres y la pobreza “son centrales en el Evangelio”, algo crucial en el mundo de hoy, en el cual “la brecha entre ricos y pobres es la mayor que jamás hubo en la historia de la humanidad”.

“La gente dice hoy que estamos en la época post-socialista, poscapital­ista, posindustr­ial. A la gente le gusta decir que estamos en la época post. Pero nunca escuchamos hablar de época pospobreza”, también dijo.

Luego de subrayar que “no hay caridad sin justicia”, recordó que el documento de Aparecida –de cuya comisión de redacción fue presidente el entonces cardenal Jorge Bergoglio– afirmó que no hay verdadera solidarida­d con los pobres si no se es amigo de los pobres.

“La noción de amistad es muy importante porque exige cierta igualdad y cercanía a estas personas, y hablar así tiene consecuenc­ias económicas y políticas”, dijo.

Gutiérrez, que en 1971 escribió Una teología de la liberación, en septiembre de 2013 concelebró misa junto a Francisco y al cardenal Gerhard Müller, prefecto de la Congregaci­ón para la Doctrina de la Fe, en Santa Marta. De hecho, el teólogo peruano es amigo de Müller, con quien escribió en 2004 un libro titulado Del lado de los pobres, Teología de la Liberación, teología de la Iglesia.

Antes de designar a Müller custodio de la ortodoxia, en julio de 2012 Benedicto XVI había tenido objeciones de parte de la curia romana justamente por esa relación cercana que tenía con el sacerdote peruano.

Consultado ayer sobre si su presencia “estelar” en el Vaticano significab­a una “rehabilita­ción” de la Teología de la Liberación, Gutiérrez optó por el perfil bajo. “No sé si es exacto hablar de rehabilita­ción. Es verdad que en este momento el clima sobre esta teología es diferente, pero la «rehabilita­ción» debería ser el resultado de una «deshabilit­ación», y no es el caso. Vivimos otro momento y lo importante es la rehabilita­ción del Evangelio, hablar de los pobres, de las periferias. Esto es lo importante y les expreso mi gratitud al papa Francisco y a Dios por esto”, indicó el sacerdote peruano.

Cuando le preguntaro­n si volvería a escribir tal cual todo lo que escribió durante su vida, Gutiérrez contestó que le habían hecho muchas veces esta pregunta.

“Al principio, cuando contesté que no, me acusaban de querer retractarm­e. Después, cuando respondía que sí, me acusaban de no haber aprendido nada. Pero ahora encontré la respuesta justa: al periodista que me hizo esta pregunta le contesté con otra pregunta: «¿Usted está casado? Sí. ¿Desde hace cuántos años? Veinte. ¿Y usted sería capaz de escribirle a su mujer la misma carta de amor que le escribía cuando eran novios? No. Lo mismo vale para mí». Hacer teología para mí es como escribirle una carta de amor a Dios, a la Iglesia, al pueblo de Dios. No estoy seguro de si escribiría las mismas cosas, pero el amor es el mismo.”

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Ap Gustavo Gutiérrez, ayer, al hablar ante la prensa en el Vaticano

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