TEVEZ TAMBIÉN VA A BERLÍN
Juventus igualó con el Real y jugará contra el Barça de Messi
MADRID.– El sacrificio lo dejó en el suelo. Ahogado por el calor y por 90 minutos de fragor cuerpo a cuerpo con Sergio Ramos, Carlos Tevez se desplomó anoche en el césped del Santiago Bernabéu cuando la hazaña, otra hazaña, era ya irreversible.
Su Juventus acababa de eliminar de la Liga de Campeones a Real Madrid y la gran final de Berlín será un duelo argentino: este Tevez maduro, líder, en el esplendor de su carrera, chocará con Lionel Messi, estratosférico de nuevo, causa y efecto de un Barcelona para el asombro.
Los afiches del partido del año en Europa llevarán sus caras. Los focos se posarán en ellos por algo más que esa rivalidad nunca del todo admitida que marcó una era en la historia de la selección argentina.
“Nos vamos a encontrar con el mejor Messi y con el mejor equipo del mundo. Todo el mundo los hará favoritos a ellos, como pasó con Real Madrid, y ahí es cuando nosotros nos agrandamos”, dijo ayer Tevez, antes de dejar Madrid, con su sonrisa inabarcable.
Había tenido una noche desgastante. Sin el brillo de otras veces, igual fue vital para sostener el 1 a 1 que clasificó a la Juve. Arrancó de volante, recostado a la espalda de Toni Kroos, a la pesca de un contraataque para sorprender a la defensa madridista. Batalló con Ramos hasta agotarlo y abrió espacios para que se luciera Álvaro Morata, uno de sus protegidos.
Ahora, el 6 de junio, él y Messi volverán al estadio Olímpico de Berlín, donde nueve años atrás la selección perdió por penales contra Alemania en los cuartos de final del Mundial. Aquel día Tevez fue titular y un Messi todavía adolescente terminó hundido en el fastidio, despatarrado en el banco sin entrar ni un minuto.
La Liga de Campeones los enfrentó por primera vez en 2008: una durísima serie de semifinales entre el Barça de Frank Rijkaard y el Manchester United de Alex Ferguson. Festejó Tevez, con un 1- 0 en Inglaterra después del empate sin goles en Cataluña. Pocos días después, el Apache conquistaría su primer y hasta ahora único campeonato de Europa al vencer por penales a Chelsea, en Moscú. Jugaba al lado de Cristiano Ronaldo, a quien ayer saludó con un beso al empezar el partido y después lo fue a buscar para consolarlo cuando el resultado quedó escrito.
Messi se cobró la revancha el año siguiente, en la final de Roma. Marcó el 2- 0 definitivo, con un cabezazo memorable por encima del gigante Edwin van der Sar. El Barça de Guardiola fue demasiado para un Manchester United que empezaba a despedirse de la elite. Tevez entró en el segundo tiempo, pura impotencia ante un adversario que jugó
para los libros.
Por aquellos días ya empezaba a tomar cuerpo el duelo personal entre los dos cracks, envueltos en un debate nacional sobre el amor a la camiseta. Tevez era “el jugador del pueblo”; Messi, el chico criado en Cataluña que no cantaba el Himno.
El Mundial de Sudáfrica convirtió esas tensiones en un desafío por el liderazgo en el seleccionado. Otra vez Alemania los despidió en cuartos, con los dos en la cancha, incapaces de entenderse. La separación terminó de estallar en la Copa América de 2011, en la Argentina. Tevez falló el penal decisivo en la definición de cuartos de final con Uruguay y se pasaría tres años sin vestirse de celeste y blanco.
Nunca se pelearon. Jamás se permitieron una crítica pública contra el otro. Pero el grupo de la selección había tomado una decisión: su líder indiscutido era Messi y no había lugar para un divo que lo cuestionase. Alejandro Sabella aceptó la decisión. Tevez vio el Mundial de Brasil por televisión, pese a haber sido el mejor jugador del calcio desde su llegada a Turín, en 2013.
Los vientos de reconciliación soplaron apenas después de la final en el Maracaná. Volvieron a encontrarse en un evento publicitario en Milán y Tevez publicó una foto abrazado a Messi. Gerardo Martino firmó el indulto: después de definir el próximo campeón de Europa los dos juntos volarán a Chile para sumarse a la selección en la disputa de la Copa América.
A Tevez lo espera en Berlín uno de los partidos de su vida. Si la consigue, su segunda Champions será toda suya, líder y figura descollante de esta Juve como no lo fue en sus días en el United. En Turín lo idolatran por haber empujado a la Vecchia Signora a la final después de 12 años. La gloria se asoma en su mejor temporada europea, con 29 goles en todas las competiciones.
Pero Messi es demasiado Messi. Lleva 53, lidera la tabla de goleadores de la Champions ( junto con Cristiano) y está obsesionado con sumar su cuarta copa continental.
“¡ Nos van a tener que ganar!”, advirtió Tevez, bolsito en mano, auriculares al cuello, en las entrañas del Bernabéu. Le quedó tiempo para pensar en Boca y el superclásico de hoy: prometió que llamará a su amigo Daniel Osvaldo para desearle suerte. “Estaré atento al partido a ver si podemos tener otra alegría.”