Las historias adolescentes dominaron el primer día
La película de la francesa Emmanuelle Bercot y la del japonés Kore- eda Hirokazu abrieron la 68 ª edición del festival
La Tête en haute es una reivindicación de los sistemas de asistencia social
CANNES.– Dos historias de adolescentes en conflicto con sus familias y con la sociedad coincidieron en la primera jornada de la 68 ª edición del festival. Más dura y bastante menos lograda, La Tête en haute, película de apertura dirigida por la francesa Emmanuelle Bercot, tiene casi todos los vicios y muy pocas de las virtudes del cine social culpógeno y políticamente correcto, mientras que Our Little Sister, sin llegar a las cumbres de la filmografía del notable realizador japonés Koreeda Hirokazu, al menos entregó unos cuantos momentos de sensibilidad, encanto y lirismo.
Presentada fuera de competencia, La Tête en haute narra la historia durante más de una década ( desde los 6 hasta los 18 años) de Malory ( Rod Paradot), un chico rebelde y violento que pasa por distintas instancias educativas, laborales y sobre todo judiciales ( comete todo tipo de excesos y actos delictivos) con el objetivo de contenerlo y reinsertarlo.
Con el cine de los hermanos Dardenne y Ken Loach como claros referentes, La Tête en haute es una reivindicación casi institucional de los sistemas de asistencia social franceses, en la línea de films como Entre los muros, de Laurent Cantet; Ser y tener, de Nicolas Philibert, o Las oficinas de Dios, de Claire Simon, pero sin el rigor, la fluidez ni el talento de aquellos trabajos.
Bercot – quien además protagoniza Mon roi, film de Maïwenn que se verá el domingo en la Competencia oficial– explicó su trabajo de investigación: “Fue un proceso larguísimo de tres años en el que leí y vi todo lo que existía sobre el tema, pero lo más importante fue haber pasado varias semanas en el tribunal de menores de París, en los centros educativos cerrados y abiertos, y en las instituciones penitenciarias para menores. Me impactaron la violencia sorda que se respira y la dedicación, la fe y la paciencia de quienes trabajan para educar, tranquilizar, canalizar y equilibrar a estos jóvenes”.
Más allá del descubrimiento de Paradot ( elegido en una escuela de carpintería) y del siempre notable aporte de Catherine Deneuve como la jueza de menores que sigue el caso durante todos esos años, son escasos los hallazgos de Bercot. Su selección como film de apertura ( con su apuesta a la reconciliación) pareciera haber tenido más motivos sociopolíticos tras la masacre de Charlie Hebdo que artísticos.
Por suerte, el panorama mejoró bastante con la primera película dentro de la disputa por la Palma de oro que entregará el jurado, presidido por los hermanos Joel y Ethan Coen ( ayer se presentaron en conferencia de prensa junto con el resto de los integrantes). Our Little Sister, el más reciente largometraje de Kore- eda Hirokazu, continúa con su preocupación por las relaciones afectivas en el seno de familias muchas veces dominadas por la incomunicación, los recelos y resentimientos históricos y los malentendidos.
En este caso, el director de After Life, Nadie sabe, Un día en familia y De tal padre tal hijo narra la historia de tres hermanas que viven solas en un pueblo. Cuando se enteran de que su padre – al que no veían desde hacía 15 años y que había formado otra familia– ha muerto, deciden viajar al funeral, donde descubrirán que tienen esa encantadora hermana( stra) quinceañera a la que alude el título. La chica se mudará al poco tiempo con ellas y se iniciará entre las cuatro una experiencia de ( re) descubrimientos y nuevos códigos de convivencia.
Bella, simple y emotiva, como todas las películas del director japonés, Our Little Sister no supone un punto de inflexión en la carrera de Kore- eda, ya que transita zonas ya bastante exploradas en films previos, y sus 128 minutos resultaron un poco excesivos, pero así y todo fue un más que digno arranque para una Competencia oficial que promete muchos pasajes más de buen cine para los próximos once días.