Caló cede a la presión oficial y se opone al paro del transporte
paritarias. La UOM exigía una suba de 32%, pero cerraría por menos, al igual que Uocra, UPCN y Comercio; la CGT oficialista no apoyará la huelga de junio
Frustrado después de otra negociación sin acuerdo para sus afiliados metalúrgicos, Antonio Caló salió raudamente del Ministerio de Trabajo hacia el gremio de los taxistas, la sede itinerante de la CGT que está alineada con la Casa Rosada. El líder de la UOM irrumpió en la sala cuando la reunión llevaba casi una hora. Algunos de sus colegas del consejo directivo de la CGT oficialista ya habían despuntado su preocupación por el asunto que hoy más desvela a la tropa sindical: las presiones del Gobierno para limitar los aumentos salariales.
Caló, en su condición de jefe de la central obrera, cerró el encuentro con un inusual tono combativo. “La UOM no va a firmar cualquier cosa. Si no arreglamos en lo que pedimos, la semana que viene iremos a un paro de 36 horas”, desafió desde la cabecera de la mesa oval, escoltado por el estatal Andrés Rodríguez y el referente de la Uocra, Gerardo Martínez.
Sin embargo, pese a las amenazas de paro y a la protesta callejera que activaron ayer los militantes de la UOM, Caló negocia en secreto con las seis cámaras industriales un acuerdo salarial ajustado a los pedidos del Gobierno. Lejos del 32% exigido inicialmente, la paritaria metalúrgica se acordaría en un 26% más el pago de un adicional no remunerativo que podría escenificar un trato que rozaría el 30%, como el del año pasado, según informaron anoche fuentes de ambos sectores.
La estrategia de Caló es evitar que la UOM exhiba el aumento de referencia para el resto de los sindicatos. “Si sos el primero, te rompen el culo con la inflación y terminás el año perdiendo puntos, como nos pasó el año pasado”, argumentaron cerca del sucesor de Lorenzo Miguel. Por eso, dilató el acuerdo y extiende el suspenso con las advertencias de un paro metalúrgico al término de la conciliación obligatoria.
En el Ministerio de Trabajo aguardan con ansiedad la resolución de la paritaria de la UOM para dar vía libre a otros acuerdos de gremios aliados que están a punto de definirse. Entre ellos, figuran el de la Uocra, que estaría en un 28% en dos tramos más un pago extra; el del Sindicato de Empleados de Comercio, que sería de 27%, con una primera cuota de 20% y otra de 7%, más $ 2400 no remunerativos, y el de los estatales de UPCN, que sería de un 27% en dos cuotas. El deseo de Carlos Tomada, el titular de la cartera laboral, es exhibir cierta armonía en las paritarias y así minimizar los argumentos y los alcances del paro nacional al que convocó la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) para la primera semana de junio.
La convocatoria de los transportistas al paro abrió el debate entre las cinco centrales obreras. Las dos vertientes opositoras de la CGT, encabezadas por Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, ya aceptaron sumarse a la huelga. La misma postura adoptó la CTA Autónoma, que lidera el estatal Pablo Micheli.
La adhesión del sindicalismo oficialista todavía está en debate. Hugo Yasky, de la CTA, descartó un apoyo a la medida, aunque reconoció ayer en declaraciones radiales una caída salarial de entre tres y cinco puntos con respecto a la inflación y a lo que fueron las paritarias de 2014.
Ayer, en la cumbre de la CGT oficialista también se discutió sobre el tema, aunque se descartó inicialmente la adhesión como central obrera. Sólo el aeronáutico Pablo Biró dijo que adherirá a la huelga. Hubo otros que dejaron la puerta abierta, como el petrolero Alberto Roberti o el gremio del personal de Aduana. La cúpula de la CGT oficialista, con Caló y Martínez al frente, pidió apostar al diálogo antes de ir al conflicto directo. “Siempre es más difícil negociar después de un paro. Valoremos que tenemos paritarias”, argumentaron. Para los gremialistas que no comulgan con el kirchnerismo fue una suerte de claudicación ante la pulseada salarial.
En lo que sí se asemejaron los gremios aliados a los opositores fue en las críticas al ministro de Economía, Axel Kicillof. Lo acusaron de “no ser peronista” y de tener “alto grado de animosidad” con los gremios, al comparar las quitas del impuesto a las ganancias con el pago de la cuota sindical, que no es un aporte obligatorio. Hace unos días, el mercantil Armando Cavalieri comparó a Kicillof con el menemista Domingo Cavallo, “por imponer una barrera al salario”.
Además, Kicillof tampoco ganó adeptos sindicales a los recientes cambios que se anunciaron sobre Ganancias. Ayer, las modificaciones fueron cuestionadas y se coincidió en que no resuelve el reclamo de fondo. “Es un zafarrancho”, dijo un jerárquico, que pidió que el mínimo no imponible del tributo salte de 15.000 a 30.000 pesos.