Lo sano vende

La vida sana viene ganando popularidad y con ella las referentes de una movida donde la leche de almendras, el budín de quinoa y los brownies a base de dátiles y almendras tienen tantos likes como la reciente presentación de la colección Crucero 2016 de la casa Dior, en el emblemático Palais Bulles de Pierre Cardin que, dicho sea de paso, estuvo increíble. Para las abandonadoras del

shabby chic, las fotos de banderines con estampado liberty, los cupcakes de vainillas con porciones exageradas de azúcar y las gurús digitales del mundo de la moda que ofrecen -más, menos- fotos y noticias similares, es el momento de poner la atención en las nuevas referentes de la belleza. Lejos están de recomendar la última máscara de pestaña: la belleza hoy es sinónimo de vida sana. Por acá pasa la verdadera movida. Son las nuevas influenciadoras de una generación que mira las etiquetas de los alimentos y cuentan con orgullo que no entran a una cadena de hamburguesas ni muertas de hambre. Prefieren meditar antes que empastillarse, hacen yoga o alguna actividad física alternativa, consumen productos de estación y, de ser posible, orgánicos. Algunos nombres de estas chicas que supieron monetizar su pasión por la vida sana son las hermanas Hemsley, Calgary Avansino, Ella Woodward, Madelaine Shaw y Luise Vindahl. Algunas más hábiles que otras en ser su propia marca, la mayoría viene del mundo de la moda: ex modelos, periodistas, relacionistas públicas y fotógrafas. Postean fotos de recetas, asanas, productos frescos, libros de cocina, clases de baile, paisajes inspiradores. Sin caer en la ortorexia ni fanatismos extremos comunican su estilo de vida y tienen cada vez más adeptos. Ellas saben que lo sano vende y están empecinadas en comunicarlo a los cuatro vientos. Yo también.