Entre dudas y confusión, una espera inexplicable
La situación fue tan grave que superó la responsabilidad de Darío Herrera, que no pudo suspender el partido; la Confederación tardó más de una hora en tomar la decisión
Que quede claro: la culpa es de lasautoridades de la Conmebol. A ellos les correspondía suspender el partido. No era responsabilidad exclusiva de Darío Herrera, un joven árbitro que está dando sus primeros pasos. ¿Acaso esperaban que sea él solo quien se cargue semejante peso sobre sus espaldas y no lo designen nunca más para nada? La culpa es de la Conmebol.
Hasta ese momento caótico, con su personalidad habitual, Darío Herrera había sobrellevado el partido con un correcto manejo en lo disciplinario. Claro, hasta que llegó la barbarie. Una insólita agresión a los jugadores de River arruinó un clásico que hasta ese momento se desarrollaba con normalidad.
Era imposible seguir jugando. El estado de los jugadores visitantes no era el óptimo, por lo tanto la prosecución los encontraría en desventaja.
Lo inentendible es la tardanza, la indefinición de las autoridades para tomar la decisión que correspondía. Se demoraron una hora y 15 minutos. ¿A qué le temen?, ¿hasta cuándo van a permitir que este tipo de cosas sigan pasando por su ineficacia?, ¿cuándo se va a castigar con firmeza para que este tipo de cosas no sigan ocurriendo?
Pero hubo 45 minutos de fútbol, y en ese lapso el árbitro cumplió. Era para él todo un sueño que a tan pocos meses de ser designado árbitro internacional tuviera la oportunidad de dirigir uno de los clásicos más importantes del mundo. Y Herrera lo estaba haciendo muy bien. Dirigía este Boca-River de la Libertadores con mucho aplomo, poniendo en orden cualquier atisbo de violencia con esa amarilla plenamente justificada a Daniel Osvaldo apenas se inició el partido.
No lo conmocionaba el griterío de la gente, ni la actitud de los jugadores de Boca, buscando compensación de lo ocurrido una semana atrás en la cancha de River, porque entendieron que habían sido perjudicados. Se encaminaba para ser un bautismo de fuego espléndido.
Todo fue una verdadera lástima y una vergüenza para el fútbol argentino. Herrera vio truncado su debut, pero me deja una mirada optimista sobre su futuro. Certifico lo que venía diciendo respecto de sus condiciones: tiene presente y futuro. Y esto no debería cambiar nada.