Barcelona y Juventus llegan a la final en plenitud
Mientras Barcelona consolidó su potencial en el curso de una temporada en la que le costó despegar, Juventus fue asentándose como equipo, se fue descubriendo competitivo desde la versatilidad y el oficio para adaptar su silueta a las necesidades de cada serie, de cada partido y de cada rival. Los dos llegan a Berlín en magníficas condiciones.
Barcelona recuperó progresivamente su sello. Al principio del año futbolístico conseguía resultados, pero su contenido estaba en discusión. Ese equipo práctico y criticado fue mutando en este de hoy día, más cerca del molde que cualquiera imagina cuando le dicen la palabra “Barcelona”. Mantuvo el poder ofensivo con Messi, Suárez y Neymar, y detrás de esa línea de ataque fue condimentando el juego con más cantidad de pases y mejor calidad de elaboración.
La evolución del Barça durante el año le devolvió confianza y orgullo. El problema que siempre tiene el Barcelona de estos tiempos es que inevitablemente está expuesto a ser comparado con aquel del ciclo Guardiola. El agradable lastre de ser el equipo residual del mejor de todos los tiempos. La versión actual de Luis Enrique está en buena forma: ha articulado la potencia del trío de ataque con el pulido de un medio campo menos decisivo que en otros tiempos, pero lo suficientemente lúcido y técnico para llegar al último tercio con ventaja. En definitiva, Luis Enrique ha conseguido mezclar el martillo con los violines, y suena bien.
La Juve es un equipo camaleónico. Maneja dos o tres variables tácticas dentro de su plan maestro. Se siente astuto y perspicaz, y sus futbolistas parecen disfrutar de ese papel de agente especial escondido a la vuelta de la esquina listo para actuar.
La vigencia de Bufón, el oficio de Pirlo, el tradicional apego italiano por la defensa sólida, la inteligencia de Morata, las carreras infinitas de Lichtstainer, la calidad de Pogba o la potencia de Tevez dan una idea muy aproximada de cómo es esta Juventus. Pero hay dos futbolistas que ponen en funcionamiento todas las otras piezas: Marchisio y Vidal.
En ellos se resumen la energía y el vigor que atraviesan a todo el equipo. Y en ellos también se resumen la inteligencia, el criterio y la generosidad que distinguen a la Vecchia Signora. Ambos participan en cada acto defensivo. Independientemente del puesto que ocupen cada vez, jamás renuncian al rol defensivo. Y ambos protagonizan el ataque en cualquiera de las zonas del campo: con un pase en el inicio, con una recepción tras los volantes rivales en el segundo tercio, o con un pique diagonal para definir en el área rival.
A diferencia de lo que les pasó a Bayern y a Real Madrid, Juventus y Barcelona llegan en el pico de rendimiento de la temporada. En la superposición de cualidades, en blanco sobre negro, Barcelona parece tener más recursos. Claro que en fútbol eso no es garantía de nada. El 6 de junio se sabrá.