Relaciones turbadoras
Creyó que los tendría como cobayos en el laberinto. El joven psiquiatra militar norteamericano Douglas Kelley fue enviado a Nüremberg por el ejército de su país para asegurar que los jerarcas nazis presos allí estarían mentalmente capacitados para enfrentar el próximo juicio, que tendría lugar a partir de noviembre de 1945. El primero con el que se entrevistó fue Hermann Göring, ex mariscal del Reich y ex jefe de la Luftwaffe.
Con un atractivo tono narrativo, el periodista norteamericano Jack El-Hai expone el turbador encuentro entre “el nazi y el psiquiatra”. Una relación dialogada que, al parecer, dejó a Kelley fascinado por las extrañas facetas de una conducta de tan profunda e intensa malignidad.
Un aspecto interesante que desarrolla el autor es que Kelley, el regresar a su país en 1946, estaba convencido de que en Estados Unidos había terreno fértil para el crecimiento de la mentalidad autoritaria. Y no se equivocaba, ya que poco después se desplegaría el famoso macartismo.
Con mirada irónica, El-Hai descubre que tras el énfasis que ponía en tratar de detener las ideas profascistas, Kelley también tenía un costado autoritario. En 1947, publicó un libro en el cual destacaba que los nazis eran personas psicológicamente normales. Esto llevó a una serie de rumores de que se había sentido atraído por su ideología. “Como es un verdadero científico –refutó su esposa Dukie–, supo controlar su aversión y de esa forma obtuvo la información que necesitaba para realizar un estudio imparcial, cosa que tal vez no habrían podido hacer quienes lo acusan de simpatizar con los nazis”. Julio Orione