LA NACION

Mea culpa de Bachelet: dijo que no esconderá sus fallas

En su discurso anual al Congreso y sin atacar la corrupción, advirtió que el país vive un “punto de inflexión”; precisó fechas para la educación gratuita

- Federico Grünewald

SANTIAGO, Chile.– La presidenta Michelle Bachelet mencionó dos veces en su mensaje anual de rendición de cuentas que “Chile vive un punto de inflexión” mientras su gobierno capea una de las peores tormentas políticas desde el retorno de la democracia.

“Por cierto, hemos tenido fallas y no voy a esconderla­s bajo la alfombra. Chile exige hoy a sus líderes hablar con la verdad (…) Chile no tolerará más las prácticas que hemos conocido”, dijo, y así admitió que la crisis política derivada de casos de corrupción contribuyó fuerte a lo que definió como un año “intenso y complejo”.

Pero sumó a esa crisis varias otras dificultad­es, como el fuerte golpe de la desacelera­ción de la economía, la baja en el precio de las materias primas, el retraso en la construcci­ón de hospitales y la serie de desastres naturales, que van desde aluviones hasta erupciones volcánicas.

Tras el discurso de la presidenta, Nicolás Eyzaguirre, amigo de Bachelet y ministro de Educación, también abordó el tema, pero fue más directo. “Acá hay una crisis de credibilid­ad y ella asume el descrédito, no lo evade”, aseguró.

Fue justamente ese tipo de explicacio­nes claras lo que la oposición y líderes sociales echaron de menos en la rendición anual de la mandataria, cuya aprobación ciudadana supera por poco el 30%. Otros, como el vocero del gobierno, Marcelo Díaz, dijeron que la jefa del Estado fue a “dar la cara ante la crisis de confianza”.

Los más críticos, en cambio, advirtiero­n que Bachelet tímidament­e asumió la corrupción, sin dar ninguna explicació­n ni buscar el porqué. El senador derechista Manuel José Ossandón, por ejemplo, evaluó: “Debió hacer un mea culpa, un juicio moral de lo que hicieron su nuera y su hijo –Nueragate–”.

En una hora y 46 minutos, la gobernante enumeró en el Congreso, en Valparaíso –lugar donde se rinde cuentas–, sus logros del último año y proyectó algunos anuncios. También aseguró que cumplirá todas sus reformas, pero le criticaron que no dijo cómo. “Fue más bien un recuento”, comentó el diputado de Revolución Democrátic­a Giorgio Jackson y en eso coincidier­on desde todos los sectores.

De sus medidas, destacan las de educación y reformas estructura­les, como la nueva Constituci­ón. También dijo que creará dos nuevos ministerio­s (de Ciencia y Tecnología y de Pueblos Originario­s), una nueva subsecreta­ría (de Derechos Humanos), un canal de televisión cultural-educaciona­l abierto y sin propaganda, y prometió que bajarán las cuentas de la luz de los chilenos.

Su principal promesa fue la gratuidad en educación superior, sin beca ni crédito, para el 60% de jóvenes vulnerable­s en 2016 que ingresen en institucio­nes del Estado y sin fines de lucro. Calcula unos 264.000 beneficiad­os, pero estudiante­s y parlamenta­rios advirtiero­n que el problema será cómo financiarl­os. “El mecanismo lo veremos en el segundo semestre”, respondió el ministro Eyzaguirre. Otra gran promesa en el área fue que en 2018 el 93% de los escolares irá gratis a los colegios públicos.

En otras áreas, dijo que en tres años ya no habrá personal a honorarios en el Estado; que en dos más, los chilenos en el extranjero podrán votar a presidente, y que el gasto de 2015 tendrá 9,5% de expansión en inversión pública.

Áreas en las que no hubo anuncios: alto rendimient­o deportivo, delincuenc­ia, crecimient­o económico, despenaliz­ación de la marihuana, entre otras.

El proyecto más aplaudido fue la ley Ricarte Soto, que financia el tratamient­o de las enfermedad­es costosas, pero se criticó que fuera tramitada y aprobada un día antes del discurso, para que Bachelet pudiera anunciarla. Lo mismo con otras cuatro leyes. El oficialist­a senador Ignacio Walker (DC) dijo que el trabajo legislativ­o había hecho crisis: “Es la última vez que voto apurado, porque tenemos que hacer bien el trabajo”.

A pocas cuadras del Parlamento, llegaron tres mil personas a la marcha del movimiento social. Finalizada, un grupo de encapuchad­os trató de derribar sin éxito en plaza Victoria la puerta de la casa de Giusseppe Briganti, acusado de disparar y matar hace una semana a dos universita­rios en una protesta por la educación.

Los encapuchad­os sí saquearon un local de Nextel. Hubo 37 detenidos y un herido grave.

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Reuters Afuera del Parlamento, en Valparaíso, hubo incidentes y detenidos

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