Mea culpa de Bachelet: dijo que no esconderá sus fallas
En su discurso anual al Congreso y sin atacar la corrupción, advirtió que el país vive un “punto de inflexión”; precisó fechas para la educación gratuita
SANTIAGO, Chile.– La presidenta Michelle Bachelet mencionó dos veces en su mensaje anual de rendición de cuentas que “Chile vive un punto de inflexión” mientras su gobierno capea una de las peores tormentas políticas desde el retorno de la democracia.
“Por cierto, hemos tenido fallas y no voy a esconderlas bajo la alfombra. Chile exige hoy a sus líderes hablar con la verdad (…) Chile no tolerará más las prácticas que hemos conocido”, dijo, y así admitió que la crisis política derivada de casos de corrupción contribuyó fuerte a lo que definió como un año “intenso y complejo”.
Pero sumó a esa crisis varias otras dificultades, como el fuerte golpe de la desaceleración de la economía, la baja en el precio de las materias primas, el retraso en la construcción de hospitales y la serie de desastres naturales, que van desde aluviones hasta erupciones volcánicas.
Tras el discurso de la presidenta, Nicolás Eyzaguirre, amigo de Bachelet y ministro de Educación, también abordó el tema, pero fue más directo. “Acá hay una crisis de credibilidad y ella asume el descrédito, no lo evade”, aseguró.
Fue justamente ese tipo de explicaciones claras lo que la oposición y líderes sociales echaron de menos en la rendición anual de la mandataria, cuya aprobación ciudadana supera por poco el 30%. Otros, como el vocero del gobierno, Marcelo Díaz, dijeron que la jefa del Estado fue a “dar la cara ante la crisis de confianza”.
Los más críticos, en cambio, advirtieron que Bachelet tímidamente asumió la corrupción, sin dar ninguna explicación ni buscar el porqué. El senador derechista Manuel José Ossandón, por ejemplo, evaluó: “Debió hacer un mea culpa, un juicio moral de lo que hicieron su nuera y su hijo –Nueragate–”.
En una hora y 46 minutos, la gobernante enumeró en el Congreso, en Valparaíso –lugar donde se rinde cuentas–, sus logros del último año y proyectó algunos anuncios. También aseguró que cumplirá todas sus reformas, pero le criticaron que no dijo cómo. “Fue más bien un recuento”, comentó el diputado de Revolución Democrática Giorgio Jackson y en eso coincidieron desde todos los sectores.
De sus medidas, destacan las de educación y reformas estructurales, como la nueva Constitución. También dijo que creará dos nuevos ministerios (de Ciencia y Tecnología y de Pueblos Originarios), una nueva subsecretaría (de Derechos Humanos), un canal de televisión cultural-educacional abierto y sin propaganda, y prometió que bajarán las cuentas de la luz de los chilenos.
Su principal promesa fue la gratuidad en educación superior, sin beca ni crédito, para el 60% de jóvenes vulnerables en 2016 que ingresen en instituciones del Estado y sin fines de lucro. Calcula unos 264.000 beneficiados, pero estudiantes y parlamentarios advirtieron que el problema será cómo financiarlos. “El mecanismo lo veremos en el segundo semestre”, respondió el ministro Eyzaguirre. Otra gran promesa en el área fue que en 2018 el 93% de los escolares irá gratis a los colegios públicos.
En otras áreas, dijo que en tres años ya no habrá personal a honorarios en el Estado; que en dos más, los chilenos en el extranjero podrán votar a presidente, y que el gasto de 2015 tendrá 9,5% de expansión en inversión pública.
Áreas en las que no hubo anuncios: alto rendimiento deportivo, delincuencia, crecimiento económico, despenalización de la marihuana, entre otras.
El proyecto más aplaudido fue la ley Ricarte Soto, que financia el tratamiento de las enfermedades costosas, pero se criticó que fuera tramitada y aprobada un día antes del discurso, para que Bachelet pudiera anunciarla. Lo mismo con otras cuatro leyes. El oficialista senador Ignacio Walker (DC) dijo que el trabajo legislativo había hecho crisis: “Es la última vez que voto apurado, porque tenemos que hacer bien el trabajo”.
A pocas cuadras del Parlamento, llegaron tres mil personas a la marcha del movimiento social. Finalizada, un grupo de encapuchados trató de derribar sin éxito en plaza Victoria la puerta de la casa de Giusseppe Briganti, acusado de disparar y matar hace una semana a dos universitarios en una protesta por la educación.
Los encapuchados sí saquearon un local de Nextel. Hubo 37 detenidos y un herido grave.