LA NACION

Una banda que cobró rescates millonario­s

Con dos pagos, el grupo juntó 4.000.000 de pesos

- Gustavo Carabajal

La banda que tuvo cautivo durante ocho días a Daniel Rebagliati cobró casi $ 4.000.000 para liberar sanos y salvos a este empresario y a otro hombre de negocios que fue secuestrad­o en la zona de La Matanza hace tres meses y medio. Con ese dinero, compraron una camioneta Volkswagen Amarok, un VW New Beetle y un Ford Fiesta Kinetic.

Según fuentes policiales y judiciales, para los investigad­ores la banda que secuestró a los dos empresario­s fue desbaratad­a y ambos casos quedaron esclarecid­os. Esa presunción se funda en el hecho de que anteayer Rebagliati reconoció las voces de al menos cinco de los ocho sospechoso­s detenidos, acusados de haber integrado la banda y en que dos de los detenidos tenían parte de los $ 2.000.000 del rescate.

Además de los teléfonos en común usados por los delincuent­es en ambos hechos, los peritajes confirmaro­n que la voz del secuestrad­or que negoció los pagos de los rescates con las familias de ambas víctimas correspond­e al imputado de quien sólo trascendió su alias: “el Pelado” o “Jano”. Por el estricto secreto del sumario impuesto por el fiscal federal Paul Starc, no se conocieron las identidade­s de los secuestrad­ores. Aunque trascendie­ron sus apodos.

Desde el momento en que los secuestrad­ores hicieron el primer llamado extorsivo, Starc se hizo cargo del caso y convocó a los tres jefes de las Direccione­s de Investigac­iones de Tres de Febrero, Lomas de Zamora y La Matanza para salvaguard­ar la vida del empresario y apresar a los delincuent­es. Hace siete años Starc comandó la investigac­ión que desbarató la última banda que cometió secuestros largos y tuvo cautivo a Ariel Perretta.

Así, se identifica­ron teléfonos y se establecie­ron vínculos entre esas líneas, se cruzaron comunicaci­ones y se escucharon las conversaci­ones de varias decenas de teléfonos. Esa tarea fue encargada a una dependenci­a especial de la Agencia Federal de Inteligenc­ia, a cargo de Josefina Kelly.

Hasta anoche, “el Pelado” estaba internado en el hospital Posadas, debido a que fue herido en los testículos durante el tiroteo que mantuvo con los policías que lo intercepta­ron cuando salía de Fuerte Apache. Junto a él iban dos sospechoso­s que integraban el núcleo duro de la banda.

El jefe del grupo delictivo era “el Viejo”, un ex suboficial de la Policía Federal que tenía una condena a tres años de prisión por un robo cometido en 2008. En un lavadero de autos situado a tres cuadras de su casa, en Labardén y Perú, tuvieron cautivo a Rebagliati. El sospechoso identifica­do como “Lío” también cumplió una labor importante dentro del grupo. Su madre fue detenida porque tenía en su poder varias armas de fuego. Uno de los hermanos de “Lío” fue apresado hace una semana cuando llevaba una ametrallad­ora.

Los tres sospechoso­s y otros cómplices intercepta­ron a Rebagliati cuando circulaba en la camioneta Ford Ranger de su empresa, en Santos Lugares. Según se estableció a partir de la reconstruc­ción del hecho, los delincuent­es se dividieron en dos grupos. Cuatro de ellos iban en la Honda CRV que se cruzó delante de la Ranger de Rebagliati. Los otros dos iban en un Volkswagen Voyage. Armados con ametrallad­oras, obligaron al empresario a subir en la Honda CRV.

Los delincuent­es parecían sentirse cómodos en Tres de Febrero. El secuestro de Rebagliati se desarrolló en un radio de no más de treinta cuadras. El lavadero donde lo tuvieron cautivo está a 20 cuadras del lugar en el que se pagó el rescate; a 15 de la avenida General Paz, y a 25 del lugar donde fue intercepta­do.

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