Solución tardía a un problema
La oferta socialista de una tarjeta de identidad local para los inmigrantes irregulares es una iniciativa que, en principio, puede considerarse. Llama la atención lo tardío del anuncio –a pocos días de las elecciones municipales– y el hecho de que no se trata de una política general del PSOE. La iniciativa socialista para Madrid se ha conocido a los pocos días de la negativa de varios gobiernos a aceptar el reparto propuesto por Bruselas de refugiados e inmigrantes entre los miembros de la Unión. El gobierno socialista francés encabeza el rechazo, temeroso del empuje del discurso antiinmigración agitado por la extrema derecha de su país. El ministro español de Asuntos Exteriores también se opone, con el argumento de que Bruselas no ha tenido suficientemente en cuenta la elevada tasa de paro en este país.
Si no queremos savia nueva, al menos deberíamos producirla nosotros mismos, los europeos. Algo más de un 18% de la población española supera los 65 años de edad y el Instituto Nacional de Estadística estima que representará la cuarta parte de toda la población en 2029. En España, se quitaba importancia a esos miedos cuando la inmigración llegaba masivamente para trabajar en la construcción u ocupar los empleos agrarios desertados por los españoles, en el decenio pasado. La crisis económica ha arrasado ese escenario y ahora la población se encuentra en retroceso, en gran parte por el retorno de extranjeros.
Bien está paliar los problemas de los extranjeros sin documentos con una tarjeta local que les facilite el acceso a servicios sociales, pero esa propuesta representa poco más que una gota de agua en un océano de problemas.