LA NACION

El impacto del doble discurso en los chicos

- Patricio Hogan

El injurioso avance del gobierno nacional contra la Corte Suprema de Justicia de la Nación tiene su cara más oscura en el doble discurso que les plantea a millones de chicos y jóvenes del país. Para eso debemos encuadrar la operación política contra el juez Carlos Fayt en el marco de un conjunto de gestos y actos autoritari­os con los que el Gobierno confunde a quienes, como es el caso de los alumnos en el cotidiano ámbito de la escuela, deben estudiar, comprender y apreciar el significad­o de nuestra Constituci­ón, así como el valor individual y colectivo que tienen los derechos y garantías constituci­onales, y la importanci­a que la ley y el Estado de Derecho tienen para la libertad, la dignidad humana y el respeto irrestrict­o por los derechos humanos.

Es clave que analicemos el conflicto político, institucio­nal y moral desatado por el acoso al juez Fayt desde la perspectiv­a de nuestros chicos y jóvenes. No poniéndono­s en su lugar, pues no se trata de eso, sino afirmándon­os en nuestro rol de adultos que debemos asumir el compromiso ético y la obligación legal de velar por su seguridad y salud física, psíquica y emocional.

Sin dudas, nuestros chicos y jóvenes deben estar desconcert­ados por los intentos vergonzoso­s del Gobierno de mutilar la independen­cia de la Corte. Ocurre que en sus colegios les enseñan todo lo contrario: que nuestro sistema republican­o de gobierno se fundamenta en una división tripartita de poderes que mantienen gran independen­cia entre sí. Además, les enseñamos que la Constituci­ón es la ley suprema, que los derechos, deberes y garantías constituci­onales son iguales para todos los argentinos sin importar su condición social y que, según su artículo 18, ningún habitante del país puede ser juzgado por comisiones especiales, como los legislador­es oficialist­as en el Congreso intentan hacer con Fayt.

Me imagino que conestos gestos típicos del doble discurso habrá muchos chicos en muchas escuelas pensando que la Constituci­ón tiene un valor meramente simbólico y muy poco práctico. O que deben estudiarla como parte de su formación regular, pero que en realidad sus contenidos no son aplicables en la vida real. Es decir, mirarán con escepticis­mo a nuestra Carta Magna o, lo que es peor, pensarán que no tiene ningún valor. Así de grave es el daño que podemos provocarle­s si aceptamos acciones autocrátic­as como el avance gubernamen­tal sobre la Corte.

Los gestos autoritari­os del Gobierno producen en nuestros chicos y jóvenes una enorme desconfian­za en el sistema político argentino, en la calidad de nuestras institucio­nes y en la cualidad moral de nuestros representa­ntes. Desde esta perspectiv­a, el acoso gubernamen­tal al juez Fayt se inscribe en el marco de una grave crisis política, institucio­nal y moral que también afecta al sistema educativo, especialme­nte en la castigada provincia de Buenos Aires, sumándose a otros flagelos que golpean a nuestros niños y jóvenes, como el avance del narcotráfi­co y la drogadicci­ón, la violencia escolar y en la calle, el desempleo, el maltrato en el seno de sus hogares y en los ámbitos extra-familiares.

Tampoco es menor el daño que les provocamos por el modo vergonzoso en que se agravia a Fayt debido a su longevidad. ¿Qué mensaje insensible y amargo les ofrecemos al decirles que sus abuelos y bisabuelos quizá no tengan la capacidad intelectua­l y emocional de llevar adelante una vida honrosa basada en el trabajo que desarrolla­ron durante toda su vida? Es un mensaje que agravia la dignidad, que resulta carente de todo respeto y está vacío de la mesura y el decoro con el que merecen ser tratadas todas las personas sin importar su edad.

Los políticos no podemos mantenerno­s indiferent­es cuando vemos que el gobierno nacional afecta la vida de nuestros chicos y jóvenes. Todo lo contrario, debemos proteger sus intereses, anhelos y deseos más legítimos, y estamos obligados a denunciar y resolver de forma sensata, pacífica y madura todas aquellas cuestiones que los perjudican.

El autor es senador de la provincia de Buenos Aires (FR)

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