LA NACION

El Gobierno dejó casi en soledad a Recalde

La mayoría de los ministros y la fórmula presidenci­al festejó con Casas, en un día negativo

- Mariana Verón

Desde temprano, Mariano Recalde sabía que debía asumir la derrota casi en soledad. Los principale­s funcionari­os del Gobierno, incluida la fórmula presidenci­al que ofrecerá el kirchneris­mo para las primarias del 9 de agosto, se replegaron en La Rioja, la única provincia en la que ayer pudieron festejar.

El domingo negro para la Casa Rosada era algo previsible, pero se agravó con el mal desempeño de su candidato en La Pampa, Fabián Bruna, la menos atractiva de las elecciones que deparó el 5J. La propia Cristina Kirchner eligió ausentarse de todo búnker, se quedó en la quinta de Olivos y desde ahí opinó: lejos de hacer referencia al cúmulo de comicios locales, optó por celebrar el triunfo del no en el referéndum en Grecia (ver aparte). Más tarde, el propio Recalde contaría que la Presidenta estaba “eufórica” por la negativa del pueblo griego.

Desde Olivos, Cristina siguió cada minuto las elecciones de un domingo cargado con la expectativ­a de revertir el resultado poco alentador que en la ciudad de Buenos Aires había tenido el kirchneris­mo en las PASO. Ella se había puesto al frente de la campaña para intentar colocar a Recalde en la segunda vuelta. No alcanzó.

Entre la impotencia y la soledad, los pocos dirigentes que se acercaron al búnker del Frente para la Victoria masticaban bronca ante la derrota. Ahora esperan la decisión de la Presidenta para conocer qué actitud tomar respecto del ballottage porteño. El debate sobre el destino de los 368.763 votos que sacó Recalde caía anoche en saco roto. “Define Cristina”, dijo un funcionari­o sobre cómo se posicionar­á el kirchneris­mo frente a lo que falta de la elección porteña.

Entre las encuestas con las que ya contaban, por lo menos el 30 por ciento del kirchneris­mo había manifestad­o que votaría en blanco entre Horacio Rodríguez Larreta y Martín Lousteau. Entre los análisis que hacían a las apuradas, con caras largas, anticipaba­n que la idea que primaba en la dirigencia de La Cámpora, actor principal en el armado de las listas en la ciudad, era no darle los votos al candidato de ECO para evitar que se consolide frente a los próximos cuatro años. El sueño del oficialism­o, ya con su propia derrota asegurada, era incluso que Pro superara el 50 por ciento de los votos y ganara directamen­te ayer para terminar con la pesadilla de haber perdido el segundo puesto que en las elecciones anteriores había alcanzado Daniel Filmus.

Difícil trance deberá pasar ahora el kirchneris­mo después de que Cristina le apuntara directo a su ex ministro de Economía durante una de sus últimas cadenas nacionales. “Habrá que encontrar la forma de comunicarl­o”, explicaba un dirigente porteño. Lo más probable es que el Gobierno diga a viva voz que no votará al macrismo y que dejará a sus votantes en libertad de acción. Sin ánimo para hacer especulaci­ones, anoche Recalde confirmó que debatirán los pasos a seguir. Pero la última palabra la tendrá Cristina.

Con pocos ministros, el presidente de Aerolíneas terminó compartien­do el escenario con Axel Kicillof y Carlos Tomada, además de Nilda Garré y Andrés Larroque, los candidatos para diputados nacionales que presentó el Gobierno para el 9 de agosto. A último momento apareciero­n Julio De Vido y el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, como figuras de peso ante la carente presencia de la cúpula del Gobierno. Nadie pasó del sciolismo ni tampoco hubo presencia de la CGT. En la elección pasada, Antonio Caló había estado desde temprano. Tampoco apareció un solo gobernador.

Scioli emprendió viaje desde temprano a La Rioja. En otro vuelo, en el Tango 04, fueron su compañero de fórmula, Carlos Zannini; el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández; el secretario general de la Presidenci­a, Eduardo “Wado” De Pedro, y el primer candidato al Parlasur, Jorge Taiana. Era la única victoria que el kirchneris­mo tenía asegurada. El consuelo que sonaba entre los principale­s dirigentes del Gobierno era que en estas elecciones primaron los triunfos de los oficialism­os, como en Córdoba. Muy lejos quedó Eduardo Accastello, el candidato kirchneris­ta, ante Juan Schiaretti y Oscar Aguad. La Casa Rosada se ilusionaba con arañar el segundo lugar, pero no llegó ni cerca. Scioli no se hacía problema. Para él, Schiaretti se le acercará si se convierte en presidente en diciembre.

Pero la sorpresa más amarga para el Gobierno fue la de la interna de La Pampa, en la que el candidato de Cristina quedaba a 20 puntos del peronista ortodoxo Carlos Verna.

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