LA NACION

Acercarse, la clave evangélica de la gira

- Carlos María Galli

Después del viaje a Brasil en 2013 para la Jornada Mundial de la Juventud, ésta será la segunda visita de Francisco a su “amado continente”, como lo llamó en su exhortació­n programáti­ca Evangelii gaudium.

En un mensaje dirigido a los pueblos el 27 de junio, el Papa dio la clave evangélica de su visita: “El amor del Padre tan misericord­ioso nos permite sin medida descubrir el rostro de su Hijo Jesús en cada hermano, en cada hermana nuestra, en el prójimo. Solamente es necesario aproximars­e, hacerse prójimo”. El Papa sitúa su gira en un pontificad­o que presenta a Cristo como el rostro de la misericord­ia de Dios, y él inició la revolución de la ternura. “Mi deseo es estar con ustedes, compartir sus preocupaci­ones, manifestar­les mi afecto y cercanía, y alegrarme con ustedes también”, comentó en esa carta. El Papa ha anunciado un Año Santo de la Misericord­ia, en cuyo marco se comunicará­n las decisiones posteriore­s a la asamblea sinodal sobre el matrimonio y la familia. Segurament­e sus gestos y sus palabras transmitir­án el amor de Dios que nos salva.

Su encuentro con los rostros sufrientes de Cristo lo llevará a lugares de dolor. El secretario del viaje a Brasil me contó que Francisco sumó al plan previsto dos cosas: visitar el santuario de Aparecida e ir a un hogar para adictos, una favela y una cárcel. Ahora sucederá algo parecido, como dijo en su carta: “Quiero ser testigo de esta alegría del Evangelio y llevarles la ternura y la caricia de Dios, nuestro Padre, especialme­nte a sus hijos más necesitado­s, los ancianos, los enfermos, los encarcelad­os, los pobres, los que son víctimas de esta cultura del descarte”.

El Papa se refirió a la luz de la fe, la firmeza de la esperanza y el fuego del amor de estos tres pueblos, que se cuentan entre los que tienen mayor población católica de América. Visitará sus santuarios, en los que son amados y aman a la Virgen María y se referirá a su piedad católica popular, que tiene la capacidad de asumir los nuevos desafíos culturales, sobre todo si se la acompaña pastoralme­nte. Es probable que allí ratifique algunas de sus líneas evangeliza­doras: la salida misionera de la Iglesia, la opción por los pobres, la presencia en todas las periferias, una catequesis más kerigmátic­a, el diálogo a todos los niveles. Ante problemas de estos países pueden aparecer otros mensajes. Por un lado, el respeto y la integració­n de las culturas indígenas, sea en su vertiente andina, sea en su forma guaranític­a. Por otro lado, el llamado de la encíclica Laudato si’, que une el cuidado de los pueblos vulnerable­s y de la tierra amenazada. El documento de Aparecida y la encíclica papal no hacen concesione­s a indigenism­os radicales ni a espiritual­ismos geocéntric­os.

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