LA NACION

Una celebració­n medida, con la estética Pro y la mirada puesta en las presidenci­ales

Hubo globos y papelitos, pero con un ballottage por delante, el festejo no fue total en el búnker

- Paz Rodríguez Niell

Dos mujeres fueron las protagonis­tas del discurso de Mauricio Macri, ayer, en el escenario de Costa Salguero: Juana y María Marta.

Entre papelitos y globos, el líder de Pro daba el mensaje central del festejo por el triunfo porteño cuando, en tono intimista, contó sus historias. Juana es una jubilada de Escobar; María Marta, una víctima de la insegurida­d de Florencio Varela. En su relato eran dos mujeres golpeadas por malos gobiernos, que él visitó en sus casas y que tienen que confiar en que el cambio es posible.

El mensaje fue claro: Macri –y el Pro todo– está pensando en octubre, en las presidenci­ales.

Por eso ayer, en ese escenario, nadie habló del ballottage ni de Martín Lousteau, que será el contrincan­te de Horacio Rodríguez Larreta dentro de dos semanas. Sí de sueños, de futuro, de amor.

Junto con Macri y Rodríguez Larreta, el ganador de la jornada, Pro exhibió un equipo unido. No sólo a larretista­s y michetista­s, que se habían enfrentado en las PASO y ayer no mostraron el menor rastro de que hubieran quedado heridas. También bailaron y aplaudiero­n desde la tarima central dirigentes de Pro de las provincias, como Miguel Del Sel y Anita Martínez (Santa Fe), Jorge Macri (Buenos Aires) y Alfredo De Angeli (Entre Ríos).

Un rato antes había subido al escenario Rodríguez Larreta. “O le le, o la la, Mauricio presidente, Horacio en la ciudad”. Todavía no eran las 21, pero los resultados, que con el sistema de boleta electrónic­a estuvieron disponible­s temprano, ya lo daban ganador muy lejos de Lousteau y aún más de Mariano Recalde.

No obstante, su festejo fue medido. A esa hora, el más eufórico sobre el escenario era su compañero de fórmula, Diego Santilli. Rodríguez Larreta agradeció el apoyo de votantes, fiscales y dirigentes (varios parados junto a él). Pero la principal destinatar­ia de su reconocimi­ento fue su mujer. “Especialme­nte le quiero agradecer al amor de mi vida, Bárbara”. Hizo entonces su ingreso Bárbara Diez, vestida de negro y con un saco gris de cuello alto. Ella había anunciado su nuevo embarazo en la recta final de esta campaña.

“Venimos bien, pero falta mucho”, dijo Rodríguez Larreta. Lo acompañaba­n ministros y referentes de Pro. Todavía no había llegado Macri ni estaba tampoco sobre el escenario Gabriela Michetti, que ayer era una comodísima candidata a vicepresid­enta, después de haber sido la imagen de la derrota del Costa Salguero anterior. La organizaci­ón los reservaba para la última salida.

Los ministros macristas que se habían jugado por ella en las primarias ya se mostraban perfectame­nte amalgamado­s con el resto, aplaudiend­o y saltando en el escenario. Rodríguez Larreta señaló a Guillermo Montenegro cuando celebró el éxito de la boleta electrónic­a. Daniel Chaín sonreía encantado al lado de Patricia Bullrich y Hernán Lombardi se agachaba en la primera fila, cual rockstar, para levantar las remeras que les tiraban los militantes que hacían pogo al ritmo de Tan Biónica.

Aunque el tono de la celebració­n fue más moderado que otras veces, las pautas de la fiesta macrista se cumplieron todas. Papelitos, globos de colores, música a todo volumen, mucho jóvenes, el Mago Sin Dientes sacándose selfies entre la gente, catering de primera sobre mesas vestidas con telas negras.

“El festejo es medido porque hay segunda vuelta”, dijo a la nacion Santilli, que sostuvo que el resultado había sido muy bueno y había superado el piso de lo que esperaban para poder celebrar. Rodríguez Larreta sacó menos votos que lo que había sumado Pro en las primarias. “Es más de lo que sacó Mauricio la primera vez”, dijo Santilli.

Él había tenido a su cargo, junto con la candidata a gobernador­a María Eugenia Vidal, la primera de las tres salidas al escenario de Costa Salguero. Fue a las 19.45. Los dos vestidos de negro, intercalab­an frases. “Estamos muy contentos”, dijo ella. Él, haciendo uso de un extraño eufemismo, celebró lo bien que habían votado con el nuevo sistema los “jóvenes mayores”.

Desde antes de las 18, un falso papa Francisco –que también trabaja para San Lorenzo y para el programa de Marcelo Tinelli– se paseaba con su sotana bendiciend­o a los militantes, que eran recibidos, cuando cruzaban la puerta principal, por tres imágenes de Rodríguez Larreta de cartón dispuestas para posar con él.

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