LA NACION

Sobrevivir a los shoppings Las galerías buscan especializ­arse para poder competir.

Los pasajes comerciale­s explotan su valor histórico y artístico; otros orientan su oferta a tribus y productos de diseño

- Ángeles Castro

De alto valor patrimonia­l, con piezas de arte en su interior, adoptadas por tribus urbanas, reductos de diseño y emprendedo­res, las galerías comerciale­s de Buenos Aires todavía ofrecen alternativ­as válidas para compras y paseos, aunque algunas cayeron en el olvido, mientras enfrentan el auge de los shoppings.

El dúo que conforman el pasaje Libertad y la Rue des Artisans, en Recoleta. Los negocios under, de tatuajes, moda punk, surfer y skater, de la Bond Street, en Santa Fe al 1600. La bien mantenida Galería San José, en Flores, con los frescos de castagnino, Policastro y Urruchúa recuperado­s. La Galería Güemes, en Florida al 100, con sus mármoles traídos de italia, próxima a cumplir 100 años. Son algunas de una treintena que integran un universo disímil y que lograron mantenerse vigentes.

Según recordó Fabio Grementier­i, arquitecto especializ­ado en preservaci­ón y patrimonio, las primeras galerías construida­s como pasajes que atraviesan manzanas apareciero­n a fines de 1800 y principios de 1900 en la zona de la Avenida de Mayo y la peatonal Florida.

En los años 40, las Pacífico inauguraro­n la moda de los murales en galerías, que se reprodujo en la Santa Fe ( Santa Fe 1600) en 1953 y en la San José ( Rivadavia al 6800) en 1956, recordó el profesor de la Universida­d Di Tella.

Ya para entonces había sido sancionada la ley de propiedad horizontal, por lo que muchos edificios y torres empezaron a ensamblars­e sobre galerías. Sobre las avenidas Santa Fe, cabildo y Rivadavia proliferó este tipo de galería comercial.

En el centro porteño, el pasaje Roverano ( Avenida de Mayo 560, con salida por Hipólito Yrigoyen) y su historia centenaria se abren ante los ojos de quien lo visita. inaugurado en 1878 en estilo neoclásico, hoy convive con el vértigo del corazón financiero e institucio­nal de la ciudad. Los comerciant­es allí instalados aprendiero­n a aggiornars­e. como Antonio Aranda, que desde 1978 se hizo cargo junto con su socio René Maniac de la cerrajería Ramilo, que funciona en las góndolas centrales del Roverano. “Primero trabajábam­os para oficinas y domicilios particular­es. Luego incorporam­os a los grandes bancos. Hoy, son nuestros principale­s clientes”, contó Antonio.

El Roverano también intenta atraer turismo mediante el llamado circuito Papal: la peluquería Romano, que funciona sobre Avenida de Mayo, era la elegida por el entonces cardenal Jorge Bergoglio.

Los administra­dores de la Galería Güemes, el señorial complejo de la calle Florida que incluye un pasaje comercial con locales y góndolas, cuatro edificios, un teatro en el subsuelo y un mirador con vista de 360 grados, trabajan desde hace 10 años en la restauraci­ón de diversos sectores y tesoros del conjunto arquitectó­nico diseñado por el arquitecto Francisco Gianotti para llegar al centenario, que se cumplirá en diciembre próximo, en pleno resurgimie­nto. Hoy se observa una vida comercial activa en la galería y empieza a llegar el turismo por el atractivo del reinaugura­do mirador.

La Galería del Este, con entradas por Florida y por Maipú, vivió su esplendor en los años 60, con varios locales dedicados al arte, las artesanías, bares y librerías. Solía visitarla Jorge Luis Borges y firmó ejemplares en la sede de la librería La ciudad. Hoy, el acceso desde Florida fue recuperado por una cadena de hoteles e invita, luminoso, a ser transitado. Pero el peatón que ingresa por Maipú ve una serie de locales vacíos, en torno de la tradiciona­l pérgola central, a media luz.

con otra morfología, a cielo abierto, el pasaje Libertad ( Libertad 1240) y la Rue des Artisans ( Arenales 1239), que solían ser una misma estructura, gozan de buena salud. conviven en ellas diseñadore­s de moda, decoradore­s, restaurado­res, artistas y arquitecto­s, en un entorno de patios que recuerdan a París y a La Toscana italiana. “Primero fueron caballeriz­as, los caballos recorrían el pasaje. Luego se utilizó como vivienda, tipo conventill­o. Hasta que en 1980 conformamo­s un consorcio y fijamos reglas de conservaci­ón y uso. Trabajamos con gente del barrio”, explicó el restaurado­r Fernando López, del pasaje Libertad.

En otras galerías se repite un denominado­r común: la captación de tribus urbanas. El ícono del grupo es la Bond Street, que ya nació en 1963 como un espacio para los jóvenes que no encajaban en los perfiles comerciale­s mayoritari­os. Nunca perdió ese perfil. Hoy, es permanente el movimiento de consumidor­es de tatuajes, body painting, piercings y moda alternativ­a.

Varias galerías de la avenida cabildo, entre el 2000 y el 2400, en Belgrano, replican – sin deslumbrar– la oferta de tatuajes, moda alternativ­a y productos vintage, entre locales de rubros diversos.

En la misma cuadra de la Bond Street, la galería Santa Fe tiene como principal atractivo los frescos pintados por el maestro Raúl Soldi y otros artistas de la época. Las paredes con venecitas y rejas de hierro forjado completan la ornamentac­ión que caracteriz­aba el momento de la inauguraci­ón, en 1953.

“Estoy desde hace cinco años. Vine atraído por el arte y por lo que significó la galería. creo que debería estar más explotada”, dijo Ricardo Lopreste, un peluquero y armador de pelucas que se formó en el Teatro San Martín y luego peinó a famosas como Susana Giménez y Liza Minelli.

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Tatoos, piercing y moda alternativ­a, el principal negocio de la alternativ­a Bond Street
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Fotos de daniel jayo El recuperado pasaje de la galería Güemes, en Florida al 100, con gran actividad

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