LA NACION

A cada palabra de unidad, miles de aplausos y mucho fervor

El mensaje de diálogo y paz movilizó a cientos de miles de ecuatorian­os en la masiva ceremonia matinal en Quito

- Paula Markous

QUITO.– Viajaron en ómnibus desde Loja ( Sur), Carchi ( Norte) y Manabí ( centro). Durmieron bajo la lluvia, con la esperanza de recibir la bendición, pero también de escuchar un mensaje de paz y unión. Parecía como si el Papa lo supiera de antemano. En la masiva misa de ayer, cientos de miles de fieles sintieron en Quito que Francisco los escuchó.

Cada vez que el Papa mencionaba en su homilía las palabras paz, unidad y diálogo, la gente aplaudía emocionada. “Esto es lo que necesitamo­s, que Francisco abra los corazones de todos los ecuatorian­os para dejar de lado las diferencia­s”, dijo a la nacion Rosa Piedad Noboa, de 40 años. Cerca de un millón de fieles asistieron ayer a la misa del Parque Bicentenar­io ( el ex aeropuerto de Quito), según la arquidióce­sis quiteña. Fue la segunda misa masiva que presidió en el país Francisco, que anteayer estuvo en Guayaquil.

Las colas en las afueras del Parque Bicentenar­io comenzaron el sábado por la mañana. Cientos de fieles acamparon en las veredas para ser los primeros en entrar cuando se abrieron las puertas, anteayer a las 17.

Isabel Flores, de 52 años, viajó hace dos días desde Ibarra ( Norte), a dos horas y media de la capital, para conseguir un buen lugar. “Aguantamos la granizada y seguimos con la ropa mojada, pero el sacrificio que hicimos para esperarlo valió la pena. Es el papa que nos va a traer la paz y un clima de fraternida­d en estos momentos tan difíciles”, contó Flores a la nacion.

Francisco llegó a Ecuador el domingo pasado, justo cuando el país sufre protestas contra el gobierno del presidente Rafael Correa. Sus opositores lo acusan de autoritari­smo y critican su polémico plan de aumentar impuestos. El presidente afirma que busca distribuir mejor la riqueza y que sus reformas sólo afectarían a las clases más acomodadas.

La oposición suspendió las protestas por la visita del Papa, pero muchos se preguntan qué pasará hoy luego de que Francisco parta a Bolivia y se termine la llamada “paz maquillada”.

“Yo no estoy ni de un lado ni el otro. Lo único que quiero es que vuelva la paz como antes y que se terminen las peleas entre los ecuatorian­os”, expresó María Tuampanto, de 18 años.

La joven llegó desde Tungurahua ( centro), acompañada por su madre y sus cinco hermanos, para recibir la bendición de Francisco.

El reclamo de paz y unión fue casi unánime entre los fieles que hablaron con la nacion. La mayoría, además, destacó tres cualidades que admira de Francisco: su sencillez, su alegría y su cercanía con los pobres.

“Es nuestro papa. A los que no tenemos nada, nos da esperanzas para vivir, nos da fe, alegría y nos transmite el Evangelio”, contó Ramón Guariguará, un lojano que llegó anteayer al parque para participar de la vigilia.

Entre cantos, oraciones y los testimonio­s de algunos curas, la vigilia alegró a la gente y sirvió para calmar la ansiedad y soportar la lluvia que cayó a las tres de la mañana.

Francisco apareció recién a las 10.10 en su papamóvil y tardó unos 15 minutos en recorrer el parque, que ocupa una superficie de 125 hectáreas.

Uno de los momentos más emotivos del recorrido fue cuando el Papa frenó junto a una anciana que estaba en silla de ruedas. Varios policías ayudaron a la mujer a acercarse hasta Francisco, que la bendijo en medio de la emoción de sus familiares.

En primera fila, pegados a las vallas de seguridad, varios ancianos y también enfermos esperaban el paso del papamóvil para recibir la bendición. “Soy una persona oncológica y Francisco me da esperanzas. Creo que él es milagroso y yo necesito un milagro”, sostuvo Karin Fernández, que viajó desde Manabí junto con su esposo.

Globos y pétalos

Mientras pasaba Francisco, la gente arrojaba globos blancos y pétalos de flores e intentaba captar el momento con su celular. De fondo se escuchaba la canción “Bienvenido papa Francisco”, del artista ecuatorian­o Damiano.

“No puedo creer lo que estoy viviendo. Aunque lo vi sólo unos segundos, el corazón se me llenó de alegría”, contó María Celia Torres, de 68 años, con lágrimas en los ojos luego de que el papamóvil pasara cerca de ella. “¡ Me bendijo la virgencita, me bendijo la virgencita!”, gritaba al lado Miriam Pasos, con una imagen de la Virgen del Quinche en sus brazos.

Minutos antes de que empezara la misa, Correa – acompañado de su mujer– hizo su entrada al parque, entre aplausos de la gente y el pedido de silencio de los religiosos. Hace unos días se especulaba que el presidente ecuatorian­o no asistiría a la misa por miedo a escuchar el ya clásico canto opositor “Fuera, Correa, fuera”.

Cuando Francisco comenzó a subir al templete, los fieles cantaron una vez más “Te queremos, Francisco, te queremos”, que habían practicado durante toda la mañana, guiados por un presentado­r.

En el sermón más político desde que llegó a Ecuador, el Papa hizo un llamado a luchar por la unidad y la inclusión en todos los niveles ( ver página 2).

Cuando finalizó la misa y los voluntario­s del parque corrieron algunas de las vallas de seguridad, la gente se abalanzó contra el templete donde estaba Francisco. Levantó sus celulares y empezó a gritar “¡ Viva el Papa!”, “¡ Viva el Papa!”.

“Siento una alegría indescript­ible por haber visto al enviado de Dios. Cuando dio la bendición al final de la misa, me puse a llorar. Esperé 30 años para este momento, porque en el 85 también lo vi a Juan Pablo II”, dijo Juan Montenegro, de 75 años.

Al lado de él, otros fieles lloraban, levantaban las manos al cielo y hasta bailaban. “Que Dios se lo pague”, una típica frase de Ecuador, fue el grito que más se escuchó.

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Afp El encuentro con la sociedad civil
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Reuters El Papa, tras la misa celebrada en Quito
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Afp Los fieles, a la espera de Francisco

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