LA NACION

Bolivia y un Evo ahora religioso se visten de gala para recibir al Papa

El presidente boliviano suavizó su discurso sobre la Iglesia desde que Bergoglio llegó a Roma

- Rubén Guillemí

SANTA CRUZ DE LA SIERRA.– El gobierno boliviano vistió de fiesta todas las calles del país para recibir hoy al Papa. Pero no hace falta ser muy memorioso para recordar que este mismo Evo Morales que, casi como un abanderado entre los creyentes, acogerá hoy en La Paz a Francisco fue el que hace apenas seis años dijo que la Iglesia era un “símbolo vivo” del colonialis­mo europeo y que por lo tanto debía “desaparece­r” de Bolivia.

Y aunque Morales fue suavizando su discurso tras la llegada de Jorge Bergoglio al papado, su gobierno sigue en una lucha frontal con destacados miembros de la Iglesia local al punto de que un ministro criticó, hace unos días, a los que hacen campaña política y “defienden intereses ocultos detrás de una sotana”.

¿ Es sincero entonces este fervor de Morales que aparece en todos los carteles de la ciudad abrazado con el Papa?

“Lo que ocurre es que las críticas que el gobierno venía haciendo a la Iglesia desde su llegada al poder han quedado absolutame­nte desfasadas con Francisco”, dijo a la nacion Carlos Cordero, profesor de Ciencias Políticas de la Universida­d Mayor de San Andrés ( UMSA).

“Morales se dedicó incluso a criticar la evangeliza­ción de Bolivia, al decir cosas como que los misioneros les sacaban los ojos a quienes querían aprender a leer. Pero no hay ningún registro histórico de una evangeliza­ción violenta en nuestro país. Y el que terminó perdiendo credibilid­ad fue el presidente”, afirmó Cordero.

Lo cierto es que lentamente el primer mandatario indígena de América vivió un proceso de acercamien­to a la Iglesia gracias al pontífice argentino. En 2013 decidió espontánea­mente viajar a la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, se reunió con el Papa tres veces y hoy se define como “un católico de Francisco”.

Pero no hay que andar mucho por las calles de La Paz para darse cuenta de que este país que recibe hoy al Papa sigue siendo el país menos “occidental­izado” de la región.

Con Morales a la cabeza, el Estado plurinacio­nal se empeña en reemplazar la era cristiana por el año 5523 andino amazónico, y se practican oficialmen­te rituales para rendir culto a deidades como la Tierra, el Sol y también las montañas.

Y estos días hasta han debido retirar un santuario pagano que estaba en la ruta que recorrerá el Papa desde el aeropuerto hasta la ciudad de La Paz, en la llamada “curva del diablo”.

Cuando en una entrevista periodísti­ca le preguntaro­n recienteme­nte al presidente sobre sus creencias religiosas, dijo que él creía en sus ancestros y que le pedía energía a la Pachamama, la madre tierra.

Pero aunque el 74% de los bolivianos se reconoce como católico, y sólo un 22% como no católico, ese sincretism­o religioso no es ajeno a la idiosincra­sia local. Los católicos no sienten un conflicto entre su fe y estas tradicione­s paganas fomentadas por las autoridade­s.

Paradójica­mente, donde el gobierno en realidad “hace agua” en su confrontac­ión con la jerarquía católica no es en el plano de la doctrina o la moral, sino en el terreno político.

Como en la mayoría de las naciones latinoamer­icanas, la Iglesia boliviana tiene activa participac­ión y voz en áreas como educación, política social y salud. Y si bien se puede percibir en las calles que éste es el país que más redujo la pobreza en toda la región, un cuarto de la población sigue siendo pobre. Y la gente sabe que en las escuelas, los hospitales y los centros de ayuda católicos puede recibir la atención que un Estado desbordado no siempre logra proveer.

Campaña

Por eso, cuando un influyente sacerdote boliviano, el padre Mateo Bautista, inició semanas atrás una campaña nacional, con marcha ciudadana incluida, para que el gobierno destine el 10% del presupuest­o a la salud, el gobierno revolucion­ario sintió que le estaban “primereand­o” sus banderas.

“Si el padre Mateo quiere hacer campaña política con el tema de salud, tiene todo el derecho, pero que no se escude en una sotana”, contestó el ministro de la Presidenci­a, Juan Ramón Quintana.

Finalmente, ante la inminencia de la llegada del Pontífice, el episcopado boliviano decidió bajar el tono de la confrontac­ión, pidió a todos que “frenen la lengua” y apeló al lenguaje de la reconcilia­ción.

El presidente devolvió las gentilezas la semana pasada al instar a la población a esperar al Papa “unidos, organizado­s y movilizado­s”. Al fin y al cabo, sostiene Morales, “Francisco dijo que para ser cristiano hay que ser revolucion­ario, y yo soy revolucion­ario”.

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