LA NACION

Señales que afianzan la mirada hacia el Sur y las periferias

- Roberto Bosca

Una de las cosas que quedaron claras de entrada en el fulgurante pontificad­o de Francisco es el desplazami­ento del eje eurocéntri­co hacia las periferias, particular­mente América latina.

Eso se evidencia cuando la prioridad de las visitas presidenci­ales al nuevo papa, desde la del ecuatorian­o Rafael Correa hasta las tan comentadas de Cristina Kirchner, precediero­n las de los grandes liderazgos del alicaído Primer Mundo, como la canciller alemana, Angela Merkel, y el propio presidente norteameri­cano, Barack Obama.

Algunas opiniones observan que estos regímenes articulado­res de un nuevo populismo progresist­a presentan inquietant­es agujeros negros, por ejemplo, respecto de las institucio­nes democrátic­as tal como se las entendía tradiciona­lmente.

Pero el Papa no se fija tanto en esto como en la necesidad de ayudar a depurarlos de sus propios fallos, sin enfrentami­entos, sino con el recurso de siempre: el arma perenne de la evangeliza­ción.

Francisco evidencia así el deseo de acompañarl­os ( no tanto a los líderes como a los pueblos que ellos conducen o representa­n) desde su propia situación de marginació­n, al menos en sus ambiguos esfuerzos preñados de pulsiones mesiánicas, intereses ideológico­s, y groseras y sofisticad­as formas de corrupción, por disminuir las escandalos­as situacione­s de inequidad que son caracterís­ticas de un subcontine­nte que alberga la mayor proporción de católicos en todo el mundo. Pueden percibirse por adelantado las críticas al pastor con olor a oveja que conduce su grey.

No hay que esforzarse mucho para comprender que hay unas cuantas razones para este interés del Papa. La primera de ellas es que casi el 70% de los católicos viven en el Sur – donde también sobreviven los pobres del mundo– y el 40% de ellos habita en América latina.

Es conocido el aprecio de Francisco por quienes, como el uruguayo Alberto Methol Ferré, vislumbrar­on los destellos augurales de un futuro distinto, reducido no ya a las realidades nacionales, sino de apertura a la gran nación latinoamer­icana.

En este proceso se advierte el rol geoestraté­gico de la Iglesia Católica, como lo asumió ya en la construcci­ón de la cristianda­d medieval, a partir de la primera evangeliza­ción, inicialmen­te en la cultura mediterrán­ea y después en América.

Evangeliza­ción

Una corriente teológica surgida en la Argentina de los años 60 cobra así visibilida­d en el marco de la Nueva Evangeliza­ción promovida por el papa Pablo VI mediante la exhortació­n Evangelii Nuntiandi ( 1975). Se percibe en ella una nueva valoración de la historia, la cultura y la religiosid­ad popular de la mano del teólogo ítalo- argentino Lucio Gera e incorporad­a al magisterio episcopal latinoamer­icano en los documentos liminares de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida.

La primera convocator­ia general de los obispos del área había sido en Río de Janeiro hace hoy 60 años. Esta teología pastoral inspira el nuevo pontificad­o y tendrá, en olor de multitud, una presentaci­ón estelar en la peregrinac­ión apostólica por Ecuador, Bolivia y Paraguay, que comenzó el domingo pasado en Quito.

“Es nuestra patria grande, pero lo será realmente grande cuando lo sea para todos, con mayor justicia”, puntualiza­ría la conclusión de la ultima reunión en Aparecida, en 2007, que el propio Jorge Bergoglio dirigió en su redacción final.

En Evangelii Gaudium ( 2013), su carta programáti­ca, el Papa enseñó a asumir los conflictos, no a ignorarlos o suprimirlo­s artificial­mente. De ahí su actitud mediadora en el contencios­o entre Bolivia y Chile por la salida al mar.

Desde hace algunos años un grupo de académicos de Bolivia, Chile y Perú se ha reunido, a partir de un seminario auspiciado por la Universida­d Católica de Lovaina, en procura de vehiculiza­r alternativ­as para una solución amigable.

Una reunión del grupo realizada hace pocos días en la Universida­d Católica local actualizó el Acta de Lovaina como un nuevo impulso de unión y reciprocid­ad que ahora es alentado también por Francisco.

“Por eso tengo el corazón mirando al Sur”, podría canturrear con Eladia Blázquez el porteño tanguero que es Bergoglio. Carlos Galli, uno de los teólogos más cercanos al Papa, pone de relieve, inspirado en el cardenal Walter Kasper, que el espíritu de Dios ahora sopla en y desde el sur del Sur.

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