Un no arraigado en los mitos heroicos y en la resistencia real
Históricamente, el pueblo griego se ha mostrado desafiante ante situaciones límite
ATENAS.– A principios del siglo XiX, los aguerridos griegos que se rebelaron contra sus amos otomanos preferían volarse a sí mismos que someterse al cautiverio. En las montañas de Zalongo, según cuenta la leyenda, las griegas arrojaban a sus hijos por el acantilado para después arrojarse alegremente ellas mismas, con tal de no ser vendidas como esclavas.
En octubre de 1940, Grecia desafió el ultimátum italiano, y acto seguido Benito Mussolini invadió la península helena. Por más que lucharon valientemente, los griegos se vieron finalmente aplastados por el avance de las tropas nazis desde Bulgaria. Para abril de 1941, el Eje había ocupado toda la península.
Queda por verse si el abrumador rechazo de los griegos a la última propuesta de rescate europeo constituye un golpe maestro o resulta en un error garrafal. Pero, según los expertos y analistas, lo que queda claro es que ése no es la expresión de una vena desafiante profundamente arraigada en la cultura griega y que históricamente se manifiesta en situaciones desesperantes. Ese rasgo se fue acentuando durante los siglos de dominio otomano, alimentado por el relato de historias épicas transmitidas de generación en generación.
“Es cierto que en la psiquis griega está profundamente arraigada la idea de una resistencia gloriosa, aunque todo parezca perdido”, dijo Nick Malkoutzis, editor de Macropolis. gr, un sitio web de análisis político.
Malkoutzis dice que el triunfo del no en el referéndum del domingo tiene que ver con el pasado reciente, ya que después de sentirse agobiada por las políticas de los últimos años, la gente tuvo oportunidad de expresarse. Pero esa instancia de resistencia “está escrita en la conciencia de cada uno de los griegos”.
A veces, comenta Malkoutzis, esa resistencia redundó en grandes victorias de la historia griega, como la Guerra de la independencia de Grecia, que comenzó en 1821 contra el imperio Otomano. Pero también condujo a derrotas colosales, como las que sufrieron frente al Eje.
Cuando miles de griegos ganaron la plaza Syntagma, en Atenas, para celebrar el resultado del plebiscito, muchos reconocieron no estar convencidos de que eso ayudará a mejorar su situación. Pero sentían que era hora de contraatacar.
Aquí en Grecia, la mayoría de los escolares aprende a leer con historias de resistencia, citadas la semana pasada a la hora de rechazar las exigencias europeas sin importar las consecuencias.
Thanos veremis, historiador emérito de la Universidad de Atenas, dijo que a los griegos les encantan esas historias porque toca una fibra íntima de este pequeño país que ha sido dominado por una seguidilla de potencias extranjeras. Y para los griegos, la última de esas potencias es la Unión Europea ( UE). Según veremis, “enfrentarse a la UE es volver a pelear la Guerra de la independencia”.
Pero Grecia también ha cultivado esa cultura de la protesta en épocas más recientes. La generación que hoy gobierna Grecia creció viendo las imágenes de los estudiantes atrincherados en el Politécnico de Atenas, durante una sangrienta manifestación contra la junta militar que gobernó entre 1967 y 1974.
La vida de los griegos se ve perturbada cotidianamente por huelgas y paros que interrumpen el servicio de ferris a las islas, el transporte público y hasta los taxis. Los expertos dicen que la cultura de la evasión impositiva se desarrolló como resistencia a los ocupantes otomanos.
De todos modos, aunque el voto negativo del domingo sea una forma de resistencia, las encuestas señalan que la gran mayoría de los griegos quiere permanecer en la UE.
Evi Prousali, crítica de teatro y presente en la plaza Syntagma en las celebraciones del domingo por la noche, dijo apreciar mucho la riqueza de las variadas culturas de Europa.
Prousali afirmó que su rebelión no es contra sus hermanos europeos, sino contra las elites políticas y empresarias, que ignoran no sólo la voluntad de los griegos, sino también la de la mayoría de los europeos. “No es la gente, son las multinacionales, la banca internacional, el sistema bancario europeo. Francia y Alemania terminarán gobernando a toda Europa, como era antes de la Segunda Guerra Mundial. Es una nueva forma de colonización”, dice Prousali.
Después del resultado del domingo, los griegos se despertaron el lunes con una sensación de resaca colectiva, a la espera de lo que les depara el futuro.
Las voces más cautas advirtieron que es muy improbable que los acreedores acepten una reestructuración de la deuda griega sin ciertas concesiones, y para algunos analistas, el precio por pagar por el voto negativo puede ser muy alto.
“No saben lo que es la pobreza”, señala veremis. “Cuando la gente me dice que peor no se puede estar, yo les digo que no saben de lo que hablan. Ahí están Bangladesh, Zambia, Liberia, y un montón de países que están mucho peor de lo que nunca estuvo ni estará Grecia. Pero la gente parece no darse cuenta.”
Sin embargo, son pocos los griegos que lamentan haber elegido el no.
Theodoris Sourdis, un ateniense de 38 años que tiene un local de reparación de electrónicos, dice que votar por el no lo hizo sentir bien y que además ofrecía la esperanza de lograr un mejor acuerdo. Últimamente, el negocio de Sourdis anda tan mal que apenas le alcanza para comer.
“Fue por una mezcla de hartazgo y esperanza de cambio, pero también es por un tema de orgullo”, dijo Sourdis sobre su voto. Pero, encogiéndose de hombros, agregó que se había pasado el día pegado a la radio y que, por lo menos, según las noticias, no cambió absolutamente nada. “Otro día de negociaciones. Nada más.”