El Papa y el planeta
La cuestión del cambio climático tal vez no sea un tema de preocupación cotidiana para muchos estadounidenses o la mayoría de los habitantes del planeta. Con frecuencia, ese debate se ve enturbiado por la ideología y por los bien financiados intentos de sembrar dudas sobre las razones científicas subyacentes.
Recientemente se sumó a este debate el papa Francisco con su Laudato Si’, la primera encíclica papal dedicada exclusivamente a cuestiones medioambientales, con la que el Pontífice tiene también la esperanza de iniciar un proceso de amplia concientización moral, necesario para convencer, no sólo a los mil millones de católicos de todo el mundo, sino a la humanidad en su conjunto, de que tenemos la responsabilidad colectiva de entregarles un planeta limpio y seguro a las generaciones venideras. La aparición de Laudato Si’ no podría haber sido más oportuna. En diciembre de este año, delegados de casi 200 países se reunirán en París para intentar llegar a un acuerdo global que comprometa a todas las naciones a reducir sus emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, antes de que su grado de concentración en la atmósfera llegue a un punto a partir del cual las consecuencias serían verdaderamente calamitosas e inexorables.