Sin Messi sería un equipo ordinario
La Argentina con Lionel Messi no se transformó en un seleccionado ganador. De los 26 títulos que suma la carrera del rosarino, 24 los obtuvo con Barcelona. No se trata entonces de discutir lo evidente. Pero sin él la Argentina se volvería una formación ordinaria. Sí, corriente, una más en el rebaño. Y un equipo ordinario siempre estará menos habilitado al éxito. ¿ Qué sería de la selección sin él? Un helado sudor corre por la espalda. Asusta pensarlo. Probablemente quedaría retrasada en el contexto global sin el crack de Barcelona. Aun con el resto de las figuras, podría ser un conjunto de reparto. Incluso, incapaz de garantizar su clasificación para la Copa del Mundo en Rusia. Parece inverosímil imaginar este análisis a días de que la FIFA anuncie, a través de su ranking mensual, que la Argentina es el N° 1 del planeta.
El liderazgo emocional que ejercía Diego Maradona era fascinante. Messi jamás lo ofrecerá. Punto. De ahí al destrato es una ruindad. De ahí a bastardearlo como futbolista es ridículo. Marcelo Bielsa lo explica: “Disfruté de Pelé, de Maradona, y disfruto de Messi. Participar de comparaciones me parece que no tiene como objetivo engrandecer al elegido, sino empequeñecer al descartado. Los tres son admirables”. Alguna vez habrá que entenderlo.
Le cometieron más de 50 infracciones en Chile. Pero él no protesta, no finge, no reclama, no golpea. Lo acribillan las críticas en la Argentina. Pero él no contesta, no calumnia, no atropella con el auto a nadie. Se volvió una rutina saltar patadas por el mundo y luchar contra las sospechas en su país. ¿ Y si finalmente Messi se cansa? ¿ Y si además Javier Mascherano se convence de que él es el problema de la selección? ¿ Y si alguno más se anota en el retiro voluntario? Apenas asumió luego de Brasil 2014, Gerardo Martino reconstruyó al angustiado Messi para devolverle motivación y ferocidad. La desatada cacería contra el rosarino obligará al entrenador a transitar huellas frescas.
¿ Que Messi no ganó nada? Ese simplismo aburre, cuando evitó tempestades. Es ingrato reducir las culpas a él, cuando debió disimular durante tantos años a una selección habitualmente mal planificada por conducciones incapaces. O lidiar con esquemas que lo redujeron en lugar de potenciarlo. Messi subsanó casi todo lo que estuvo a su alrededor y siempre intentó que su resplandor llevase un manto reparador. Lo consiguió muchas más veces de las que se le reconoce. El recorrido por las Copas América de 2007, 2011 y 2015, más el paso por los Mundiales de Sudáfrica y Brasil, decepcionantes en su desenlace, hubiesen terminado peor sin él. Mucho antes. Mientras despellejarlo se instaló en la agenda mediática, Messi siempre sostuvo a la marca Argentina en el mapa. Si se va Messi, se lleva hasta la esperanza. Entonces sí se comprendería lo que significa perder.