LA NACION

Sin Messi sería un equipo ordinario

- Cristian Grosso

La Argentina con Lionel Messi no se transformó en un selecciona­do ganador. De los 26 títulos que suma la carrera del rosarino, 24 los obtuvo con Barcelona. No se trata entonces de discutir lo evidente. Pero sin él la Argentina se volvería una formación ordinaria. Sí, corriente, una más en el rebaño. Y un equipo ordinario siempre estará menos habilitado al éxito. ¿ Qué sería de la selección sin él? Un helado sudor corre por la espalda. Asusta pensarlo. Probableme­nte quedaría retrasada en el contexto global sin el crack de Barcelona. Aun con el resto de las figuras, podría ser un conjunto de reparto. Incluso, incapaz de garantizar su clasificac­ión para la Copa del Mundo en Rusia. Parece inverosími­l imaginar este análisis a días de que la FIFA anuncie, a través de su ranking mensual, que la Argentina es el N° 1 del planeta.

El liderazgo emocional que ejercía Diego Maradona era fascinante. Messi jamás lo ofrecerá. Punto. De ahí al destrato es una ruindad. De ahí a bastardear­lo como futbolista es ridículo. Marcelo Bielsa lo explica: “Disfruté de Pelé, de Maradona, y disfruto de Messi. Participar de comparacio­nes me parece que no tiene como objetivo engrandece­r al elegido, sino empequeñec­er al descartado. Los tres son admirables”. Alguna vez habrá que entenderlo.

Le cometieron más de 50 infraccion­es en Chile. Pero él no protesta, no finge, no reclama, no golpea. Lo acribillan las críticas en la Argentina. Pero él no contesta, no calumnia, no atropella con el auto a nadie. Se volvió una rutina saltar patadas por el mundo y luchar contra las sospechas en su país. ¿ Y si finalmente Messi se cansa? ¿ Y si además Javier Mascherano se convence de que él es el problema de la selección? ¿ Y si alguno más se anota en el retiro voluntario? Apenas asumió luego de Brasil 2014, Gerardo Martino reconstruy­ó al angustiado Messi para devolverle motivación y ferocidad. La desatada cacería contra el rosarino obligará al entrenador a transitar huellas frescas.

¿ Que Messi no ganó nada? Ese simplismo aburre, cuando evitó tempestade­s. Es ingrato reducir las culpas a él, cuando debió disimular durante tantos años a una selección habitualme­nte mal planificad­a por conduccion­es incapaces. O lidiar con esquemas que lo redujeron en lugar de potenciarl­o. Messi subsanó casi todo lo que estuvo a su alrededor y siempre intentó que su resplandor llevase un manto reparador. Lo consiguió muchas más veces de las que se le reconoce. El recorrido por las Copas América de 2007, 2011 y 2015, más el paso por los Mundiales de Sudáfrica y Brasil, decepciona­ntes en su desenlace, hubiesen terminado peor sin él. Mucho antes. Mientras despelleja­rlo se instaló en la agenda mediática, Messi siempre sostuvo a la marca Argentina en el mapa. Si se va Messi, se lleva hasta la esperanza. Entonces sí se comprender­ía lo que significa perder.

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