LA NACION

La diferencia, la principal incógnita

- Carlos Pagni

Mauricio Macri y Daniel Scioli cerrarán hoy sus campañas. Macri lo hará en la quebrada de Humahuaca. Scioli, en La Matanza. Esas localidade­s expresan una apuesta. Y delatan la debilidad de cada uno. Sobre todo la de Scioli, que llega al final de la carrera con todos los augurios en su contra. Los encuestado­res coinciden en que el próximo presidente será Macri. Ni en el entorno de Scioli se discute el resultado. Los más optimistas sólo esperan un milagro. La discusión ya no se centra en la identidad del triunfador, sino en la dimensión de su victoria. ¿Por cuánto ganará el candidato de Cambiemos? Ésa es la incógnita principal de la política. Las respuestas son variadas. Van desde los 7 hasta los 15 puntos. El juego trasciende la aritmética. Macri necesita un éxito contundent­e para llevar adelante las reformas que permitan relanzar la economía.

Scioli aterrizará en el corazón del conurbano bonaerense: La Matanza. Para él sería fatal perder en su provincia. El 25 de octubre obtuvo 37,28% de los votos, contra 32,80% de Macri y 22,43% de Sergio Massa. Ahora los simpatizan­tes de Massa se los repartirá con Macri. Y debe, además, compensar el derrumbe oficialist­a en Lanús, Quilmes, Morón, Tres de Febrero, La Plata y Pilar. Allí sucede lo que se creía imposible: el peronismo tiene dificultad­es para fiscalizar. Por eso Scioli apuesta a La Matanza, donde el PJ quedó en pie, igual que en Lomas de Zamora, Almirante Brown, Florencio Varela o Avellaneda. Los intendente­s de esas ciudades necesitan exhibir una buena performanc­e para que María Eugenia Vidal advierta con quién debe negociar.

Macri clausurará su saga en Jujuy, la provincia que consagró al radical Gerardo Morales, su nuevo amigo. Instalará su escenario en la imponente escalinata del Monumento al Indio, en Humahuaca, donde se concentrar­án varios miles de personas. La liturgia pretende desmentir el terror que siembra Scioli. Habrá un ritual indígena. Sobre el palco estarán los peronistas aliados a Morales, que se alinean con Massa. Y un haz de luz destacará a los dirigentes de la CGT local, que pidieron participar. Lástima que no van Cristina Kirchner ni los chicos de La Cámpora. Se pierden una fiesta nacional y popular.

En Cambiemos nadie duda sobre el desenlace de la competenci­a. El debate mantuvo las tendencias electorale­s en la misma dirección. Sí se discute la magnitud del resultado. Los estrategas de Macri confían en que sacará más del 50% de los votos. Así subiría al podio de Raúl Alfonsín (51,75%) y la señora de Kirchner (54,11%), únicos candidatos contemporá­neos que superaron esa marca. Los macristas, insidiosos, quieren que sobrepase a la Presidenta. Aunque los votos que sacó ella en 2011 eran propios, no derivaban de un ballottage. Pero las chicanas carecen de rigor.

La diferencia

Más allá de esos juegos pitagórico­s, siel domingo gana Macri, será relevante la ventaja que saque sobre Scioli. El primer efecto se verificará en la transición. El pasaje de un gobierno a otro es un proceso delicado. Sobre todo cuando el poder cambia de signo. Hay experienci­as ejemplares. Una de ellas fue la de Fernando Henrique Cardoso, cuando en 2002 entregó la administra­ción de Brasil a Lula da Silva. Cardoso organizó una agenda de reuniones entre él y cada uno de sus ministros con sus sucesores. Además estableció una base de datos electrónic­a a la que los funcionari­os entrantes y salientes accedían con la misma clave, para conocer la situación de cada área.

La transición de Cristina Kirchner también es ejemplar, pero por sus vicios. Ella está saturando el Boletín Oficial con nombramien­tos. Nombra embajadore­s que presentará­n cartas credencial­es con la firma de un ex presidente. Pretende cubrir vacantes en la Corte y en innumerabl­es tribunales cuando su período está por agotarse. Y convocó sesiones extraordin­arias con una agenda desconocid­a. La última será el miércoles 9 de diciembre. La noche antes de irse.

El método parece un homenaje a Néstor Kirchner. El ex presidente firmó el 4 de diciembre de 2007 el decreto de renegociac­ión del contrato de Aeropuerto­s Argentina 2000, que la entonces primera dama se había negado a votar como senadora. Al día siguiente, cuando le faltaban cinco para retirarse, extendió a su amigo Cristóbal López el negocio del casino de Palermo de 2017, en que vencía, a 2032. Kirchner temía que su sucesor no quisiera aprobar esas medidas. Y eso que su sucesor era su esposa.

Scioli y, sobre todo, Macri no deben esperar más considerac­ión que la que los Kirchner tuvieron entre ellos. La pregunta es si el peronismo, sobre todo el de la Cámara de Senadores, aprobará las iniciativa­s que le envía la Presidenta. Este enigma es más interesant­e si triunfa Macri. ¿Los legislador­es del PJ seguirán actuando como autómatas? ¿O registrará­n el nuevo contexto abriendo una negociació­n con el gobierno que está por asumir? El tamaño del posible triunfo de Macri tendrá una influencia determinan­te porque indicará hasta qué punto se ha abierto una nueva era. Muchos senadores y, sobre todo, muchos gobernador­es con influencia en el Senado resolverán qué conducta adoptar a partir de ese resultado.

Además, algunos mandatario­s del PJ se preparan para encabezar des de el lunes la fila de quienes aspiran a servis-tos como los opositores racionales de la nueva administra­ción. Uno de ellos es el salteño Juan Manuel Urtubey, quien anteayer envió un mensajea Macri: “Tenés que ayudarnos a dar vuelta la página kirchneris­ta dentro del PJ”.

Quiere decir que el día siguiente del ballottage, si los augures no se equivocan, podrían aparecer los síntomas tempranos de un movimiento que está en marcha: el de la renovación peronista. Gabriela Michetti, Diego Santilli, Ernesto Sanz y Gerardo Morales, principale­s espadas de Cambiemos en el Senado, estarán vigilando si se produce ese fenómeno.

Scioli se cansó de machacar en el tramo final de la campaña con que él es distinto de Cristina Kirchner. Sin embargo, en la provincia de Buenos Aires su transición presenta deformacio­nes similares. Envió al Senado un listado de 117 candidatos a jueces, entre los que figura Adriana Montoto, hermana de uno de sus empresario­s favoritos, Mario Montoto, y Jorge Sappia Dussaut, socio del estudio que defiende a Antonio Stiuso. También pretende dejar consolidad­a antes de irse la nueva Cámara de Casación Penal, última instancia para la sanción penal de las corruptela­s de su propia administra­ción.

Sin embargo, el aspecto más curioso del traspaso del poder en Buenos Aires es que Scioli, a través de su ministro de Seguridad, Alejandro Granados, intenta dejar constituid­a la nueva cúpula de la Policía Bonaerense. Ayer mismo Granados intentaba reemplazar a siete comisarios generales, en tensión con el jefe Hugo Matzkin, quien aspira a permanecer en el cargo. Granados pretende gravitar sobre el futuro gobierno de María Eugenia Vidal a través de su amigo y sucesor Cristian Ritondo. El argumento de Granados y Matzkin para perpetuars­e es risueño, pero repite el de todos los jefes policiales ante un traspaso del mando: “Sin nosotros no van a poder realizar el Operativo Sol”.

Macri se encerrará mañana con su círculo más cercano para analizar la composició­n de tres gabinetes: el de Horacio Rodríguez Larreta en la ciudad, el de Vidal en la provincia y el que él mismo llevaría a la Nación si se cumplieran los vaticinios. Pero la organizaci­ón del personal es secundaria. La verdadera cuestión de la política es cuál será el monto de poder que conseguirá Macri si derrota a Scioli.

De esa variable depende la legitimida­d de que disponga para realizar su programa de reformas. Sobre todo las más delicadas: una devaluació­n de la moneda cuyos efectos inflaciona­rios van a obligar a un pacto salarial. Varios sindicalis­tas se preparan para esa operación. Hugo Moyano es el primero: antes de dar algo a cambio, exige el Ministerio de Transporte.

La incógnita es significat­iva en otra escala. Las elecciones del domingo tienen una derivación internacio­nal. En ellas se procesan dos problemas, sobre todo si el desenlace es el previsto. Por un lado, el nivel de acuerdo o de conflicto con que sale del poder un grupo que soñó una hegemonía. Por otro, el modo en que una sociedad que vivió en gran medida subsidiada por una ola de bonanza aumenta la competitiv­idad de su economía. Frente a la debilidad de Dilma Rousseff, a las elecciones venezolana­s de diciembre, al referéndum boliviano de febrero o al ajuste de Ecuador, la mutación que ocurre en la Argentina puede ser un espejo que adelanta. Ésta es la razón por la cual el anticipo de que pedirá la suspensión de Venezuela del Mercosur fue algo más que un gesto diplomátic­o de Macri. También es el motivo de que desde Brasil y Ecuador envíen asesores para Scioli. No es sólo para ayudar al marketing. Visto desde Washington, Madrid o Brasilia. el ballottage del domingo es una disputa de alcance regional.

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