Crearon un registro de operadores de drones
La ANAC busca prevenir accidentes; seguros contra riesgos
Todos los operadores de drones deberán registrarse en la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC). Así lo dispuso el organismo, el 12 del actual, cuando entró en vigor el reglamento provisional de vehículos aéreos no tripulados. La norma busca concientizar sobre los accidentes que se pueden provocar por desperfectos o por ser manejados sin pericia. Además, fija que aquellos que los usan comercialmente deberán contratar un seguro contra riesgos.
Con más de 1200 vuelos realizados, el productor audiovisual Iván Insausti, especializado en registrar contenidos desde vistas panorámicas aéreas, tuvo que registrarse como operador de drones. Debió hacerlo hace una semana, cuando entró en vigor el reglamento provisional de vehículos aéreos no tripulados de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC). La norma busca regular el uso recreativo y comercial de los dispositivos ante los posibles peligros que puedan generar, como sucedió en agosto pasado, cuando dos personas resultaron heridas por la pérdida de control de un drone.
Ahora, se exige el registro del usuario y del vehículo en función del grado de uso del espacio aéreo. Por ejemplo, en aquellas zonas autorizadas por la ANAC, como aeroclubes, sólo basta con registrarse online (www.anac.gov.ar).
El organismo no considera “actividad recreativa” el uso de los drones para filmar, fotografiar u observar personas o sus bienes sin su consentimiento, tal como lo establece la Dirección Nacional de Protección de Datos Personales (PDP) .
Si un usuario realiza alguna de estas actividades comerciales en ciudades, además de registrarse en el sitio del organismo debe aprobar un examen teórico y práctico para demostrar su idoneidad en comandarlo. Luego de superar esta etapa, el operador obtendrá la documentación necesaria para que pueda tramitar una póliza de seguro que, según el equipo que se tenga, deberá cubrir un rango que va de los 650.000 pesos hasta los casi cinco millones.
“La norma me parece correcta, pero el procedimiento para pedir los permisos no está aún del todo claro. Hay que hacer ajustes. Tienen buenas intenciones, pero todavía no encontré la forma de gestionar los trámites online y aún no están disponibles las evaluaciones teóricas y prácticas”, cuenta Insausti, que trabaja en Hexacóptero, una firma especializada en registro de imágenes y videos aéreos desde drones. El costo de la inscripción va, según el peso del dispositivo, de los 500 a los 1500 pesos.
La primera camada de operadores forma parte de las fuerzas de seguridad, como Gendarmería, Policía Federal y Policía Metropolitana. También está en elaboración un procedimiento para este sector y los medios de comunicación sobre el correcto uso del espacio aéreo y evitar interferencias y posibles accidentes.
“Nos basamos en normas básicas y elementales, acompañadas por detalles puntuales. Tiene un carácter provisorio por la irrupción y evolución tecnológica de estos equipos, que ya están metidos de lleno en la sociedad”, señala Fabián Shinca, jefe de Asuntos Aeronáuticos de la ANAC.
Se espera que la implementación de la reglamentación, que siguió las recomendaciones de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), sea paulatina y con un fuerte hincapié en la seguridad operacional del drone. “Nos enfocamos en todo tipo de usuarios y modelos del mercado. Así, buscamos generar conciencia en los usuarios: aunque vuele a tres o cinco metros de altura, siempre está presente el riesgo de colisión ante una pérdida de control del vehículo, algo habitual dadas las interferencias presentes en los centros urbanos”, agrega Shinca.
Pérdida de control
En una primera impresión, la exigencia de registrar todos los drones puede resultar demasiado restrictiva. Sin embargo, los puntos reglamentados tienen salvedades ante una autorización de la ANAC. “La norma busca identificar si el operador es idóneo para controlar un drone ante diferentes problemas que suelen presentarse: obstáculos, pérdida de control, aterrizaje del vehículo. En general, son especificaciones acordes con el uso profesional”, señala Insausti.
Shinca remarca que por lo general quienes no están interiorizados en el uso de un drone lo compran como un juguete. No se preocupan por la aeronavegabilidad y desconocen los potenciales riesgos de su uso. “La pérdida de comunicación inalámbrica de un drone en una ciudad es una situación más habitual de lo que uno presupone. Es el talón de Aquiles de estos equipos, que suelen operar en la frecuencia de 2,4 GHz, susceptible a las interferencias”, agrega. De hecho, es habitual que caigan equipos, que cuestan entre 3000 y 12.000 pesos, en patios o jardines.
Diferente es la reglamentación en los Estados Unidos. La Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) no exige autorización alguna para el uso recreativo de los drones, pero sí hace recomendaciones: el operador debe mantener el contacto visual con el dispositivo, debe estar alejado de zonas densamente pobladas y el vehículo no debe ser utilizado con fines comerciales. Prohíbe su uso en estadios, eventos deportivos y espectáculos al aire libre.
En caso de querer ofrecer servicios profesionales, la FAA exige la gestión de un certificado, una medida similar a la implementada por la ANAC.