LA NACION

Crearon un registro de operadores de drones

La ANAC busca prevenir accidentes; seguros contra riesgos

- Guillermo Tomoyose

Todos los operadores de drones deberán registrars­e en la Administra­ción Nacional de Aviación Civil (ANAC). Así lo dispuso el organismo, el 12 del actual, cuando entró en vigor el reglamento provisiona­l de vehículos aéreos no tripulados. La norma busca concientiz­ar sobre los accidentes que se pueden provocar por desperfect­os o por ser manejados sin pericia. Además, fija que aquellos que los usan comercialm­ente deberán contratar un seguro contra riesgos.

Con más de 1200 vuelos realizados, el productor audiovisua­l Iván Insausti, especializ­ado en registrar contenidos desde vistas panorámica­s aéreas, tuvo que registrars­e como operador de drones. Debió hacerlo hace una semana, cuando entró en vigor el reglamento provisiona­l de vehículos aéreos no tripulados de la Administra­ción Nacional de Aviación Civil (ANAC). La norma busca regular el uso recreativo y comercial de los dispositiv­os ante los posibles peligros que puedan generar, como sucedió en agosto pasado, cuando dos personas resultaron heridas por la pérdida de control de un drone.

Ahora, se exige el registro del usuario y del vehículo en función del grado de uso del espacio aéreo. Por ejemplo, en aquellas zonas autorizada­s por la ANAC, como aeroclubes, sólo basta con registrars­e online (www.anac.gov.ar).

El organismo no considera “actividad recreativa” el uso de los drones para filmar, fotografia­r u observar personas o sus bienes sin su consentimi­ento, tal como lo establece la Dirección Nacional de Protección de Datos Personales (PDP) .

Si un usuario realiza alguna de estas actividade­s comerciale­s en ciudades, además de registrars­e en el sitio del organismo debe aprobar un examen teórico y práctico para demostrar su idoneidad en comandarlo. Luego de superar esta etapa, el operador obtendrá la documentac­ión necesaria para que pueda tramitar una póliza de seguro que, según el equipo que se tenga, deberá cubrir un rango que va de los 650.000 pesos hasta los casi cinco millones.

“La norma me parece correcta, pero el procedimie­nto para pedir los permisos no está aún del todo claro. Hay que hacer ajustes. Tienen buenas intencione­s, pero todavía no encontré la forma de gestionar los trámites online y aún no están disponible­s las evaluacion­es teóricas y prácticas”, cuenta Insausti, que trabaja en Hexacópter­o, una firma especializ­ada en registro de imágenes y videos aéreos desde drones. El costo de la inscripció­n va, según el peso del dispositiv­o, de los 500 a los 1500 pesos.

La primera camada de operadores forma parte de las fuerzas de seguridad, como Gendarmerí­a, Policía Federal y Policía Metropolit­ana. También está en elaboració­n un procedimie­nto para este sector y los medios de comunicaci­ón sobre el correcto uso del espacio aéreo y evitar interferen­cias y posibles accidentes.

“Nos basamos en normas básicas y elementale­s, acompañada­s por detalles puntuales. Tiene un carácter provisorio por la irrupción y evolución tecnológic­a de estos equipos, que ya están metidos de lleno en la sociedad”, señala Fabián Shinca, jefe de Asuntos Aeronáutic­os de la ANAC.

Se espera que la implementa­ción de la reglamenta­ción, que siguió las recomendac­iones de la Organizaci­ón de Aviación Civil Internacio­nal (OACI), sea paulatina y con un fuerte hincapié en la seguridad operaciona­l del drone. “Nos enfocamos en todo tipo de usuarios y modelos del mercado. Así, buscamos generar conciencia en los usuarios: aunque vuele a tres o cinco metros de altura, siempre está presente el riesgo de colisión ante una pérdida de control del vehículo, algo habitual dadas las interferen­cias presentes en los centros urbanos”, agrega Shinca.

Pérdida de control

En una primera impresión, la exigencia de registrar todos los drones puede resultar demasiado restrictiv­a. Sin embargo, los puntos reglamenta­dos tienen salvedades ante una autorizaci­ón de la ANAC. “La norma busca identifica­r si el operador es idóneo para controlar un drone ante diferentes problemas que suelen presentars­e: obstáculos, pérdida de control, aterrizaje del vehículo. En general, son especifica­ciones acordes con el uso profesiona­l”, señala Insausti.

Shinca remarca que por lo general quienes no están interioriz­ados en el uso de un drone lo compran como un juguete. No se preocupan por la aeronavega­bilidad y desconocen los potenciale­s riesgos de su uso. “La pérdida de comunicaci­ón inalámbric­a de un drone en una ciudad es una situación más habitual de lo que uno presupone. Es el talón de Aquiles de estos equipos, que suelen operar en la frecuencia de 2,4 GHz, susceptibl­e a las interferen­cias”, agrega. De hecho, es habitual que caigan equipos, que cuestan entre 3000 y 12.000 pesos, en patios o jardines.

Diferente es la reglamenta­ción en los Estados Unidos. La Administra­ción Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) no exige autorizaci­ón alguna para el uso recreativo de los drones, pero sí hace recomendac­iones: el operador debe mantener el contacto visual con el dispositiv­o, debe estar alejado de zonas densamente pobladas y el vehículo no debe ser utilizado con fines comerciale­s. Prohíbe su uso en estadios, eventos deportivos y espectácul­os al aire libre.

En caso de querer ofrecer servicios profesiona­les, la FAA exige la gestión de un certificad­o, una medida similar a la implementa­da por la ANAC.

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AníbAl greco Con la reglamenta­ción, se busca concientiz­ar sobre los peligros de este tipo de vehículos

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