LA NACION

La Iglesia reclamó voluntad para resolver la ocupación en Merlo

El obispo Maletti dijo que la provincia y el municipio no se muestran preocupado­s

- Mariano de Vedia

La prolongaci­ón de la toma ilegal de terrenos en Merlo, donde desde hace casi un mes pernoctan en condicione­s precarias unas 2000 familias, preocupa a la Iglesia. Así lo expresó en una carta pastoral el obispo de la diócesis de Merlo-Moreno, monseñor Fernando Maletti, quien denunció la falta de “preocupaci­ón real y efectiva” de los gobiernos salientes y electos del municipio y de la provincia para solucionar el problema.

Ex párroco de San Cayetano, de Liniers, y ex obispo de Bariloche, Maletti conduce la diócesis de Merlo-Moreno desde mayo de 2013, designado por el papa Francisco. En los últimos días, recorrió las zonas involucrad­as y advirtió que “no hay una preocupaci­ón real por asistir a las personas que ocupan el lugar ni por garantizar la paz y la tranquilid­ad de los vecinos de los barrios adyacentes”.

“No se deben avalar las usurpacion­es de cualquier tipo. Son derechos que se violan y por tanto no tienen legalidad”, expresó el obispo. Pidió, además, que se garanticen “tanto la prestación de servicios elementale­s a las personas que actualment­e ocupan las tierras en conflicto como la paz y tranquilid­ad de los vecinos del lugar”.

Responsabi­lidades

Al denunciar la falta de voluntad y preocupaci­ón para resolver la ocupación de terrenos adyacentes al barrio El Cortijo, el obispo aludió al conflicto que escaló entre el intendente local, Raúl Othacehé y su sucesor, Gustavo Menéndez, ambos del Frente para la Victoria (FPV), que se cruzaron fuertes acusacione­s.

En diálogo con la nacion, monse- ñor Maletti responsabi­lizó también a las autoridade­s provincial­es. Dijo que “estos hechos ponen en riesgo la paz de la comunidad y constituye­n un grito de alerta en torno a la situación de vida de los pobres y el uso de la tierra en el conurbano”, y pidió que el tema sea abordado prioritari­amente en las conversaci­ones por la transición iniciadas por la gestión de Daniel Scioli y la gobernador­a electa, María Eugenia Vidal.

Al respecto, añadió: “Vemos con preocupaci­ón que las autoridade­s salientes se despreocup­en del problema, pero también notamos que las que van a asumir no han reaccionad­o con fuerza suficiente, lo que lleva al desconcier­to de los ciudadanos”. Insistió, así, en que “es deber ineludible del Estado en sus distintos niveles (municipal, provincial o nacional) tomar cartas inmediatam­ente en el asunto para evitar un agravamien­to del clima de violencia y temor que se percibe en la comunidad”.

Pese a algunas versiones, Maletti aclaró que la Iglesia no realiza una tarea mediadora en el conflicto, tarea que, además, estimó difícil, por cuanto “no está claro cuáles son las partes en conflicto”. Desde la ocupación de los terrenos, de todos modos, el obispo encomendó a los sacerdotes, comunidade­s religiosas y laicos de su diócesis a acompañar a las personas afectadas –tanto los ocupantes como los vecinos– para contribuir a la cordura.

Maletti llamó a “evitar una manipulaci­ón de las aspiracion­es de los más necesitado­s, prometiénd­oles bienes y derechos que en modo alguno se van a poder efectiviza­r en el corto plazo”. Y resumió: “Aun entre el miedo y las incertidum­bres no queremos dejar de llevar un mensaje de esperanza a la comunidad.

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