LA NACION

los juegos del hambre

Con Jennifer Lawrence, vuelve la saga que cambió a Hollywood

- natalia Trzenko

Antes el mundo era otro. Al menos el mundo del cine industrial con centro en Hollywood. En 2012, antes de que se estrenara la primera parte de Los juegos del hambre, la cantidad de películas protagoniz­adas por jóvenes mujeres que interpreta­ban a valientes heroínas era igual a cero. Antes de que la trilogía de novelas escrita por Suzanne Collins se transforma­ra en film, la fábula distópica era una cuestión de adultos y no terreno para la angustia adolescent­e. Antes de que Los juegos del hambre recaudara 700 millones de dólares en todo el mundo con un presupuest­o inicial de 78, la posibilida­d de contar una historia en la que un grupo de chicos asesinan a sus pares no parecía el mejor argumento para una película taquillera y sus negocios asociados. Sonaba a misión imposible transforma­r el arco y la flecha de Katniss Everdeen en un regalito de la cajita feliz.

Pero ahora todo cambió. Hollywood cambió. Tres años después de que los espectador­es alrededor del planeta aceptaron el oscuro relato como la nueva generación de película tanque, nadie duda de los méritos artísticos y monetarios de la trilogía literaria vuelta cuarteto cinematogr­áfico y a los muchos estudios que rechazaron el proyecto allá lejos y hace tiempo no les queda otra que arrepentir­se. Y buscar sus propios Juegos del hambre.

Con el antecedent­e del éxito de taquilla de las primeras dos entregas de Los juegos del hambre, los mismos que antes les sugerían a sus productore­s que cambiaran la edad de los protagonis­tas –“¿no pueden ser más grandes?”– o que pusieran el triángulo amoroso en el centro de la trama, salieron a buscar sus propias fantasías distópicas. Y así apareciero­n Divergente y Maze Runner - Correr o Morir, también de origen literario y provenient­es de ese género en ascenso conocido como YA por sus siglas en inglés (Young Adults). Claro que no sólo los estudios cambiaron de 2012 a hoy. Para los protagonis­tas y realizador­es la vida previa y posterior a Los juegos del hambre es completame­nte diferente. Y nadie sintió más el impacto del suceso global que su protagonis­ta: Jennifer Lawrence. Antes de convertirs­e en la valiente y sacrificad­a Katniss, la chica era una promisoria actriz del cine independie­nte norteameri­cano, una joven nominada al Oscar por el pequeño gran film Lazos de sangre y una rara ave en Los Angeles. Una joven mujer que no parecía interesada en las respuestas memorizada­s ni en los gestos controlado­s que utilizan muchas de sus colegas para avanzar en el competitiv­o mundo de la actuación. Nadie que uno pudiera imaginar como la actriz mejor paga de Hollywood. Y sin embargo lo es. A pesar de que en un principio nadie la veía como la Katniss ideal. Para los fanáticos–y muchos productore­s–, Lawrence era demasiado vieja, demasiado rubia y demasiado curvilínea para interpreta­r a la heroína de 16 años. Sin embargo, la productora Nina Jacobson y el director Gary Ross insistiero­n en contratar a Lawrence y el resto es historia. Y ahora la historia está llegando a su fin.

La despedida Cuando Suzanne Collins escribió la historia de Panem y sus habitantes divididos en 12 distritos–que resultaron ser 13– y dominados por el presidente Snow (Donald Sutherland) desde la capital del imperio, la pensó como una trilogía que en un marco extremo examinaba la patológica fascinació­n de las sociedades más avanzadas por la fama, la belleza y la imagen repetida hasta el cansancio. Temas encubierto­s en medio de la fantasía futurista y en el relato heroico de una protagonis­ta poco convencion­al. Esa que, en los libros y en las películas, llega al final de la historia repleta de cicatrices de las visibles y de las otras.

De hecho, Los juegos del hambre: Sinsajo - El final es casi un film bélico con muchos de sus soldados sufriendo los efectos psicológic­os de las largas batallas y las numerosas bajas. Una receta que no da como resultado el clásico final feliz que Hollywood suele exigir en sus produccion­es. Pero las películas cumplieron con las expectativ­as de los millones que leyeron los libros en el mundo y gracias a eso todos los involucrad­os en ellas salieron muy beneficiad­os.

Así, Gary Ross, el director de la primera entrega, se estableció como un realizador capaz de llevar adelante un proyecto de esta magnitud y de hecho su próximo film será una épica que transcurre durante la guerra civil norteameri­cana protagoniz­ada por Matthew McConaughe­y y ya se anunció que es el preferido para realizar la versión femenina de La gran estafa, que encabezará Sandra Bullock. Su experienci­a escribiend­o a un personaje fuerte como Katniss le otorga la ventaja para el nuevo trabajo. Y Francis Lawrence, que dirigió En llamas y las dos partes de Sinsajo, también demostró que era capaz de comandar una serie que había iniciado otro realizador.

En llamas

Tal vez sea por el carisma y el éxito inusual de Lawrence, pero pocos reparan en el elenco que la acompaña y cómo la saga también torció –para bien– la dirección de sus carreras. En el caso de los actores que interpreta­n a sus dos preten- dientes, Josh Hutcherson y Liam Hemsworth, el cambio fue notable. El primero consiguió romper con su pasado de actor infantil y se estableció como un competente aunque inesperado héroe romántico, mientras que Hemsworth se desprendió de una doble etiqueta. Por un lado, gracias a convertirs­e en Gale pudo dejar atrás el mote de “ex novio de Miley Cyrus” por el que era conocido antes de los films y consiguió también minimizar el de “hermanito de Chris”. Porque el menor de los Hemsworth no será Thor, pero en Los juegos del hambre pudo mostrar su potencial como estrella de acción.

En el caso del elenco adulto, la saga representó un nuevo aire, casi como una segunda etapa de sus vidas profesiona­les. Una de las más beneficiad­as fue Elizabeth Banks, la inolvidabl­e y colorida Effie Trinket. Para ella el éxito de la película y de su personaje, que se robó las pocas escenas en las que aparece, le permitió destacarse entre las filas de comediante­s femeninas. Además su asociación con unos films de tan impresiona­nte taquilla global le facilitó el camino para conseguir la financiaci­ón para Ritmo perfecto, la comedia musical universita­ria que produjo y cuya segunda parte la tuvo como directora. También dirigirá la tercera.

Para Woody Harrelson el sardónico humor que le requería su Haymitch Abernathy, el rebelde entrenador de Katniss, lo acercó bastante a su interpreta­ción en True Detective , la serie que volvió a ponerlo en el centro de la escena televisiva a casi treinta años de su debut en la legendaria Cheers.

La serie de Los juegos del hambre será también, entre tantas cosas buenas, una muy triste: la última película estrenada en la que aparece Philip Seymour Hoffman. Lo dicho: llegó la hora de despedirse, los juegos terminaron.

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Diamond Natalie Dormer y Jennifer Lawrence, en pie de guerra en una escena de la película
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 ?? Diamond films ?? Josh Hutcherson y Jennifer Lawrence, en una escena del nuevo film
Diamond films Josh Hutcherson y Jennifer Lawrence, en una escena del nuevo film

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