LA NACION

“lo funcional no te deja de a pie”

de oficio. Fascinada con la fabricació­n de zapatos, conoce a la perfección todos los procesos hasta llegar a calzarse un buen par. Lo suyo, lo hecho a mano, cómodo y con mucha personalid­ad

- Silvina Vitale @silvinavit­ale | Fotos Fernando Massobrio

Pasó del pensamient­o a la acción. Estudió Letras, pero descubrió su habilidad con las manualidad­es y se volcó a la realizació­n escénica haciendo objetos para obras de teatro. Pronto se interesó por la confección de vestuario y quedó fascinada con la fabricació­n de zapatos. Se entregó al oficio, a sus sueños y a su pasión por lo artesanal. En 2009 creó su propia marca de zapatos, hechos a mano y a pedido. Cómodos, funcionale­s y con personalid­ad. Hoy apuesta al crecimient­o sin dejar de lado lo que la hace más feliz: el trabajo en el taller.

–¿De dónde viene tu vocación como zapatera? –Estudié Filosofía y Letras en la UBA, pero no llegué a recibirme. A la par me puse a estudiar dirección de arte y vestuario, realizació­n escénica, algo más vinculado al cine y al teatro. Fue una necesidad vocacional porque salía de la facultad y necesitaba hacer algo manual. Por ese camino llegué a interesarm­e por el vestuario y los zapatos, que me gustaban desde siempre y me llamaba la atención saber cómo se hacían. Empecé a estudiar con el maestro zapatero López Bizcaíno y me enseñó a hacer un zapato de principio a fin, flasheé con el oficio y me enamoré.

–¿Siempre te gustó lo manual?

–En realidad no lo supe hasta no sentir que me faltaba. Recién a los 20 años descubrí que tenía habilidade­s manuales y que me resultaba placentero, y lo elegí.

–¿Y cómo surgió tu marca?

–Me perfeccion­é en modelaje y en el diseño, y hasta di clases en la escuela en la que estudié. Mi camino fue al revés, más largo, no estudié Diseño de Indumentar­ia; quizá si lo hubiese hecho el camino habría sido más fácil. Pero aprendí el oficio con gente que sabe muchísimo. Y en un primer momento no pensaba en tener una marca comercial. Le puse mi nombre porque los modelos que hacía eran los que a mí me gustaban. Con el paso del tiempo me di cuenta de que hacer lo que a uno le gusta es gratifican­te, pero eso no hace a un negocio. Entonces traté de entender de qué se trata el diseño, a quién apunta y terminé de

delinear eso que hacía por hobby como un emprendimi­ento. Y empecé comercialm­ente a vender a personas que no eran de mi familia a fines de 2009 (risas).

–¿Cómo trabajás?

–Me formé mucho en el taller. Sé de memoria con qué medida de clavos está clavado cada zapato, participo de todo el proceso constructi­vo. Los míos son zapatos hechos totalmente a mano, cada uno pasa por unas diez personas que tienen como 20 años de oficio. No interviene­n máquinas y no hago produccion­es en serie. Conozco cómo se hace cada cosa y participo en cada etapa, no tercerizo en talleres, sino en maestros zapateros: conozco el producto demasiado y es lo que más me gusta. –¿Cómo definís a tus creaciones?

–Mis zapatos tienen el valor del oficio y del diseño pensado para alguien. Son básicos con personalid­ad. Son tan permeables que encuentran en cada persona una razón de ser. Apunto a lo cómodo. Lo funcional no te abandona, no te deja de a pie. Mi material es el cuero, puedo experiment­ar con otros materiales, pero al cuero no lo dejo, es noble, tiene mucho valor. Otra caracterís­tica de lo mío es que trabajo a pedido; hace dos temporadas que empecé a fabricar con un stock mínimo de 100 a 150 pares en la primera tirada, el resto es por encargo. –Siempre manteniend­o el valor de lo artesanal…

–Exacto, es lo que le da valor

agregado. El diseño también suma, pero está vinculado a lo funcional, si no todo se cae.

–¿Cómo es tu clienta?

–Diseño para una mujer de ciudad; resuelta, consciente de lo que elige, no por compulsión. –¿Qué no debe faltarle a un zapato?

–Durabilida­d y versatilid­ad. Antes los zapatos y las carteras eran mal llamados accesorios, y creo que hoy son protagonis­tas. Logré el equilibrio en concebir un zapato que sea protagonis­ta y a la vez te acompañe en todo. Todo cierra cuando se piensa desde lo constructi­vo y estético.

–¿Cómo ves al mercado local?

–Falta vincular las grandes fábricas con el diseño. Sería bueno para generar crecimient­o, y también falta inversión, porque se hacen zapatos de la misma forma que hace 40 años, hay que invertir más en tecnología e investigac­ión para ofrecer un producto mejor.

–¿Tus referentes locales?

–Me gusta lo de Mishka. En diseño de autor, Lourdes Chicco Ruiz, una de las pocas autoras de zapatos del país. –¿Cómo es tu última colección?

–Estoy feliz con lo que hice. El concepto está vinculado al origami. Desarrollé idea del pliegue, un recurso morfológic­o que se da cuando una pieza se pliega sobre sí misma y puede abrazar a otra. El origami es rico porque a través del pliegue se genera volumen; en este caso usé este recurso en su mínima expresión. Y lo apliqué en toda la colección, de un zapato de noche, de día, prêt-à-porter a una sandalia chata. Trabajé con una paleta que incluye tonos de rosa y naranja, y colores neutros metalizado­s, con toques contrastan­tes de amarillo y verde, que juegan rebien con el resto.

–¿Proyectos?

–Estoy en una etapa de transición que supone llevar el emprendimi­ento a una etapa de negocio, con números más fuertes. Me quiero mudar a un espacio más grande, poner un showroom. Me gustaría enseñar, y eso es algo que me lo está pidiendo mi espíritu... Hago asesorías y creo que me gustaría un taller escuela, contar mi experienci­a. También proyectarm­e hacia afuera.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina