LA NACION

La unidad, una burla de vieja escuela

- Cristian Grosso.

Ninguno aceptó la derrota. Porque que quede claro: alguien perdió 38-37. Después, el grotesco se encargó de ridiculiza­rlos a todos. Cuando Marcelo Tinelli y Luis Segura invitaron a la unidad bajo el argumento de que un resultado tan equilibrad­o merecía revisar posiciones, apareció algo de luz: los dos le tuvieron pánico a la debacle. Una lista de unidad, después de que ambos bandos alentaron suspicacia­s y resquemore­s hasta instantes antes de votar, le arrojaba nafta a las llamas. Una burla que desató oscuros pensamient­os. ¿De repente brotaban los consensos entre dos magnánimos estadistas? Inconsiste­nte. Los acuerdos en la AFA siempre fueron sospechoso­s. Una cultura de impostora unanimidad gobernó el mandanto que llevó Julio Grondona en su puño. La nueva AFA necesita descabezar todos los sellos grondonian­os que la hundieron en el desprestig­io, pero ayer, la primera reacción, fue animar otro episodio caricature­sco.

“Es un papelón, así de simple, pero vamos a tratar de consensuar”, propuso Segura. “Está claro que tenemos que sentarnos a hablar y escuchar este mensaje”, aceptó Tinelli. Una negociació­n brota absurda entre dirigentes que hasta el mediodía denunciaro­n campañas sucias. Pese a que uno ganó, ninguno adoptó una posición enérgica para exigir una nueva y urgente votación que corroboras­e esa victoria. Una moneda al aire, es cierto, pero un riesgo que la nobleza y la transparen­cia exigían. Temerosos de quedarse sin nada, alentaron la rosca de los pactos.

Si una marca de gestión durante décadas fueron los acuerdos camaleónic­os, gobernados por los intereses y decorados de hipocresía, anoche se reeditó la fórmula con perversa similitud. Atención: cuando se habla de concordanc­ia para explicar un giro desconcert­ante. la mentira es el sostén del relato. Anoche Tinelli y Segura se presentaro­n como dos fichas acomodatic­ias que buscaban sobrevivir. La más rancia política de los personalis­mos. Una parodia de elección, otra en una institució­n con la gimnasia democrátic­a devastada, para encubrir a dos candidatos que se preocuparo­n por atornillar­se. Varias horas después, el tinellismo buscó despegarse.

Volvieron a fallar las estimacion­es, que estallaron en mil pedazos. Envuelto en las irregulari­dades, el cachetazo para Tinelli sonó más violento: no le alcanzaron ni su fabuloso poder mediático, ni los viajes por el interior del país, ni los nuevos coletazos del FIFAgate de ayer por la mañana que suponían un último y oportunísi­mo viento de cola. El favorito, la esperanza renovadora y el paladín del cambio terminó pisoteado en el mismo fango. Tinelli no supo ni pudo diferencia­rse de un contendien­te que huele a rancio. Y esa derrota es intransfer­ible.

El viaje relámpago que hicieron en minutos, de enemigos a probables socios, activa la desconfian­za. Entre desmentida­s casi de madrugada, una repentina lista de unidad sugiere otra operación en la AFA. Con el sello ruin que la redujo a escombros.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina