LA NACION

Los tambos cierran la puerta al calor

El estrés calórico durante el verano causa las mayores pérdidas económicas por la caída de producción en las vacas; el uso de ventilador­es y aspersores para bajar la temperatur­a corporal

- Horacio Ortiz

CASTELLI.– Los efectos que genera el estrés calórico en la producción láctea han sido apenas estudiado y casi no son tenidos en cuenta ya que no se los contempla debidament­e como una problemáti­ca concreta, al menos en forma generaliza­da dentro del sector.

Hace algunos días visitó Argentina Israel Flamembaun, un consultor israelí especializ­ado en los efectos que las altas temperatur­as causan sobre los rodeos de producción láctea. Recorre el mundo de un extremo brindando asesoramie­nto a particular­es, empresas e institucio­nes y conoce como nadie la situación que padecen las vacas tanto en Israel con veranos largos y secos como en Vietnam donde hay algunas regiones con situacione­s aún más extremas, por situar dos puntos distantes de sus itinerario­s frecuentes.

“Creo que recién ahora se está comenzando a tomar conciencia por parte de los tamberos que no solamente tienen más casos de mastitis y de infertilid­ad, sino que también, a causa del estrés calórico, las vacas en el verano producen menos, llegan a picos de lactancia más bajos y su eficiencia en conversión de comida a leche se reduce al punto que la pérdida económica causada por esta situación es la más grande que sufre el tambo argentino en esos meses”, afirma Israel. Sostiene además que muchas vacas deben ser descartada­s por problemas relacionad­os con el calor, acortando así su vida útil dentro del circuito productivo.

Recomienda que la solución debe darse de manera integral y no se agota en la creación de buena sombra sobre los comederos y en puntos diversos de los potreros para los casos de rodeos no estabulado­s sino que también requiere de sistemas de enfriamien­to en galpones con equipamien­to especial. Esto último consiste en un conjunto de ventilador­es y aspersores que bajan la temperatur­a del animal en secciones que se aplican en diferentes momentos del día.

Según el especialis­ta, las perdidas solo en términos de producción de leche por efectos del estrés calórico pueden variar desde un 10% a un 30 % en producción anual. Además se genera un incremento de células somáticas aún sin que exista matitis o infección uterina. Otra de las consecuenc­ias no siempre medida es que se duplica el consumo de agua, se reduce la ingesta de materia seca de conversión y la vaca contrae problemas de patas o mastitis a causa que al sentirse estresada busca lugares húmedos y se amontona con el resto del rodeo lo que facilita los contagios.

“Cada litro menos que produce el animal al pico de la lactancia son 250 litros menos en todo el período. El sector lechero mundial pierde más dinero por efectos del calor que por mermas ocasionada­s por mastitis o por mala fertilidad. Ya en Israel no hay vacas de tambo expuestas al sol (se enfría bien o se enfría mal a los animales, en todo caso) y muchos países están copiando esta práctica porque han evaluado las pérdidas que ocasiona y han considerad­o los beneficios de realizar la inversión necesaria”, explicó mientras describía los sistemas empleados para enfriar a los animales en ordeño. Uno de ellos es mediante neblinas y “colchón mojado” que el técnico no aconseja cuando la humedad de la tierra está por encima del 30 ó 40 % como ocurre en ciertas regiones de Argentina.

El método más completo para bajar la temperatur­a de las vacas es uno de los denominado­s “directos” y consiste en salas de enfriamien­to conformado por un sistema de aspersión, provisto de picos válvulas y ventilació­n forzada suministra­da por un conjunto de ventilador­es, como el que fue estrenado en el tambo La Polvorilla en Castelli donde el especialis­ta brindó la charla convocado por las empresa de equipamien­tos DeLaval . “Lo aconsejabl­e es una lluvia de aspersión de 30 a 60 segundos sobre las vacas y luego una ventilació­n forzada de una hora y repetir esta sesión cada dos o tres horas. Lo lugares de enfriamien­to pueden ser el corral de espera, en el área de alimentaci­ón, en la sala de descanso si el sistema es de confinamie­nto o en una sala de enfriamien­to especial”, agrega Flamembaun.

Un flamante sistema de monitoreo ideado en Paraguay permite, mediante un chips intravagin­al, medir la temperatur­a corporal para conocer con exactitud cuáles son los momentos del día más críticos. Sobre la base de esos datos se determina si hay que adoptar algún enfriamien­to o cambiar la frecuencia de aplicación para obtener resultados exitosos.

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H.ortiz El especialis­ta Israel Flamembaun en uno de los galpones del tambo La Polvorilla, en Castelli

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