LA NACION

Apostar a que todos aprendan

- Agustina Blanco magister en Educación, consultora en temas de mejora escolar y miembro de la Escuela de Educación de la Universida­d de San Andrés @AgusblacoE

La sociedad del conocimien­to requiere una educación adaptada a las necesidade­s del siglo XXI. Existe un cierto grado de consenso en relación al tipo de competenci­as, tanto académicas como socio-emocionale­s, que nuestros niños y jóvenes necesitan desarrolla­r para poderse insertar con éxito en la sociedad actual. La escuela debe preparar para el trabajo colaborati­vo, el pensamient­o crítico y creativo, la selección y aplicación del conocimien­to, y la resolución de problemas reales. Así mismo, debe enseñar a sus alumnos a perseverar, reflexiona­r sobre el propio aprendizaj­e, y a desarrolla­r un sentido de compromiso y ética. Las escuelas enfrentan una meta sumamente desafiante, pero indispensa­ble a la vez. Desde la etapa de escolariza­ción formal, el docente cumple un rol esencial para que las probabilid­ades de que los niños alcancen su potencial aumenten profundame­nte. La variable de mayor influencia en el logro de desempeños es la creación de entornos propicios para el aprendizaj­e, o bien, un buen clima en el aula. El clima del aula es aquel que motiva, genera curiosidad, desafía dentro de niveles de estrés adecuados, permite el error, dialoga con respeto, escucha a todos, valora el esfuerzo y el logro de metas. Además, aquellas aulas donde el punto de partida del docente es la convicción de que todos los alumnos, sin excepción, pueden aprender. El docente que demuestra altas expectativ­as para todos de manera sistemátic­a, es aquel que prepara las mejores condicione­s para que el aprendizaj­e ocurra. Queda en evidencia entonces que la docencia es una profesión apasionant­e, y a la vez, que requiere una excelente base de formación para poder volcar en el aula los mejores saberes y compromiso­s. Muchos docentes lo logran, ya que con estilos diversos, una amplitud de estrategia­s pedagógica­s, y una buena dosis de “arte”, hacen que sus alumnos estén motivados y encuentren el sentido de aprender y de asistir a la escuela. Tanto docentes como directivos de estas escuelas ponen el logro de aprendizaj­es como el centro y el corazón de sus esfuerzos, y comprenden que la motivación es un factor crucial en la vida del aprendiz. Como nunca antes, adaptar la escuela a las necesidade­s del contexto actual se vuelve imprescind­ible.

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