En nombre del cine fantástico
asociación. Directores, productores y guionistas de films de terror, ciencia ficción, acción y aventuras se unieron para difundir este género, que es cada vez más requerido
“Nuestras películas siempre son encaradas pensando en el público” (Moyano)
Una banda de superhéroes del conurbano caídos en desgracia salió a pelear espacio en la cartelera cinematográfica, y tan mal no les fue, ya que anteayer, en el día de su arranque Kryptonita se ubicó en tercer lugar entre las películas más vistas, con 5013 espectadores. Paralelamente al estreno de la versión cinematográfica de la novela de Leonardo oyola, dirigida por Nicanor Loreti e interpretada, entre otros, por diego capusotto, Juan Palomino, Lautaro delgado, Nicolás Vázquez y Pablo rago, una legión de monstruos, criaturas inquietantes, asesinos y otros exponentes del cine de terror, acción y fantástico argentino, se hizo notar en blood Window, el segmento dedicado a las producciones latinoamericanas del género, que celebró esta semana su tercera edición en el marco del mercado cinematográfico Ventana Sur.
conformada esencialmente por realizaciones independientes de bajo presupuesto, la producción de género nacional viene abriéndose paso en el amplio universo audiovisual de nuestro país. Y en no pocos casos, trasciende fronteras. atentos a esa expansión, directores, productores, guionistas y técnicos especializados en la producción de géneros como el terror, la ciencia ficción, la acción o aventuras, decidieron unir fuerzas, conocimientos y potencialidades. así nació la Liga de cine de Género argentino, que presentaron oficialmente anteayer, en el marco de blood Window, donde además hubo una charla de carina rodríguez y Hernán moyano, compiladores del libro Manual de cine de género. Experiencias de la guerrilla audiovisual en América Latina.
“desde hace tiempo, algunos de nosotros nos hemos reunido para intercambiar experiencias sobre algunos aspectos de la industria y el impacto de nuestras películas en ella. Tratar de encontrar soluciones entre todos y socializar la información. a la vez, como la mayoría venimos empujando el género en nuestro país y hemos visto el crecimiento de la producción de este tipo de propuestas, no solo aquí sino en toda américa latina, llegamos a la conclusión de que para seguir creciendo, hace falta un marco de contención y protección institucional”, explica el director y productor Hernán moyano, uno de los impulsores de la flamante liga. “La aparición de espacios como blood Window en Ventana Sur es una de las señales de la trascendencia que nuestras producciones tienen a nivel internacional. a la vez, la consolidación del festival buenos aires rojo Sangre, no hace otra cosa que demostrar que existe un público ávido de este tipo de producciones”, destaca moyano.
–¿Qué se proponen lograr? –Nuestras películas siempre son encaradas pensando en el público. Tienen un perfil comercial muy marcado, más allá de las condiciones de producción en las que hayan sido realizadas. el cine de género convoca a una enorme cantidad de espectadores con producciones extranjeras, y por esto es importante que nuestra industria continúe profundizando en la consolidación de propuestas de este tipo pero de producción local. Y llegamos a la conclusión de que era un momento oportuno para concretar una unión de realizadores que nos ayude a tener mayor representación. Llegar a tener voz y voto en los comités del instituto de cine, apoyar los espacios de difusión que se crearon y poder gestionar nuevos. en un futuro, crear una red de realizadores de género en toda américa latina y generar una red de distribución y exhibición que ayude al intercambio cultural de nuestros territorios. estos son algunos de los objetivos a corto plazo que nos hemos trazado. –¿Hay antecedentes de agrupaciones similares en otros países? –Hasta donde sé, no. me parece un gran primer paso, sobre todo teniendo en cuenta el crecimiento de la producción latinoamericana de cine de género. Hoy, ecuador, Perú, chile, colombia, tienen exponentes exitosos. Y La casa del fin
de los tiempos, de alejandro Hidalgo (Venezuela) o La casa muda, de Gustavo Hernández (Uruguay) lograron que industrias como la norteamericana fije sus ojos en nuestros realizadores.