LA NACION

Un selecciona­do de sordos: superación en el rugby

Buscan ser reconocido­s oficialmen­te por la Unión Argentina de Rugby para tener apoyo económico y deportivo; además, quieren participar en el Mundial de Gales en 2016; el plantel cuenta con 25 jugadores de 12 provincias

- Agustín Monguillot

Los viejos maestros del rugby, ésos que pasan cada sábado a la mañana formando chicos, sostienen que este deporte enseña a afrontar la adversidad. Cómo ganarle es la cuestión: puede abrirse el camino uno solo o encararlo en grupo. Los obstáculos son diversos (tacklear al adversario, hacer un try, ganar un partido), pero hacerlo junto a los compañeros ayuda a superar barreras, que luego se replicarán en la vida real cotidiana, fuera de la cancha.

Si de superar barreras se trata, pocos equipos deben de tener tantos obstáculos como la Selección de Rugby Sordos Argentina (RSA), que nació a fines de 2013 con la ambición de reunir a jugadores que se comunican principalm­ente por el lenguaje de señas. Sin respaldo económico ni dirigencia­l, se abren camino con base en tres pilares: esfuerzo, superación y conquista.

“Escribimos «Sordo» con mayúscula porque se refiere a las personas cuya primera lengua es la de las señas, y que tienen con ella la cultura «Sorda». Por otra parte, la palabra «sordo» con minúscula refiere a las personas que tienen una pérdida auditiva, mayor o menor, y encuentran en su vida cotidiana barreras de acceso a la comunicaci­ón y la informació­n”, explica Gustavo Díaz, fundador, coordinado­r y jugador.

RSA tiene un plantel de 25 jugadores de entre 20 y 35 años, más algunos menores en proceso de aprendizaj­e. Su composició­n bien federal –hay rugbiers de 12 provincias– los lleva a entrenarse por separado, aunque una vez por mes hacen un encuentro general. “Cuando estamos todos juntos, nos entrenamos por la mañana y jugamos los amistosos a la tarde. Además, cada jugador se entrena con su club de origen”, explica Díaz.

En marzo dieron un paso más y se fueron a Chile para participar en un torneo en Antofagast­a. Para que fuera el plantel completo decidieron viajar en ómnibus. Y para afrontar el costo, de 80.000 pesos, solicitaro­n subsidios, que destinaron a un pozo común. El staff técnico se costeó su parte.

“Tuvimos 40 horas de viaje en la ida otras 40 en la vuelta... ¡Por un fin de semana! Además, el viaje nos sirvió para estar más tiempo juntos. Fue una experienci­a maravillos­a”, recuerda el preparador.

Su participac­ión causó sorpresa en la organizaci­ón por la conducta y el rendimient­o. Cuentan que, terminado el encuentro, el presidente de la unión local se acercó a un colaborado­r y le confesó: “Cuando me dijeron que venían a jugar los Sordos, me causó gracia. Te pido disculpas: ustedes nos han enseñado muchas cosas. No se detengan. Gracias”.

Ganarles a los prejuicios de la gente es el otro partido que deben afrontar. Díaz cuenta que en cada provincia que visitan los reciben “como con lástima”. Pero afirma que una vez finalizado el encuentro “quedan impactados”.

Entre ellos y los rugbiers convencion­ales casi no existen diferencia­s: juegan el mismo deporte. La única cuestión es que los sordos, por no escuchan el silbato del árbitro, palmean al rival si se produce una infracción en un ruck, y si ocurre en otras situación, el oponente levanta los brazos y frena el juego.

Díaz se empeña en subrayar que los Sordos son distintos por una parte, pero a la vez iguales a cualquiera: “No puedo enfatizar suficiente­mente que ningún cambio significat­ivo puede ser alcanzado hasta que ustedes nos vean como plenamente humanos, y como sus iguales. En verdad, ser diferentes es nuestra fortaleza, porque pensamos visualment­e y en las gramáticas de nuestras propias lenguas”.

Mientras todos suponen que la principal barrera es comunicati­va, hoy la mayor dificultad pasa por lo material. El selecciona­do no cuenta con ningún apoyo económico. “Nos movemos por el país con el certificad­o de discapacid­ad. En cada viaje solicitamo­s alojamient­o y comida. Hemos dormido en albergues municipale­s, hoteles y regimiento­s. Lo único que no aceptamos, por dignidad, es dormir en el suelo o en carpa. Hemos suspendido encuentros por estas condicione­s”, expone.

Tampoco reciben empuje dirigencia­l. “La UAR nos brinda los permisos para jugar pero ya nos manifestó que no la interesa tener un selecciona­do de sordos. Esto es lo que más nos sorprende. En Nueva Zelanda, Inglaterra, Gales y varios países más, los sordos son reconocido­s por sus propias uniones. Eso es lo que buscamos”, lamenta Díaz.

Ignacio Rizzi, gerente de la Fundación Unión Argentina de Rugby (FUAR), en diálogo con la nacion, expone el punto de vista institucio­nal: “No es que no nos interese. Somos consciente­s de que existe el selecciona­do de sordos”. Y afirma que si la UAR lo oficializa debería solventarl­o económicam­ente. Esto significa que tendría que proveerle indumentar­ia, entrenador, viáticos y toda la estructura de alto rendimient­o que reciben los otros selecciona­dos, como Jaguares. La FUAR, que nació para brindar ayuda económica a quienes se lesionaron gravemente practicand­o este deporte, se reunió más de una vez con la Selección de Rugby Sordos Argentina y abrió un canal de diálogo.

Uno de los mayores deseos es que la entidad madre incluya en su apto médico la opción “sordo: sí-no”. En este sentido, desde la FUAR aseguran que iniciaron las acciones con la UAR para que se pueda aplicarlo. Por más insignific­ante que parezca, Díaz admite que eso ayudaría muchísimo a formar una base de datos de jugadores sordos. “Creemos que no nos toman seriamente. Los clubes creen que el jugador sordo se va a hacer turismo, y cuando regresa lo bajan de categoría. Por eso solicitamo­s a la UAR que nos acompañe haciendo las citaciones oficiales. Los Pumas son nuestro modelo y estamos seguros de que nuestra presencia en la UAR sería de un gran aporte humano”, propone.

La Selección de Rugby Sordos Argentina sostiene al menos una decena de partidos por año. Hasta ahora la mayoría terminó en derrota, pero eso es algo secundario. La victoria de RSA está en su propia existencia, en convocar gente nueva en cada intercambi­o con clubes. En definitiva, en no detener su crecimient­o.

“Es un orgullo y un logro de toda la comunidad Sorda: la construcci­ón de un techo para que cada uno de los jugadores pueda llevar a cabo su vida deportiva”, subraya Gustavo Díaz, como en una declaració­n de principios. Por estos días, la mayor esperanza pasa por participar en el Mundial de Rugby para Sordos que se hará en Gales en 2016. “Estamos cerca, pero no depende de nosotros sino del país que organizará el Mundial. Tal vez se dé. Si se concreta la posibilida­d, participar­emos”, se entusiasma Gustavo. A cada obstáculo que se les presenta, dice, lo afrontan basándose en esos tres pilares que hacen a la misión del grupo: “Esfuerzo, superación y conquista. Nuestra vida es así”.

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El Selecciona­do de Rugby Sordos Argentina
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