Messi se siente dentro de la final
El anhelo de Luis Enrique de contar con el tridente Leo-Neymar-Suárez crece; el 10 está cobijado por su familia y por Barcelona
YOKOHAMA.– Siempre es noticia. Cuando juega y también cuando no está en un entrenamiento, Lionel Messi es la atracción, el eje de los comentarios y las conjeturas. No importa si ese día tiene la camiseta de Barcelona o la selección, la presencia y ausencia del mejor jugador del mundo jamás pasa inadvertida. En Cataluña, el predio de la AFA, en Ezeiza, o en Japón, la figura de Leo aglutina a hombres, mujeres y niños, que deambulan de un lado a otro con la ilusión de tomarse una foto o cazar un autógrafo. Entre el Royal Park Hotel Yokohama, el lujoso centro donde el plantel que comanda Luis Enrique tiene su búnker, y el coqueto estadio Mitsuzawa, los japoneses montan las guardias. Hasta ahora, ninguno de los fanáticos se llevó el premio mayor: Messi, aquejado por un cólico nefrítico, no se dejó ver. Su última salida fue para realizarse un control de rutina en un centro médico y así establecer si expulsó la piedra que lo tiene a maltraer. El ambiente alrededor es de intriga: en el entorno del futbolista, el pronóstico es alentador; el club mantiene el hermetismo y se limita a informar sobre si concurre o no a una práctica. En River, se sigue minuto a minuto la novela. Todos en la ciudad, quieren saber de Messi, que realiza una carrera contrarreloj y pide que le preparen sus mejores ropas para estar presente.
Todas las miradas se apuntan contra el ómnibus cuando los jugadores suben y descienden. Repasar con la vista dónde está Messi es el ejercicio de los curiosos, pero también de la prensa. Los más experimentados primero hacen foco en los hombres de seguridad para entender si la estrella estará presente: si esas personas tienen el gesto adusto y se movilizan con cierto nerviosismo, es porque Leo estará por salir a la calle, donde se desatará un griterío ensordecedor y la vigilancia tendrá que ser más celosa. Pero el semblante relajado de los custodios hace desaparecer la esperanza y quienes muestran camisetas, bufandas y carteles, o aquellos que buscan retratarlo a la distancia, aceptan que la misión es más difícil de lo que se imaginó.
Entre el calor de los hinchas, en su mayoría japoneses, ya que los catalanes llegaron en una porción ínfima para alentar a Barcelona, y el misterio de quienes son los comunicadores del club, el sueño de Luis Enrique de contar con el tridente en el encuentro con River, de mañana a las 7.30, fue en crecimiento en las últimas horas. Luis Suárez empezó a alegrarse con la reaparición en el campo de Neymar, mientras espera a Leo. En los últimos tres partidos, el técnico asturiano no pudo darle forma a ese ataque poderoso, una maquinaria que tritura rivales. Con el brasilero en buena forma, es el turno de entender hasta qué punto hay que arriesgar con Messi.
El resultado del estudio de imagen fue observado como positivo y la novedad es que expulsó la litiasis –el cálculo renal–, según los comentarios recogidos del círculo íntimo del jugador. En Yokohama, Leo está acompañado por Jorge y Celia, sus padres, y también asistieron los hermanos Rodrigo y Matías. El próximo entrenamiento de Barcelona, el reconocimiento del estadio, será el examen final para conocer cuál es el real estado de Leo. Los doctores tendrán que confirmar si hay rastros de arenilla en el conducto urinario y las sensaciones de Messi serán las que decidirán si está para jugar la final del Mundial de Clubes. De las reservas físicas que tenga después de estar dos jornadas inactivo y con fuerte dolores, dependerá en parte la posibilidad de verlo en el International Stadium.
A apenas 15 minutos del bunker barcelonista, River mira de reojo, espía, consulta, sobre la actualidad de Messi. También por las novedades de Neymar. “Jueguen ellos o no es un equipo complicado. No es un alivio que no esté, Barcelona tiene una idea, que es la misma sin importar quienes son los que la tienen que hacer funcionar. En lo personal, si está la posibilidad de enfrentarlos, bienvenida sea. Siempre pienso que medirse con los mejores es la forma de sentir cuál es tu nivel, perfeccionarlo”, se explaya Carlos Sánchez, que –al igual que Matías Kranevitter– jugará su último partido con la camiseta de River. Una opinión diferente tiene Vangioni, rosarino como Leo, quien prefiere que el crack no esté apto para el encuentro definitorio: “Si no está, para uno es mejor. Y si está, hay que rodearlo en equipo, relevarnos, estar respaldado en la marca, porque si salís a buscarlo solo te limpia muy fácil”, proyecta el lateral.